Cosmopólitik

¡Bienvenides a Cosmopólitik!

Si han llegado hasta acá, es porque realmente les interesa esta propuesta (o por lo menos tienen tiempo o ganas de chusmear de qué se trata). Para participar de esta investigación, les invito a recorrer las distintas instancias presentadas aquí en el siguiente orden.

EP00 - Contexto y confusión

La astrología como ciencia sagrada — Supuestos básicos subyacentes

Supuestos básicos subyacentes

La astrología como ciencia sagrada — Cuestionario 1

Lecturas sugeridas para los temas abordados en este video


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Lecturas generales sugeridas


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EP01 - Sobre las cartas la mesa: ¿Hay un sustrato esotérico en la política?

¡Hola cibergente! ¿Andan bien? Que así sea! En este capítulo, me intresa que podamos abordar la dispersión del anterior video, y proponer cuatro ejes entre los cuales situarnos para construir el objeto de nuestra investigación.

Anteriormente, repasamos un poco el contexto: los hechos que me fueron condicionando y apuntalándo a crear este enfoque; cuáles fueron mis motivaciones antes y cuáles las de ahora; más o menos desde qué línea política puede entenderse mi pensamiento; qué acontecimientos me interesa observar.

Pero cuando hacemos antropología, eso que llamamos “lo observado” probablemente no es lo que vemos: siempre hay una construcción mediante, una interpretación, y sobre todo, un posicionamiento que habilita a percibir aquello que no está explicitado. Aquello mismo, es una invención, por lo que podríamos advertir: todo esto está inventado. La materialidad existe, pero sus formas son inventadas. Lo mismo pasa con lo observado: existe y se inventa su lectura.

Me detengo acá porque sino me vuelo. El asunto es, entonces, pensar cuatro polos por los cuales vamos a circunscribir eso que vemos y darle una forma definida. Entonces, lo que sigue a continuación es un poco explicar por qué cuatro, para luego desarrollarlos. Sigamos por acá.


Breves apuntes metodológicos 1 – La ficción de la ciencia

¿Alguien acá sabe como se hizo la ciencia? La ciencia se hizo, fundamentalmente, a base de errores. Históricamente, la ciencia se inventó para evitar resultados insatisfactorios y resolver necesidades. Pero más allá de eso, que merece su propio espacio, empecemos por situarnos en un tiempo presente para la ciencia, contemporáneamente, a múltiples hechos que la sacuden epistemológicamente, desde la década de los 60's en el siglo XX.

En Ciencias Sociales hubo un salto cualitativo por la pluralidad de irrupciones teóricas, pero en Antropología lo que sucedió especialmente fueron crisis metodológicas, por la efervescencia de identidades subalternas. Encendidas por intensos acontecimientos socio-políticos, estas identidades emergentes marcaron un cambio a nivel metodológico en Antropología, al romper con la cristalización de las identidades construidas, especificamente hacia poblaciones indígenas.

Desde aquel entonces, hablamos de que la Antropología, y todas las ciencias, están en crisis. Pero en el caso de la Antropología, quizás ese es su talento, porque invoca esa desnudez de la realidad. Al desproveerla de su naturalidad, todo se revela como creación, involucramiento, percepción. Si nada está dado, todo está por hacer. Pero, ¿cómo impacta esto a nivel metodológico?

Superada la naturalidad clásica, las metodologías antropológicas no pueden más ser simplemente observar una cultura e inferir sus reglas y propósitos. Ni tampoco solamente interpretarla, o buscar su sistematización. Y mucho menos, repetir fórmulas teóricas ni metodológicas. En definitiva: también, deben ser inventadas.

Los procesos de investigación y sus formulas siempre se van adaptando a los resultados. Esto es, porque nuestro objeto de estudio es principalmente caótico. Entonces, a partir de esto, es que nuestra metodología es 100% invención propia, más allá de que contenga herramientas intelectuales provenientes de otras fuentes, que son adecuadamente citadas, ponele. Así que ahora vayamos a presentar nuestros elementos, las cuatro patas de esta mesa:

Oros, Copas, Espadas y Bastos

¿Por qué estos cuatro? Representan, en primer lugar, los cuatro elementos fundamentales en el Tarot: espadas, oros, copas y bastos. Si, esos con los que jugamos al truco. Estos palos del Tarot son instrumentos simbólicos que representan los cuatro elementos y sus distintos estados de la materia. Son los Arcanos Menores del Tarot los que habitan la mesa del Mago, el Arcano 01. En segundo lugar, son cuatro puntas las que necesito para formar este mandala, para emprender en una especie de metodología esotérica.

¿Y qué sería una metodología esotérica? Se trata de una convicción de que para este objeto metodológico, es necesario un enfoque esotérico para dar cuenta de un fenómeno no visibilizado, o en otras palabras, oculto. Por último, se trata de esas herramientas, aquel marco metodológico, que inventa y encuadra un objetivo, aquello que deseamos mirar.

