Continuó hablando sobre las responsabilidades de las parejas casadas, incluidas las responsabilidades hacia los hijos que probablemente nacerán de dicha unión. Dijo:
"Ellos forman el santuario en el que Dios Todopoderoso infunde un alma que nunca morirá. Están obligados a educar a los hijos que traen a este mundo, y esa palabra, educar, significa desarrollarlos en cuerpo y alma. Tienen que vestirlos y alimentarlos, y deben cuidar de sus pequeñas almas, ante los sacerdotes, hermanos y hermanas, a quienes también están obligados a alimentar, desarrollar y criar para que sean no solo buenos ciudadanos de la tierra, sino también del cielo, donde tendrán como compañeros a los ángeles y a los santos. Y, por cierto, en la crianza de los hijos para que sean corteses, amables, generosos y devotos, la mayor ayuda es el ejemplo del padre y de la madre. El mejor instrumento para criar a un niño y a una niña y hacerlos corteses, amables y todo lo que deben ser como niños y niñas cristianos son precisamente esas cualidades que el niño y la niña ven cuando abren los ojos al uso de la razón. Esas mismas cualidades de cortesía, amabilidad y ayuda mutua las verán en su padre y en su madre...".
El padre Peyton citó que el ejemplo que los padres dan a los hijos con su comportamiento es tan importante como alimentarlos y vestirlos. A lo largo de su vida sacerdotal, infundió esperanza a los jóvenes ensalzando los méritos de la oración familiar diaria, en particular el Rosario, para unir a las familias a imitación de la Sagrada Familia de Nazaret y recibir los beneficios que se otorgan a una familia que reza unida.
-David Goodrich- Archivista
El Venerable Patrick Peyton habla a los niños de una escuela en las Filipinas en 1950.