Endeble crecimiento de la economía en el primer trimestre del año

INEGI dio a conocer el valor del Producto Interno Bruto, el cual representa el valor más bajo al inicio del año desde 2010. ¿Las acciones de la siguiente administración lograrán revertir ésta tendencia?

Alejandra Del Ángel
25 de mayo de 2018

El día jueves 24 de mayo del año en curso, en su comunicado de prensa número 245, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer el valor del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer trimestre de 2018. Respecto al trimestre anterior tuvo un aumento del 1.1 por ciento en términos reales, por otro lado, la variación anual representó un incremento real del 2.3 por ciento. Este es el inicio más bajo después de la gran crisis de 2008-2009.

Es cierto que posterior a esta crisis el crecimiento económico mundial ha sido lento, sin embargo, parece que México no ha logrado recuperar el ritmo de crecimiento a diferencia de países en América Latina, tales como Chile y Perú, que para el primer trimestre de este año registraron un una variación anual del 4.2% y 3.2% , respectivamente.

Algunos especialistas en el tema han señalado que el factor detrás de este lento crecimiento son los bajos niveles de inversión productiva del sector público que se ha hecho en los últimos años. Es por ello que independientemente del resultado en las elecciones presidenciales del 1 de julio y de acuerdo con los niveles de crecimiento PIB, parece necesario que la implementación de la política económica no se quede en el corto plazo, es decir, que la visión tenga más un alcance de mediano y largo plazo.

Existen diversos modelos que tratan de dar explicación al funcionamiento de la economía, pero actualmente un consenso macroeconómico encuentra en el Modelo de las Tres Ecuaciones el marco teórico más cercano a este objetivo. En este contexto las políticas que actúan sobre el mercado pueden clasificarse en dos grupos, políticas de oferta y políticas de demanda. Como parte del proceso de campaña para las elecciones presidenciales, los candidatos han puesto sobre la mesa, principalmente, propuestas de política que incentiven la demanda, esto es, incrementos en el gasto, mayores transferencias y reducción de impuestos, generando el aumento del consumo en el corto plazo, así como el nivel de producto. No obstante, este tipo de política expansionista puede tener resultados contrarios a los cuales se pretende llegar.

El contexto actual de la economía hace difícil comprender de dónde surgirán los recursos que se planean gastar en las propuestas económicas de los candidatos, pues la salud de las finanzas públicas se ha deteriorado a ritmos acelerados en el último sexenio, dejando nuevos retos para la siguiente administración. De tal manera que las opciones disponibles para la ejecución del gasto ante las protestas, son dos: el aumento de la deuda o el aumento de los ingresos del sector público. La prima pierde viabilidad ante los altos niveles que actualmente presenta y el empeoramiento en las calificaciones de riesgo que ocasionaría; y la segunda implica necesariamente una reforma fiscal que incremente la captación de ingresos a través del aumento en la tasa impositiva y la base gravable, uno de los principales problemas que adolecen la economía nacional, dado el nivel de informalidad existente en el país. Quizá la interrogante final sería: ¿Acaso los candidatos y sus equipos ven alguna otra opción?