Historia del Programa

Historia del Programa de Educación Intercultural Bilingüe

El Centro de Capacitación Docente “El Mácaro” inicia el programa de Educación Intercultural Bilingüe para dar respuesta al Ministerio de Educación, que promulga, el 31 de enero de 1974, la resolución 14, cuyo artículo 1 decreta “La profesionalización de los docentes que ejercen en educación primaria, sin el titulo correspondiente, en zonas fronterizas y marginadas del país, cuando las necesidades de servicio así lo exijan”. En esa misma resolución, la Dirección de Formación Docente del Ministerio de Educación le asigna a este centro realizar un diagnóstico que debía concluir con una propuesta de profesionalización para los maestros en servicio en las zonas fronterizas e indígenas.

En julio de 1978, se inicia la aplicación de la propuesta de formación docente, cuya estructura curricular estaba formada por 22 asignaturas y respondía a un enfoque homogenizador del programa que se aplicaba para la formación del bachiller docente. Lo novedoso de la misma estaba constituido por un curso de lengua nativa y otro de antropología cultural. La modalidad implementada fue vacacional (lapso 15 de julio al 15 de septiembre). Ello, para evitar que el docente abandonara la escuela durante el período académico, y en consideración de la distancia entre las comunidades indígenas y los centros seleccionados: estado Bolívar (Upata y Ciudad Bolívar), estado Zulia (Maracaibo y Machiques), estado Delta Amacuro (Tucupita) y estado Amazonas (Puerto Ayacucho). Este programa se administró hasta 1983, debido a los cambios en la normativa de formación docente establecidos en la Ley Orgánica de Educación de 1980, cuyo artículo 77 establecía que los docentes en el país debían ser egresados de los institutos pedagógicos y de las facultades de educación de las universidades.

En atención a lo antes expuesto, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (creada en 1987) designa una comisión de docentes con la responsabilidad de elaborar el diseño curricular de Educación Intercultural Bilingüe (1985), a ser administrado con una duración de cinco años, en diez semestres. EL programa ha permanecido vigente para la formación de los docentes que demandan la población indígena y el Estado venezolano. En el mismo orden de ideas, atendiendo a la evaluación curricular realizada en la UPEL y a la normativa actual en materia de educación indígena, esta universidad ha emprendido un proceso de transformación curricular que ha dado como resultado una nueva propuesta para la formación del docente de Educación Intercultural Bilingüe.

La formación del profesor de Educación Intercultural Bilingüe para el nivel de Educación Primaria responde a las características de la sociedad venezolana, identificada como multiétnica y pluricultural. Realidad expresada por la presencia de aproximadamente 45 pueblos indígenas (según censo 2011) y colonias de inmigrantes que, junto al total de la población nacional, cohabitan en las distintas regiones y localidades ubicadas en el territorio del país. De igual manera, constituye una respuesta a los requerimientos de la modalidad de Educación Intercultural Bilingüe, dirigida a atender a la población que, por sus características y condiciones específicas desde el punto de vista étnico, lingüístico o sociocultural, demandan adaptaciones curriculares de forma permanente o temporal con el fin de responder a las exigencias crecientes de los diferentes niveles educativos.

Con la formación del profesor de Educación Intercultural Bilingüe, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador da respuesta al Ministerio del Poder Popular para la Educación (2014), en cuanto a la demanda de docentes que, cada año, son necesarios para atender a la creciente población que ingresa al Nivel de Educación Primaria en las escuelas situadas en las comunidades indígenas del país. Este profesional también podrá contribuir en la organización de dichas escuelas en comunidades multiculturales y plurilingüísticas, convirtiéndolas en espacios interculturales, a fin de garantizar el mantenimiento y fortalecimiento de las lenguas y culturas ancestrales, consideradas como patrimonio de la sociedad venezolana.

MARCELA MAGRO RAMÍREZ LA FUNDADORA DEL PROGRAMA

-Testimonio-


Por la amplia puerta de la vieja casa de los maestros en Catia, penetra animosa una joven morena, de porte elegante, que se hace presente en un evento promovido por la recién creada Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).

Su comadre María Saade en su testimonio como amia y compañera de pregrado Recuerda:

Recuerdo dos grandes excursiones guiadas por Prof. Duilia Govea, nuestra madrina de promoción, y el Prof. Ramón Tovar. El transporte lo llamábamos “el burro amarillo”, era nuestro autobús del IPC. La más larga de esa excursiones: Caracas al Delta del Orinoco, pasamos en lanchones a Tucupita porque no tenía carretera.

Todo nuestro grupo muy comprometidos con nuestro futuro como educadores de nuestro país en democracia. Llegó el día de nuestra graduación 29 de Julio 1967, ese dìa coincidió con el terremoto de Caracas y otras ciudades. No hicimos la fiesta.

Se trata de la profesora Marcela Magro Ramírez, fallecida hace un año, a quien le estamos dedicando el presente testimonio.

