LA FIGURA HUMANA

LA DESPROPORCIÓN EN NUESTROS DIBUJOS


Como hemos dicho muchas veces en clase, aprender a dibujar es un proceso que comienza cuando aprendemos a ver lo que nuestra mirada percibe.

Mira esta diosa del Neolítico en Egipto. ¿No te recuerda tus propios dibujos? Tiene los ojos en la parte superior de la cabeza; creemos que es así pero no es cierto. Compruébalo una vez más en el espejo: están a la mitad exacta entre tu barbilla y la parte superior del cráneo. La mayoría de vosotros representabais en vuestros primeros dibujos una proporción parecida a la de esta diosa.

En realidad el cuerpo humano más común y repetido en todo el mundo, el de cualquier adulto, sea hombre o mujer, asiático o sudamericano, es de unas siete cabezas y media


El cuerpo humano en la Historia del Arte

Una figura es proporcionada cuando existen entre sus distintas partes y el conjunto de las mismas una adecuada relación en las medidas. Decimos de un señor muy grueso y bajito que no es proporcionado. Lo decimos porque las medidas que los diferentes miembros guardan en relación con su conjunto es distinta del tipo humano más común y representativo.

La preocupación o interés por la proporción de la figura humana es de siempre. En las viejas y espléndidas civilizaciones de Egipto y Grecia, el hombre se dedicaba a hallar un módulo que le permitiera formular el canon o regla de proporción de la figura humana que determinara un tipo supremo de belleza o armonía.

Se llama módulo a una medida encontrada en el mismo cuerpo humano, empleada para relacionar y determinar una proporción entre sus partes que todo el mundo reconozca como una figura proporcionada , y en ese sentido, hermosa, armónica, bella. Entre los egipcios la unidad de medida o módulo usado durante más tiempo fue la mano. El cuerpo humano debía estar armónicamente proporcionado, el puño sería el módulo regulador y codificaron la longitud perfecta del individuo en 18 puños: 2 para el rostro, 10 desde los hombros hasta las rodillas y los 6 restantes para las piernas y los pies. Consecuentemente, un hombre o una mujer eran “bellos” si medían 18 veces su propio puño y estaban armónicamente proporcionados.

El arte griego también mostró un gran interés desde sus inicios por encontrar unas reglas o proporciones que muestren a las figuras de hombres y mujeres idealizadas, proporcionadas, armónicas. El estudio de la figura humana y sus proporciones se va perfeccionando y ganando realismo y movimiento. Es en la época clásica cuando se confirma más claramente la idea griega de la belleza, consistente en la proporción por medio de la ordenación matemática entre las diferentes partes de la obra.

Su belleza radica en la armonía y en la perfección que infunde serenidad y equilibrio a todas las obras de este periodo. Policleto establece un canon de proporción de siete cabezas.

El arte romano fue heredero y continuador de las escuelas griegas. Como rasgo diferenciador comentar que si los griegos representaban la figura del ser humano idealizada, los romanos van a representar a hombres y mujeres concretos, van a inventar el retrato realista de seres reales y concretos.


El conocimiento adquirido en otras épocas tan a penas sobrevive en los primeros siglos gracias a las bibliotecas de monasterios e iglesias y puesto que para la iglesia el cuerpo es sinónimo de pecado y las disecciones anatómicas forenses están prohibidas pues se cree en la resurrección de los cuerpos, la anatomía artística sufrirá un total desprecio que durará casi doce siglos.

En la Edad Media la representación de la figura humana se basaba en la copia de otras figuras pintadas y en algunas recetas de taller acerca de sus proporciones. En el arte románico el realismo de la representación sólo era aceptable como aspecto secundario.