Entrevista 2

ALGO MÁS QUE LETRAS. Entrevista a JG Millán (transcripción de la conversación telefónica). 22/10/23

En nuestro espacio buscamos algo más que libros, buscamos libros con mensaje. Las novelas, más allá de un entretenimiento, son formas de educar a los lectores y de conocer el mundo y a los seres humanos a través de sus protagonistas.

—Hoy estamos al habla con JG Millán, autor de un buen puñado de libros de esos que nos gustan. En primer lugar, Juan, la pregunta es obligada, y supongo que te la habrán hecho en multitud de ocasiones: ¿cómo comenzaste a escribir?

—Hola Javier. Pues quizás todo comenzase cuando yo era niño. En cuarto de primaria, creo recordar. Participé en un concurso de relatos y quedé de los primeros. Era una breve historia de ciencia ficción, el género que más me gustaba. Poco después, y a lo largo de los años, desarrollé esa idea, con el propósito de algún día hacer una gran novela. Pero ese día nunca llegó. Cuando tuve tiempo, mi hobby principal fue la música, es decir, crear y componer canciones, y no la escritura. De hecho, ya tenía claro que jamás sería escritor, a pesar de que tenía esa historia pendiente, y otra que desarrollé en la adolescencia.

—Muchos de nuestros seguidores son adolescentes. ¿No es un buen momento para comenzar a escribir?

—No existen momentos óptimos. Pero la adolescencia… esa época en la que te quieres comer el mundo, y luego resulta que es el mundo quien te come a ti. Y es que eso es la vida, un conjunto de afanes, una guerra en la que la mayoría de las veces la partida simplemente acaba en tablas. Pero mientras tanto hay batallas, escaramuzas donde unas veces se gana y otras se pierde, y eso es lo que hace que la vida sea interesante. Y para eso hay que luchar, y esa lucha pone muchas veces a las personas en situaciones límite, donde el fracaso o el triunfo dependen de factores totalmente ajenos. Pero para comenzar a escribir tienes que tener, sobre todo, ganas de hacerlo.

—Y una historia que contar.

—Desde luego. Yo junté esas dos cosas en mi primera novela, pues viví una serie de situaciones bastante estresantes desde finales de 2010 hasta principios de 2013. Perdí mi trabajo, luego encontré otro que no era lo que parecía, hasta que al final todo acabó de la forma más inesperada que yo podía imaginar. Pues todo eso estaba lo estaba yo comentando tres años después con mi mujer, y ella me dijo algo así como: “es que lo que te pasó fue como para escribir un libro”.

—¿Y de ahí vino la idea?

—De ahí vino la idea. En principio yo pensaba escribir una relación de sucesos, algo así como un diario, una cosa para mí, para recordar todo lo que había pasado, ya que el tiempo todo lo borra. Pero no sé por qué, al final me decidí por una novela. Eso sí, tuve que ajustar algunas cosas, adaptar otras, acompasar algunos tiempos... Pero aun así el libro refleja en esencia todo lo que sucedió.

—De acuerdo. Así empezaste, digamos, “en serio”. Pero, tus novelas no son precisamente de ciencia ficción, ¿no?

—No, no lo son. Si me hubieran dicho que a fecha de hoy he escrito nueve novelas y ninguna pertenece a ese género, no me lo hubiera creído.

—¿Cuál es entonces la temática que usas?

—Pues a pesar de que escribo sobre géneros variados, son las novelas de amor las que predominan. Al menos, siempre hay alguna pareja con algún conflicto emocional que desarrollar.

—¿Cómo fue decantarse por ello?

—Pues fue cuando verdaderamente comencé a escribir “en serio”, que fue en la Pandemia. Hasta entonces solo había hecho dos novelas relativamente cortas, sin pretensión de escribir más. Pero con tanto tiempo libre, me animé a hacer esa obra que te decía que imaginé en mi adolescencia, y así enlazar la música con la escritura. En principio solo iba a ser eso, la historia de una banda de rock… hasta que los personajes tomaron el control. Fue como si cobrasen vida, y me dictaran a mí lo que tenía que escribir.

—¿En serio? Te refieres a…

—Me refiero a Amor Incondicional, mi tercera novela. Su título iba a ser Thertonball, que es el nombre del grupo. Pero el peso que adquirió en la segunda parte una de las protagonistas, lo cambió todo. Ella, ideada como un mero personaje secundario, se convirtió de repente y por derecho propio en la gran protagonista de ese libro, inaugurando un género que, contra todo pronóstico, parece que se me da bien.

—Con esto enlazamos con lo que más nos gusta aquí, que son las novelas con mensaje. En tu proceso creativo, ¿qué es lo que haces primero? Es decir, ¿qué es antes, el huevo o la gallina?

