Jinja, Uganda
Una persona dijo una vez: «Cuando trabajamos, trabajamos, pero cuando oramos, ¡Dios trabaja!». Llegué a apreciar esta afirmación cuando se hizo realidad en nuestra situación concreta aquí en nuestro centro ministerial-Jinja. En cierta ocasión, nos enfrentamos a una situación que no requería sabiduría o habilidades humanas, sino la intervención divina. Uno de nuestros colaboradores iba a dejar el equipo y, sin embargo, el equipo sentía fuertemente la necesidad de mantener a esta persona en el equipo. Humanamente hablando, era más fácil escalar y llegar a la cima del monte Kilimanjaro en una hora que revertir una decisión que se había tomado en ese sentido. ¡Esto se había agravado por las circunstancias que rodeaban la situación! Sí, era tan difícil o incluso imposible con los esfuerzos, el intelecto y los empeños humanos, pero seguramente no era así con Dios. Al darse cuenta de nuestra impotencia y limitación, el equipo recurrió a Dios en oración.
La oración persistente y llena de fe hizo que Dios actuara, eliminando todos los obstáculos y haciendo posible que dicho miembro permaneciera en el equipo. El equipo está ahora intacto, gracias a Dios. Antes de confiar en nuestras propias fuerzas, habilidades y sabiduría, probemos siempre con la oración, o hagamos al menos las dos cosas simultáneamente. Nos ahorrará tiempo y esfuerzo, pero también nos ayudará a descubrir el poder de la oración y a experimentar una plenitud inexplicable.
Donde hay oración, hay vida, y al revés.