Hablando a un grupo en Indiana en 1950, el Padre Peyton dijo:
En el mundo, en la nación y en la vida familiar, hay fuerzas poderosas que trabajan contra la paz y la felicidad que todos los hombres buscan. Estas fuerzas son particularmente evidentes en nuestros hogares, donde el aumento de familias rotas, la irresponsabilidad de los padres de familia y la delincuencia juvenil amenazan con socavar la unidad fundamental de nuestra sociedad: la familia.
Es absolutamente necesario volver a los principios espirituales y morales que fueron la fuerza de la vida familiar en el pasado. Como medio para lograrlo, nada podría ser más eficaz ni más adecuado que el restablecimiento universal en la vida del hogar de la práctica de la oración familiar diaria. Ninguna familia que rece a Dios cada día, con fervor y confianza y como grupo, puede dejar de recibir la bendición del cielo, ni dejar de realizar mejor el vínculo de amor y comprensión que debe unirlos en la fraternidad del hombre bajo la Paternidad de Dios.
También escribió en una carta publicada por el Milwaukee Sentinel el 25 de mayo de 1968:
La familia es la célula básica de la sociedad. Pero si queremos transformar la sociedad, primero tenemos que transformar la familia en una verdadera familia de Dios donde reinen el amor, la justicia, la caridad y la compasión. Una familia que reza unida se transformará gradualmente por la gracia de Dios y este amor de necesidad rebasará más allá de los confines del círculo familiar.
Una familia tan conmovida interiormente por la oración verá que hay injusticia y pobreza en el mundo y tomará la iniciativa de corregir los males que encuentre en su quehacer diario en el mundo. No guardarán para sí esta paz recién encontrada, sino que intentarán llevar el mensaje de Cristo a todos los hombres.
Todos nosotros tenemos la obligación de transformar el mundo y llevarlo a Cristo. Mi esperanza es que, a través de una profunda oración personal y de la unión con Dios a través de los miembros de la familia, la gente se dé cuenta de que debe "ocuparse de los asuntos de mi Padre" y corregir los errores de la sociedad.
No es sorprendente que estas poderosas afirmaciones sean compartidas por el mismo hombre que dijo: "La familia que reza unida permanece unida" y "Un mundo en oración es un mundo en paz".