Según cuenta la leyenda, Hermann Einstein le regaló una brújula a su pequeño hijo Albert cuando tenía cuatro años. A ese regalo, el propio Einstein lo describe como el primer milagro, ¿Qué es lo que hacía que esta brújula se moviera? ¿Qué fuerza invisible estaba actuando a distancia causando este movimiento? Algo tan sencillo como esa brújula llenó su cabeza de imágenes mentales y fue un disparador de preguntas que potenciaron la curiosidad de aquel niño en el mundo de la física. Este es un ejemplo claro de la importancia de acercar a los niños/as experiencias curiosas y diferentes a las que están acostumbrados para potenciar y despertar su capacidad oculta.
Además de esta asociación con la brújula de Einstein, a la brújula en sí misma se la puede relacionar con el concepto de orientación y búsqueda de un “norte”. Esto tiene que ver con el rol de los docentes orientadores que serán parte de este proyecto como una guía para el aprendizaje de los estudiantes.
La deserción en los últimos años de educación primaria y primeros años del ciclo básico secundario es una de las principales problemáticas sociales que afrontan nuestros niños, niñas y adolescentes para poder continuar con sus estudios. Este es un dilema multicausal y se encuentra atravesado por diversos factores que hacen a la vida de cada sujeto. Según Tabaré Fernández (2010) “la tasa de abandono de la educación obligatoria según clase social, género y región geográfica, es un indicador del grado de segmentación que devela la desigualdad con que están distribuidas las oportunidades educativas en una sociedad (…)”.
Sumado a esto, la metodología actual de enseñanza formal segmenta el conocimiento en materias que parecen no tener puntos en común. Esto puede generar un gran desinterés y falta de motivación por parte de los estudiantes, principalmente en ciencias y asignaturas “duras” que parecen no guardar relación con el mundo que los rodea, su realidad cotidiana y su utilidad para resolver problemas reales. Además, el rol del estudiante tiende a ser meramente pasivo y receptor de información, siendo el docente quién imparte el conocimiento de manera homogénea para todo el grupo
En respuesta a lo expresado, este espacio propone realizar un aporte a los procesos educativos, brindando un marco en el cual los estudiantes conozcan distintos modos de aprender, de manera que puedan acceder al conocimiento a través de la experiencia y construyendo saberes compartidos, generados desde la interacción con sus pares, fomentando la autonomía, facilitando el empoderamiento y siendo protagonistas de su proceso de aprendizaje, partiendo de sus propios intereses, gustos y deseos. Se toma en cuenta la singularidad de los sujetos y de esta manera se contempla que cada persona aprende de manera distinta, a diferentes velocidades e incluso con mayor o menor eficacia que el resto. Desde este enfoque se propone un proyecto inclusivo que parte del reconocimiento de la diversidad y de la multiplicidad de formas y ritmos de aprendizaje, siendo de vital importancia el respeto y el reconocimiento de los aportes de los demás, donde todos y todas aportan algo, desde distintos lugares, y cada aporte es igualmente importante para el desarrollo del proyecto. En este contexto, el docente pasa a cumplir una función orientadora y mediadora, proporcionando el andamiaje necesario para la apropiación de los conocimientos que se construyen colectivamente entre los estudiantes y docentes.
Con el objetivo de mostrar el conocimiento como un todo, este espacio busca mostrar la interrelación existente entre las diferentes áreas del conocimiento, y además como éstas se vinculan con los contextos históricos y sociales. Para lograr este fin, el proyecto propone trabajar con un hilo conductor central (como puede ser la vida de un personaje científico, los principales descubrimientos de la historia, etc.) y desarrollar actividades en diferentes disciplinas cada una aportando al entendimiento del proyecto, su ejecución y/o divulgación en la comunidad. Así por ejemplo, un proyecto de radio comunitaria podría permitir aprender sobre la historia de la radio, la sociedad de la época, aprender algunas leyes de la física y la matemática que describen las ondas de radio y al sonido, permitiría trabajar con componentes electrónicos para construir un receptor de radio y realizar una radionovela como proyecto final sumando un componente artístico como en este ejemplo sería la actuación (además de otras habilidades como el lenguaje, la redacción escrita, etc.).
En una época globalizada, donde abunda la información a través de la tecnología y las redes sociales, es fundamental la capacidad de analizar lo que leemos, lo que escuchamos o vemos antes de darlo por verdadero. Espacio Brújula apuesta a la construcción de personas con pensamiento crítico, capaces de cuestionar aspectos fundamentales de su realidad, de discernir entre diferentes argumentos y distinguir la información de valor de la prescindible. El pensamiento abstracto es una cualidad de los científicos y científicas que ayuda a desarrollar este pensamiento crítico. A su vez, actividades que potencien el pensamiento computacional (por ejemplo, actividades de lógica y programación) desde edades tempranas son de gran utilidad para abordar cualquier problemática, aprendiendo a resolver problemas complejos a partir del análisis y la solución a sus partes más simples, identificando patrones repetitivos y desarrollando estrategias y pasos lógicos que unen las diferentes piezas. Cabe destacar que el pensamiento computacional es útil no solo para “programar computadoras'', sino que es una habilidad y competencia extremadamente útil para cualquier individuo para la vida misma.
Por último, y no menos importante, se destaca la importancia de generar espacios desde y para el barrio, que sean apoyados por instituciones ya consolidadas en el territorio. Apostando a crear un espacio que fomente el sentido de pertenencia, el compromiso y el trabajo colaborativo como ejes principales para el desarrollo de sujetos sociales comprometidos con la realidad de su comunidad. Es por ello que se propone trabajar sobre diversas temáticas y problemáticas que nos interpelan como sociedad y que en muchos casos son también vivenciadas por los propios niños y niñas, generando un espacio de escucha, contención y apoyo para poder abordarlas. Desde esta perspectiva Espacio Brújula se propone lograr un acercamiento a las familias con el objetivo de expandir los lazos con la comunidad de manera de lograr un efecto multiplicador de crecimiento y aprendizaje colectivo.
El proyecto inicial está pensado para niños, niñas y adolescentes entre 10 y 13 años aproximadamente (últimos 2 años de primaria y primeros 2 años de secundario).
Si bien el proyecto es abierto y gratuito, el foco inicial está puesto en estudiantes que provengan de familias de bajos recursos y que presenten una gran curiosidad en algún área del conocimiento (preferentemente temas tecnológico-científicos). Es de particular interés para este proyecto encontrar sujetos que tengan un gran potencial latente y que su participación los ayude a impulsar sus intereses, a despertar nuevas curiosidades y a comprender la importancia de las diferentes áreas del conocimiento para el abordaje de problemas reales y el entendimiento del mundo en general.
La validación del perfil está a cargo del equipo de trabajo y se lleva adelante mediante entrevistas con los estudiantes y sus familias. Dada las limitaciones de recursos humanos, sanitarios relativos a la pandemia y de infraestructura, para una primera edición de este proyecto los cupos son limitados.
Se espera lograr una primera experiencia exitosa, que permita armonizar el trabajo del equipo a cargo e identificar oportunidades de mejoras para próximas ediciones. Si se logra sumar colaboradores al proyecto, ya con una base armada de una primera experiencia, para futuras ediciones se podrá ampliar tanto los cupos como los perfiles del público objetivo.