El Pueblo Sabio contra Organismos Internacionales y calificadoras

Datos contrastantes entre la situación de Pemex, la confianza de los empresarios y la reducción en la captación de impuestos, respecto al criterio social de la favorable guía de la economía por parte de López Obrador.

José Luis López
7 de marzo de 2019

Si algo sabe hacer bien el presidente Andrés Manuel López Obrador es poder llegar a las masas, a través de un discurso plagado de promesas y la visualización de un mejor futuro, en el que los vicios del neoliberalismo queden en el pasado, y que exista una redistribución de la riqueza hacia los pobres y necesitados, no importando si cometieron errores en el pasado. Este discurso presidencial ha sido la base para que la persona promedio considere que la economía estará mejor en los siguientes meses, reflejándose en el Índice de Confianza al Consumidor (ICC), que en su reporte del mes de febrero ha demostrado que hila un trimestre (diciembre-febrero) en máximos históricos, debido a que los consumidores creen que es un buen momento para adquirir bienes de consumo duradero y que en los siguientes 12 meses habrá crecimiento constante, como se comenta en Confianza del consumidor hila 3 meses en máximos históricos.

Por el contrario, esta perspectiva positiva no es compartida por los empresarios, pues tanto el Indicador de Confianza Empresarial Manufacturero como la encuesta de Banco de México a especialistas en economía del sector privado demuestran pesimismo en realizar inversiones, a la par de considerar que en los próximos 6 meses será más complicado. Acompañando a esto, los ingresos por IVA en enero de 2019 tuvieron su peor caída desde 2009, a causa de menor dinamismo en la economía y por los efectos de la reducción de este impuesto en la frontera (de 16% a 8%), mientras que el ISR aumentó solo un 1.4%, siendo su crecimiento más bajo desde 2015; en conjunto, esto es el símbolo de una desaceleración en el consumo, resultados negativos de la estrategia obradorista en la frontera durante su primer mes de aplicación, en la reducción de empleos y recorte de salarios.

Pero lo más destacable es el caso de Petróleos Mexicanos (Pemex), quien por muchos años ha sido la joya de la corona para el gobierno de México, al estar en severas dificultades a causa de los desfalcos, la corrupción, una administración ineficiente, exceso de privilegios a los empleados de todos los niveles, poca inversión, saqueo de los recursos propios por la Secretaría de Hacienda, así como por falta de análisis y autocrítica durante décadas de descuido, pero también por no poder brindar soluciones en el presente y en los siguientes años ante la perspectiva a la baja de la economía por las agencias calificadoras, así como por la falta de experiencia de su actual director, el agrónomo Octavio Romero Oropeza.

Justo cuando todo parece ir en contra de la opinión de la sociedad respecto al buen comportamiento de la economía, puede considerarse el postulado de John M. Keynes (1883-1946), uno de los economistas más relevantes del siglo XX, al considerar como fundamentales a las expectativas y emociones- o espíritus animales, como señalaba el propio Keynes- en el comportamiento de los agentes y siendo una especia de guía, de modo que lo que la opinión popular indique es lo que debería de suceder. De esta forma, las expectativas son difundidas por el gobierno federal y es el resto de los agentes quienes deberían ponerlas en marcha.

Este es el momento de comprobar que las expectativas y la aprobación del pueblo sabio a las medidas del nuevo gobierno son más relevantes que los indicadores y las cifras de los organismos especializados, porque son análisis de personas con poca cercanía a la economía real, como Standard & Poors y Moody´s o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), o por el contrario reafirmar que estos análisis, índices y sus resultados en el mundo real no se dejan guiar por los discursos de la Cuarta Transformación, que la popularidad de un funcionario público no pesa más que la economía real.