Se suma Fitch a Banco de México: reduce expectativa de crecimiento a 1.6%

Instituciones privadas y públicas señalan que el crecimiento de la economía de México será inferior incluso a lo experimentado en los últimos sexenios; queda un amplio trecho entre el presente y la meta de López Obrador de un PIB por encima del 4% en 2024

Foto: Alto Nivel
José Luis López
21 de marzo de 2019

El 27 de febrero fue el Banco de México y el 20 de marzo hizo lo propio la calificadora Fitch Ratings: el crecimiento económico de México será menor a lo proyectado en sus análisis previos, al pasar de 2.1% a 1.6%. No es un acuerdo entre particulares querer dañar la credibilidad del presidente López Obrador, sino que una empresa certificada para calificar el comportamiento de las economías y de otras empresas, así como el Banco Central autónomo del país, coinciden en que México tendrá un crecimiento apenas perceptible, incluso por debajo de lo que se ha tenido en los últimos sexenios.

Las causas por las que las expectativas en el crecimiento económico de la nación están a la baja se deben a diversos factores, como la desaceleración económica a fines de 2018 y los débiles datos del presente año, la reducción del gasto de gobierno (situación que no necesariamente es positiva), los problemas de abastecimiento de gasolina en las primeras semanas de 2019, huelgas y detención de la producción en sectores clave, la creencia de que las medidas de rescate de Pemex son insuficientes, y finalmente las expectativas negativas del empresariado, que se señalan en El Pueblo Sabio contra Organismos Internacionales y calificadoras.

Resulta llamativo que se proyecte un crecimiento económico tan bajo, para Banxico en el rango de 1.1% a 2.1% y de 1.6% para Fitch, cuando la meta del gobierno federal es impulsar un auge en la economía mexicana de 4% promedio anual al finalizar el sexenio. La duda es cual será el medio por el que esta tendencia no caiga hasta crecimiento negativo y una crisis económica, sino que se pueda revertir, y si la relación costo-beneficio de las obras planeadas por el gobierno, como la Refinería Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, serán suficientes para impulsar encadenamientos productivos en todo el país y si el panorama internacional lo permite.

Aunque en 1994 ocurrió la última depresión con origen nacional, es necesario tener presente que las crisis económicas son cíclicas, ocurren cada cierto tiempo y hemos sido afectados por algunas que han surgido en otras partes del mundo, incluyendo la de 2008-2009 con origen estadounidense. El problema no solo es la crisis, sino las posibilidades de salir adelante. Durante la crisis de 2008, Estados Unidos tuvo una rápida recuperación gracias a las inyecciones de capital del gobierno sobre el sector financiero, reactivando el consumo paulatinamente, a la par de disminuir drásticamente la tasa de referencia de su banco central, la Reserva Federal (o Fed), para aumentar los incentivos a la inversión. En la actualidad, México parece estar poco preparado para hacer frente a un evento de esta naturaleza y solo cuenta con un instrumento para reactivar a la economía cuando sea necesario: la tasa de interés de 8.25% y el dinamismo que generaría reducirla, pero se carece de solvencia fiscal especialmente en este sexenio en el que la política social es darle recursos a toda la sociedad, de modo que se considera que los ingresos del gobierno serán insuficientes para cubrir todos los compromisos que ha hecho el presidente y se recurrirá a la deuda.

El problema será si México podrá tener los recursos y herramientas para salir de la crisis que parece avecinarse y a la par lidiar con el problema del sobreendeudamiento u optar por impulsar una muy necesaria reforma fiscal para aumentar los recursos hacendarios y tener más soltura en incrementar el gasto en el futuro. Por tanto, México necesita mayor recaudación fiscal para PND (Plan Nacional de Desarrollo) y debe hacerse ahora mismo, pese al costo político, si es que se requiere que el crecimiento nacional llegue a ser de 4% antes de 2024.