Tegucigalpa, Francisco Morazán, 1993
Periodista, gestora cultural y editora de libros. Ha sido consultora para Flacso-Honduras y revisora externa para la Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas (RICSH, México). Actualmente trabaja en la Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), donde es editora de la revista cultural Altoparlante.
"La edición de un libro implica hacerme preguntas; hacerle preguntas al texto, dudar, cuestionar ideas, consultar libros, manuales, diccionarios".
Silvia Matute
Hola, de nuevo. En esta ocasión, tengo el placer de conversar con Silvia Matute, una talentosa editora y periodista. Actualmente se desempeña como especialista en edición y corrección de estilo en la Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y es reconocida por su destacada labor como editora en la revista cultural Altoparlante.
Hola, Silvia. Sabemos que usted tiene una formación como periodista, ¿podría contarnos cómo fue la transición de su carrera en el periodismo hacia el rol de editora en la UNAH? ¿Qué la llevó a tomar esa dirección?
Bueno, primero que todo, gracias, Dilia, por tomarme en cuenta y la felicito por esta iniciativa de entrevistar a editoras hondureñas. Creo que es una excelente iniciativa y, en cuanto a su pregunta, debo decir que en mis últimos años de la carrera de Periodismo me incorporé al Grupo de Investigación Filológica. Empecé a desarrollar una serie de investigaciones relacionadas con el periodismo de viajes y la literatura de viajes escrita en Honduras. Mientras desarrollaba estas investigaciones, mis compañeros del grupo me compartieron algún artículo para que lo revisara y, en caso necesario, corrigiera los errores que encontrara. Así comencé en el mundo de la edición: como correctora. Recuerdo que me gustaba mejorar y pulir la redacción de estos textos. Ya, en el 2017, se me presentó la oportunidad de trabajar como especialista de corrección de estilo en la Editorial Universitaria y, desde entonces, el recorrido ha sido largo y he aprendido muchísimas cosas, y lo sigo haciendo.
Excelente, sin duda, la labor de correctores y editores es una labor en la que cada día se aprende algo nuevo. Ahora bien, ha sido notable esta nueva etapa de la Editorial UNAH en los últimos años, donde se ha definido un concepto y una línea gráfica muy notable. ¿Puede hablar sobre su rol y contribución en esta evolución editorial? ¿Qué aspectos considera más significativos en este proceso de redefinición editorial?
Puedo decir que, en cuanto entré en la Editorial, me vi en la necesidad de tomar cursos de corrección, puntuación y edición. En uno de esos cursos que recibí en la Penguin Random House, aprendí sobre corrección ortotipográfica, que es básicamente la corrección que se realiza en el texto ya maquetado. Comencé a fijarme más en la composición gráfica de nuestros textos, de los textos de la editorial y advertí varios puntos de mejora en la maquetación. Con la Editorial, puntualmente con el licenciado Carlos Ordóñez y la diseñadora Daniela Lozano comenzamos a hacer una serie de pruebas de cajas textuales, tipografías, tamaños, interlineados, estilos, jerarquías para títulos y subtítulos. Desde ese proceso, surge esa serie de mejoras en cuanto a la corrección, diseño y maquetación de los libros. También surge la idea de crear colecciones, de rediseñar el logo de la Editorial, de crear manuales, como el Manual de identidad visual, un Manual de diseño editorial y, por supuesto, un Manual de corrección de estilo. Todos estos cambios, Dilia, han sido paso a paso y gracias al aprendizaje y esfuerzo de cada miembro del equipo editorial.
Excelente; lo cierto es que ha sido un largo camino por recorrer y que continúa. ¿Cómo cree que esta nueva definición de concepto ha impactado en la visibilidad y relevancia de la Editorial UNAH en el ámbito cultural y académico?
Yo creo que ha impactado notablemente, pues, cada vez son más los académicos y autores que se acercan a la Editorial para confiarnos su obra o su trabajo. También, cada vez son más las personas que nos han manifestado que les gusta ese nuevo diseño y el rigor con el que ahora trabajamos en la Editorial Universitaria.
Trabajar en una editorial universitaria implica una interacción cercana con el conocimiento y la academia. ¿Cómo cree que esta experiencia ha influido en su desarrollo como editora y periodista?
Puedo decir que he aprendido mucho sobre distintos temas, y eso estimula mi pensamiento y mi curiosidad. La edición de un libro implica hacerme preguntas; hacerle preguntas al texto, dudar, cuestionar ideas, consultar libros, manuales, diccionarios. En este proceso, se aprende mucho, y creo que también lo que me gusta es que, en este proceso y con cada libro que reviso, entreno mi pensamiento crítico y creativo.