El momento que hemos escogido como punto de partida para este in-memorian tiene lugar en 1984, año que consideramos trascendente en la vida de Marcela Magro. Representa un hito en su existencia, pues a partir de esta fecha el rumbo de su vida estará íntimamente ligado al quehacer de la citada institución. El evento mencionado reúne a representantes de todos los institutos universitarios de formación docente que se integrarán para formar la UPEL, los cuales se encuentran repartidos a todo lo ancho del país. Han sido invitados para iniciar la discusión de lo que será una importantísima misión: formular las Políticas de Formación Docente de la naciente institución.

El ambiente es altamente motivante, las mesas de trabajo instaladas a lo largo de uno de los pasillos del querido lar, están en ebullición. La mayoría de los participantes no se conocen entre ellos, pero están a punto de hacerlo, en medio del ambiente creativo y promisor que será la constante de todos los eventos desarrollados por la UPEL durante el período fundacional (1984-1988). La profesora Marcela Magro, que está sumando su granito de arena al trabajo creativo del momento, experimenta enseguida la emoción que anima al grupo, tenía para entonces casi dos décadas de experiencia docente a nivel medio y superior.

A partir de entonces estará presente en todos los proyectos y programas que se desarrollarán y su experiencia irá creciendo a medida que la UPEL crece y se desarrolla. Ese compromiso la llevará a ocupar cargos muy importantes en el Instituto de la Universidad al cual le dedicó su vida profesional: el Instituto Pedagógico Rural El Mácaro, donde se desempeñó como Jefe de la Unidad de Personal, Jefe de la Unidad de Planificación y Desarrollo y Subdirectora de Investigación y Postgrado. Fue, igualmente, Coordinadora Nacional de Educación Intercultural Bilingüe hasta su partida.

También en el ejercicio de la carrera obtendrá importantísimos títulos académicos, tales como el de Magister y posteriormente el de Doctora en Educación, otorgados ambos por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. A ella se sumó una larga lista de reconocimientos de la propia UPEL, del Ministerio de Educación y de otras instituciones. Estuvo presente en numerosos congresos y eventos nacionales e internacionales de gran relevancia.

Quiero, por otra parte, dejar constancia en este testimonio de la parte afectiva, de la relación que tuvimos con Marcela Magro, e incursionar en el lado humano de profunda y hermosa amistad que nos unió por más de cincuenta años. Esa amistad nació, en un principio de la relación profesor-alumno. Marcela ingresó en el Departamento de Geografía e Historia del Instituto Pedagógico de Caracas a principios de la década de los sesenta y egresó como profesora en 1967. Formó parte de las primeras promociones que se formaron bajo la orientación de quien suscribe estas líneas. Yo había ingresado como profesora de ese Departamento en 1961. Fue una alumna excepcional, de las mejores de su clase y eso nos unió mucho al principio, pero posteriormente fue, sobre todo, una amistad entre seres humanos que se quisieron entrañablemente. Esa relación hizo que mi casa fuera siempre su casa. Permanentemente había un cuarto para Marcela cuando le tocaba quedarse en Caracas durante las numerosas tareas que desarrollábamos juntas.

El acercamiento que compartimos nos llevó a disfrutar también en lo personal. Juntas realizamos varios viajes por Venezuela y el extranjero. Deseo recordar especialmente uno de esos viajes, el que hicimos a la República Dominicana cuando se publicó la obra de Mario Vargas Llosa La Fiesta del Chivo, la cual como se sabe tiene como escenario ese país. Se acababa de publicar la novela cuando nosotras llegamos a la isla y nos alojamos en el mismo hotel donde se inicia la trama del libro, que se estaba, además vendiendo allá mismo y era objeto de todas las conversaciones y comentarios en los pasillos y en todo el ámbito del hotel. Obviamente, compramos el libro, lo compartimos, formamos parte de ese ambiente durante toda nuestra estancia en la isla. Fue una ocasión excepcional para compartir la novela y también para disfrutar la ciudad, con las empedradas y viejas calles de la urbe antigua, el palacete de Colón y muchas otras atracciones turísticas.

Es oportuno recordar, a estas alturas de nuestro relato, la especial persona que era Marcela Magro, llena siempre de sentimientos bondadosos, de amor por sus queridos hijos: Martín y Moisés. De noble y generoso corazón también para con los otros, con sus amigos y para con los desvalidos. Todo ello la llevó a cultivar el estudio de la población indígena de su región natal: Guayana y del resto del país, a cuyas etnias dedicó buena parte de su vida profesional, hasta convertirse en una excepcional conocedora de sus culturas y lenguajes. Desde los inicios de la UPEL tuvo bajo su responsabilidad esta importante área.

