Más que un nombre, un sentimiento.
Cuenta una vieja leyenda de pescadores que mencionar el nombre real de nuestro pueblo en alta mar traía mala suerte, por lo que empezaron a llamarlo en clave: "El Pueblecillo".
Con el tiempo, lo que empezó como una superstición o incluso un apodo pícaro de los vecinos, los lugareños lo hemos transformado en nuestra seña de identidad más cariñosa.
Para nosotros, ser "El Pueblecillo" no significa ser pequeños, significa ser hogar. Significa ser ese rincón privilegiado donde todo el mundo se saluda, donde no existen las prisas de la ciudad y donde la vida se mide en momentos, no en kilómetros cuadrados.
Si escuchas a alguien decir "Me voy al Pueblecillo", no están hablando de un lugar en el mapa. Están diciendo que vuelven a casa, a su refugio de calma frente al mar. Y ahora, tú también eres bienvenido en él.