Sí, es un proceso de mucho aprendizaje. En cuanto a la revista cultural Altoparlante, usted como editora, ¿puede compartir cómo ha contribuido en la definición del concepto y enfoque de la revista? ¿Qué tanto hay de Silvia Matute en este proceso creativo? ¿Qué elementos considera esenciales para mantener la identidad y relevancia de esta publicación cultural?
Dilia, la idea de Altoparlante creo yo que fue un fogonazo mental que de un momento a otro se convirtió en un proyecto de producción y divulgación cultural. Altoparlante comenzó en sus primeros números como un boletín y ahora es una revista, sin duda, un gran logro. Y en la que se abordan temas del quehacer universitario y la cultura desde una perspectiva integradora, reflexiva y constructiva. En cuanto a ciertos aspectos que para mí son gratificantes, debo mencionar que ampliar nuestra red de contactos de autores, investigadores y personas involucradas en el ámbito cultural. Otro aspecto gratificante o elemento, creo yo, es ver el producto ya terminado, porque ese resultado de un esfuerzo en conjunto de autores, correctores, editores y diseñadores. Y, tal vez, un tercer aspecto que me produce mucha satisfacción es ver que la revista se comparte en distintos espacios. Siempre es gratificante escuchar comentarios de que la revista gusta mucho, que es atractiva por su contenido, que usan las ilustraciones y los elementos gráficos. Creo que esto me motiva aún más para continuar mejorando esta publicación que, sin duda, dará de qué hablar durante muchos años más.
En su opinión, ¿considera que el trabajo de las editoras en Honduras ha alcanzado el reconocimiento que merecen o piensa que aún hay un camino por recorrer en términos de visibilidad y valoración de su labor?
Creo, sin duda, que todavía hay un camino por recorrer. Recuerdo, recientemente, estar leyendo un libro que se llama Mujer y los libros, que habla de la relación que han tenido las mujeres con los libros a lo largo de la historia, en distintas etapas de la humanidad. La autora comentaba que ella se había matriculado en un curso de edición y corrección, pero que se sorprendía porque la mayoría de los profesores eran hombres, solo como dos o tres mujeres (siendo este un campo en el que las mujeres están brillando). Como decía Borges: “Hay ciertos oficios que requieren sensibilidades especiales”, y creo yo que este es uno de ellos... en el que la mujer puede aportar, y ya lo está haciendo, estamos aportando muchísimo como correctoras, diseñadoras, ilustradoras, traductoras y, pues, es un trabajo que poco a poco se va a ir visibilizando o, de hecho, ya se está visibilizando cada vez más y no solo en Honduras sino a nivel internacional, lo cual pues me produce mucha satisfacción y estoy muy feliz por ello.
De hecho, el estar hoy con usted es un objetivo, el visibilizar esta importante labor que desarrollan las mujeres hondureñas, que no siempre es destacada o reconocida como merece. Ahora bien, ¿hay alguna editora hondureña que admire mucho?, ¿por qué?
Sí, puedo mencionar a la licenciada Isolda Arita, quien es la directora de la Editorial Guaymuras, una editorial que ha sido la pionera en la labor editorial y en la divulgación del pensamiento hondureño. A doña Isolda recientemente la entrevisté para conocer, pues, esa experiencia de dirigir esta editorial y me confesó de que ha tenido que lidiar o solventar muchos problemas en medio de tantas dificultades, de un país que, bueno… no tenemos tantos lectores como quisiéramos, ¿verdad? También hay un ambiente hostil en este sector para el libro, entonces, en medio de todo eso ha sido una persona que que ha podido sacar adelante una editorial y que en ese proceso ha tenido que aprender una serie de cuestiones relacionadas con la administración, con la mercadotecnia, con el sector editorial internacional. Entonces, creo yo que sí: la licenciada Isolda merece un reconocimiento especial por esos 35 años de compromiso y trayectoria en el mundo de la edición en Honduras.
Para finalizar, ¿qué consejos o mensajes les daría a las mujeres que están interesadas en iniciar en el campo de la edición en Honduras?
¿Qué consejo les daría? Creo yo que es trabajar con pasión y compromiso por los libros y de esta idea o a partir de esta idea surge la motivación, la motivación por ser mejores profesionales y por ir perfeccionando en nuestro trabajo día a día.
"La idea de «Altoparlante» creo yo que fue un fogonazo mental... que de un momento a otro se convirtió en un proyecto de producción y divulgación cultural".
Silvia Matute