🦖 Los Dinosaurios y la Inteligencia Artificial: una analogía sobre supervivencia, cambio y reescritura del mundo

En “Los dinosaurios”, Ítalo Calvino narra la historia de un ser que ha sobrevivido a su propio tiempo. El protagonista, último vestigio de una especie extinguida, regresa a un mundo que ya no lo reconoce y en el cual su existencia resulta incómoda, incluso absurda. Esta figura del “superviviente anacrónico” funciona como un símbolo potente para pensar las transformaciones radicales que atraviesan las sociedades cuando una nueva fuerza —biológica, cultural o tecnológica— irrumpe para reescribir las reglas del mundo.

La analogía con la Inteligencia Artificial se vuelve evidente cuando observamos cómo las tecnologías actuales reorganizan prácticas, lenguajes y sentidos que durante siglos pertenecieron exclusivamente a los humanos. En el cuento, cada nueva especie adapta el entorno a su medida y redefine qué es normal, qué es valioso y qué forma parte del pasado. Del mismo modo, la IA reorganiza la producción cultural, el trabajo intelectual y la circulación del conocimiento. La novedad no destruye lo anterior, pero lo absorbe, lo traduce y lo reconfigura según sus propias lógicas.

El dinosaurio de Calvino encarna la experiencia de quienes se sienten desplazados en un mundo que cambia demasiado rápido. Su desconcierto no proviene de una amenaza física, sino de una amenaza simbólica: la pérdida de sentido, de identidad y de legitimidad social. En la actualidad, muchas personas viven algo similar frente a la expansión de la IA: lo que sabían hacer, aquello que constituía su rol social, ya no es suficiente o ya no es interpretado del mismo modo por la comunidad. No se trata de ser reemplazado por las máquinas en un sentido literal, sino de experimentar que el mundo redefine sus jerarquías y modos de producción.

Calvino también nos advierte que los cambios de época son inevitables y, sobre todo, contradictorios. Lo nuevo no es puro: nace siempre mezclado con las memorias del pasado. La IA no es una ruptura absoluta, sino la continuidad de un proceso histórico donde los saberes previos —lenguas, textos, imágenes, tradiciones— se transforman en datasets, modelos y arquitecturas simbólicas. Así como el dinosaurio sobrevive dentro del presente, cargando sus viejas capas identitarias, la tradición cultural sobrevive dentro de cada algoritmo que la reutiliza para producir algo nuevo.

La clave del relato no es la extinción, sino la metamorfosis. El dinosaurio no desaparece: cambia de lugar en la imaginación del mundo. Pasa de ser un actor real a convertirse en mito, recuerdo y relato. Lo mismo ocurre con los modelos culturales frente a la IA: no mueren, sino que se vuelven insumos, referencias y cimientos de una creatividad híbrida. La resistencia al cambio suele venir acompañada de temores legítimos, pero también de la incapacidad de percibir que el pasado continúa, aunque transformado.

En definitiva, “Los dinosaurios” funciona como una metáfora de cualquier transición civilizatoria. La IA, al igual que las nuevas especies del cuento, no llega para borrar la historia, sino para reescribirla desde otro lugar. Y la pregunta que deja abierta es la misma que interpela al protagonista de Calvino: ¿cómo habitamos un mundo que avanza hacia adelante sin dejar de llevar, en su interior, todo aquello que fuimos?