Deseamos también dejar constancia de la dedicación que Marcela Magro tuvo para con sus colegas maestros. Desde muy temprano en el ejercicio de la profesión se comprometió con el mejoramiento y profesionalización del magisterio venezolano, que venía de salir del descuido e irresponsabilidad de un gobierno dictatorial que, por mucho tiempo, pensamos ingenuamente, sería el último que sufriría Venezuela, nos referimos a la dictadura de Marcos Pérez Giménez. Esa preocupación la llevó a cerrar filas en un programa que creó la democracia para solventar la enorme deficiencia que tenían los maestros de entonces: El Programa Nacional de Formación Docente. También por esta razón colaboró como figura principal en la creación de la Fundación del mismo nombre, puesta en marcha mediante un convenio entre la UPEL y el Ministerio de Educación.

Esta organización creada en 1986 se transformó en el 2007 en la Fundación de la Universidad Pedagógica para la Educación Permanente y Continua de los Docentes FUNDUPEL. Durante más de tres décadas ambas instituciones han estado desarrollando programas en beneficio del mejoramiento académico y profesional de los maestros. Marcela Magro intervino en todos esos programas. Especialmente significativa fue su colaboración en el diseño, perfil y características de la Revista Onza, Tigre y León, La Dra. Marcela Magro se desempeñó como Secretaria Ejecutiva de ambas instituciones, desde sus inicios en 1986 hasta la creación de Fundaupel y se mantuvo, además, como colaboradora de ésta hasta sus últimos momentos.

Debemos resaltar que durante su vida macarina, la que llevó con orgullo y honra Marcela se dedicó a la formación de los docentes en servicio que hacían su vida en las comunidades indígenas. Desde su inicio trabajó para su trabajo de ascenso en la propuesta curricular, además de seguir consecuentemente colaborando con el llamado Programa EIB, hoy Especialidad EIB, contando para ello con el apoyo de Filadelfo Morales, 8UCV) Esteban Emilio Mosonyi, (UCV) María Isabel Ramírez (UPEL IPMAR), José ÁLvarez (LUZ), José Lara. UPEL /Amazonas, para la elaboración del documento para la Maestría y Doctorado EIB. Desde la práctica pedagógica, investigativa y de extensión Marcela se daba a la tarea no sólo e dar clase sobre determinado contenido, sino que se proponía crear en los muchachos, (como ella decía) una reflexión constante sobre la vida, el futuro y sobre todo el hacer con las semillitas, esos niños y niñas cuya formación descansa en la excelencia de la formación docente.

La profesora Arelis, comenta

Marcela, enseñaba las normas de la institución con el ejemplo. Asimismo, tomaba en cuenta la parte humana y familiar del trabajador, esto no significaba que no fuera estricta para requerir el cumplimiento del deber, con su sonrisa, el tono suave y firme al hablar lograba los objetivos de la organización.

Carácter, dulzura y respeto son cualidades que la acompañaron siempre en su trayectoria. Tendía la mano a sus alumnos con fraterno cariño plagado de regaños maternales, de alertas, de allí que muchos la llamaban madre. En Apure sus dos últimos hijos de los que se sentía orgullosa son los profesores Lisandro y Gregorio Díaz, dos personas en las que vio don de gente y de maestros.

En amazonas la tierra mágica vio una y otra vez consolidada su labor docente, un hacer integral investigación, docencia y extensión. Todo esto la llevo a ser investigador I, en el PPI Programa Promoción al Investigador. Esta labor la llevó a conocer muchas comunidades en todas partes: Bolívar, Amazonas, Monagas, Anzoátegui, Zulia, Apure e incluso con los Aimaras y Kechuas en Bolivia, Ecuador y Perú. Su legado se pasea por los pasillos de Mácaro, SU MÁCARO en su sede y en todas sus extensiones académicas. Su trato afable con todo el personal: de servicio, administrativo, obrero y docente le ganó grandes afectos. Sus sueños siguen en cada uno de nosotros, el legado por la búsqueda y exigencia de una educación de calidad para todos, permanece en nosotros y en nuestros trabajos. He acá una UPELISTA, una macarina que honró su profesión, queda de nosotros seguir con el mismo ahínco para formarnos continuamente y devolver con enseñanzas, entereza a nuestros estudiantes. La universidad somos nosotros UPELISTAS, el prestigio ganado durante estas siete décadas nos precede. Seguiremos escribiendo con la misma pluma que honro a nuestros maestros como lo fue Marcela Magro.

Llegamos así al final del breve periplo, recuerdo, testimonio de la vida y de la obra de Marcela Magro Ramírez. Su muerte prematura, acaecida un 24 de julio de 2018, nos ha dolido mucho. La joven morena, elegante, que cruzó la puerta de la vieja casa de los maestros en Catia cierto día de 1984, coronó su carrera cuando la Universidad que ella contribuyó a crear tomó su nombre como epónimo de la promoción de 201

La recordaremos permanentemente y será para cada uno de nosotros, sus colegas y amigos y para los educadores que siguieron sus pasos docentes, un ejemplo y una referencia constante y aleccionadora.

Duilia Govea de Carpio y María Isabel Ramírez

Maracay 2020