—En primer lugar, no siempre la idea es transmitir un mensaje. Es cierto que muchas novelas encierran una especie de moraleja, como los cuentos, aunque es posible que también sean novelas-protesta, como algunas canciones que se denominan canción-protesta. Pero sí, hoy en día que todos vivimos en la famosa cámara de eco, es decir, que solo recibimos noticias de aquellos temas que están de acuerdo con lo que pensamos, de nada sirve escribir un blog o un ensayo para denunciar esto o aquello. La novela es una buena alternativa, aunque yo no escribo para eso. Escribo para desahogarme y para crear personajes medianamente creíbles y con los que el lector se sienta identificado. No se trata de hacer ensayos en forma de novela, sino de crear historias humanas, personajes que soporten el peso y las contradicciones de la propia vida, y ya de paso, intentar averiguar por qué les ocurre todo eso. Y respecto a tu pregunta, escribo de una forma muy errática. Desde luego siempre germina todo alrededor de una idea inicial —que no principal—, y van apareciendo las cosas según se me van ocurriendo. A veces, como digo, la idea del principio deja paso a otras que salen al paso, hasta el punto de que transforman toda la novela.

—¿No tienes el síndrome de la hoja en blanco?

—Si te refieres a esa sensación de quedarse sin ideas, a mí no me pasa. Yo no hago páginas “de relleno” para llegar a la extensión exigida convencionalmente. Es algo que alguien me ha achacado en “La Fuerza del Amor”, referente a ciertos capítulos de la tercera parte en los que trato sobre religión. Pero es que realmente ese es el mensaje que intento transmitir en esa novela, siendo quizás “el relleno” todo lo demás, paradójicamente. Lo que pasa es lo que te digo, a mí la inspiración me viene escribiendo, y construyendo un entorno de algo, al final resulta que la idea inicial se ve superada por otras que van surgiendo. No sé si a otros escritores les pasa, pero al menos a mí sí.

—¿Cuál dirías que es tu estilo a la hora de escribir?

—¿Te refieres a la temática?

—No, a eso ya has contestado. Me refiero al tipo de novela. Si son cómicas, dramáticas, psicológicas…

—Me gusta centrarme en los personajes y analizarlos en profundidad. Es muy probable que al terminar de leer una novela tengas perfectamente categorizado a un protagonista, y podrías responder casi sin equivocarte a la típica pregunta de “¿qué hubiera hecho X si le hubieran puesto en esa tesitura?”. O bien, “no, él jamás hubiera dicho eso”. No sé si me explico…

—Sí, que desarrollas mucho la psicología de…

—Más bien las actitudes. Los hechos son los que demuestran cómo es una persona. Aunque también me centro mucho en el debate interno que se produce dentro de alguien cuando le ponen entre la espada y la pared. Pero respondiendo a tu pregunta, yo creo que el género que se ve mucho en mis libros es el drama. A veces soy un poco crudo en los detalles, y quizás lo compense un poco con cierto sentido del humor para que sea todo más digerible. Se podría decir que gran parte de mis novelas son tragicomedias, al estilo de….

—Eso te iba a preguntar, ¿cuál es tu inspiración?

—Es lo que te iba a decir. Mi inspiración es, al menos últimamente, quejarme de algo y para ello hago una novela. En lugar de tener un blog, que lo tengo, aunque no lo uso mucho, me gusta más desarrollar una historia donde los protagonistas sufren las consecuencias de diversas situaciones que son las que quiero denunciar. Ese es el propósito, aunque como te he dicho, luego los personajes son los que mandan.

—Y, ¿en cuanto a la tragicomedia?

—Hombre, ahí la gran novela por excelencia, la Novela con letra mayúscula es Don Quijote. Al protagonista le suceden todo tipo de desventuras, está medio loco, y sin embargo nunca falta el sentido del humor. Y es que yo creo que hoy por hoy es algo más que necesario, aunque eso sí, se tiene que hacer con cuidado cuando se tratan asuntos tan delicados como la violencia de género, el acoso escolar, o las sectas, por ejemplo. Pero salvo en ese detalle, y puesto que yo escribo sin ánimo de lucro, me puedo permitir el lujo de poner lo que pienso sin cortapisas ni restricciones de ninguna clase. No me debo a nadie, porque nadie me paga, y esa es una libertad que otros no tienen. Ellos no pueden hablar de ciertos temas que yo sin embargo analizo en profundidad y sin ningún pudor, aunque sean políticamente incorrectos o socialmente reprobados. Si yo considero que una actitud, una forma de pensar o una forma de actuar está equivocada, me gusta “denunciarla” de esta manera.

—De ahí lo de la novela protesta, ¿verdad?

—Pues sí. Como tú has dicho, novelas con mensaje.

—En ese sentido, tu último libro ha sido muy criticado... 

—Bueno, es una parodia. Una novela satírica llena de tópicos, y con mucho sentido del humor, aunque se toquen temas, digamos, "serios". Eso sí, me he quedado muy a gusto diciendo todo aquello.

—¿Esa era la finalidad de la novela?

—No, en absoluto. El mensaje está ahí, desde luego, pero la finalidad al escribirla fue sencillamente pasármelo bien, y creo que lo conseguí. Ha sido el libro que más he disfrutado, sinceramente.