¿Cómo es un instrumento simbólico? Los símbolos son condensadores de múltiples significantes, que se conectan por un significado común. Es decir, distintas formas (materiales) de una misma energía (vibratoria), distintas expresiones de un mismo fenómeno. Lo instrumental de los símbolos es lo que los caracteriza: pueden representar “cosas opuestas”, porque su función es sintetizar una pluralidad de expresiones e informaciones que conectan una vivencia individual (subjetiva) a una colectiva (objetiva). Los símbolos son puentes entre el afuera y el adentro: un tercer espacio.

Ahora, cuando veamos cada uno de los elementos, habremos de entender que nos referimos a un conjunto de fenómenos, que son sintetizados con un elemento que los simboliza. Al leer entonces los elementos detrás de cada palo de los Arcanos menores, debemos pensar en que son sustratos de la experiencia humana. Ahora, avancemos sobre cada uno de ellos.


Los Oros – La base está

El palo de los Oros representa el mundo material, que a nivel esotérico lo representa el elemento Tierra. Material no implica la materia solamente sino todas las relaciones que hay alrededor de eso que se trata de lo concreto, lo mundano, lo aprehensible. La construcción de lo objetivo, lo útil, lo práctico. De lo que posee un valor y por ende, aquello que no lo posee. El Oro como símbolo tiene un correlato muy interesante: enlaza a lo divino por su color semejante al Sol, con el empleo de los cuerpos y el intercambio de bienes, la economía, el territorio y el poder. Todo eso se engloba dentro de la esfera de significantes del Oro en el Tarot. Cada interacción minúscula entre civiles se enmarca dentro de ese sistema, asi como cada centavo construye al dólar.

La categoría de análisis que estará al frente de este elemento va a ser la ciencia: en el sentido de “lo científico”, o aquello que posee un valor para la ciencia. Pero aquí la ciencia no será tomada meramente en su cuestión epistemológica sino que vamos a interpelarla como agente, en el juego que hace con la materialidad, el poder y la economía. ¿Cómo así?

Podemos interrogarnos acerca del lugar que tienen las ciencias, cada una en su época, como polo generador de poder basado en las invenciones (tanto técnicas como tecnológicas) que promueven la producción y dominación económica. Cada nuevo dispositivo genera nuevas formas de extractivismo y al mismo tiempo nuevos bienes de consumo. Lo que está detrás de eso, es que cada nuevo dispositivo hace circular capitales de una manera distinta a la anterior.

¿Es la ciencia algo inocente en esto? De ninguna manera: para hacer ciencia se necesitan recursos e inversores. Quienes ya poseen esos dos factores, pueden contratar científicxs e invertir en investigaciones para potenciar y aumentar esos recursos ya existentes. El conocimiento es poder, e invertir en más conocimiento y tecnologías es multiplicar el poder que ya se tiene. Quienes ocupan lugares de poder harán lo necesario para perpetuarse. En su momento habrá sido tejer nuevos linajes, matrimonios reales, descendencias con oficios innatos. Hoy en día, pasa más por crear los vehículos que exilien a la clase alta de la Tierra y les garanticen la inmortalidad a través de la progresiva digitalización de la consciencia. Algo que puede lograrse solamente con el poder de la ciencia.

Lo que se desprende de esto es que detrás de la ciencia existen intereses: lo que se considere “interesante” para la ciencia dependerá, en primera medida, de si responde positivamente a la demanda de la macroeconomía, es decir, de si es funcional a los intereses de quienes invierten su capital en esas investigaciones. Eso es a nivel de corporaciones. A nivel político, los intereses detrás de las inversiones en ciencia suelen quedar implícitos, censurados o negados directamente. En nuestro caso, la visibilidad es la principal motivación científica que tengo.

Pero en un segundo lugar, más en el plano epistemológico, a la ciencia que tenemos desde la modernidad le interesará solamente aquello que esté dentro de los parámetros de lo demostrable. Sea en un caso o en el otro, a nadie le parecerá interesante algo que no produce resultados. En un caso, el resultado es la multiplicación de su poder ya existente. En el otro, el resultado es la legitimación de su lugar como cientista y el reconocimiento de la comunidad por su descubrimiento. 

El tema acá es que eso que se aprecia como interesante posee un valor, y lo que no sea interesante, no tendrá valor alguno. Los valores se construyen como un sistema que posicionan asuntos en una escala, y sirven para asignarle a cada uno de esos asuntos un porcentaje de energía y específicamente de atención. Por ende, a la ciencia le interesará aquello que posea un mayor valor para la sociedad y descartará del plano de las investigaciones aquello que no tenga valor alguno. De este modo, hay asuntos, temáticas o esferas de la realidad que no poseerán valor científico, y ¿adivinen cuál no lo tiene? ¡Exacto! La astrología no lo tiene, ¿pero por qué? ¿Realmente es así? Bueno, de eso se tratan estos videos y eso es lo que iremos desmenuzando.

Dentro del mandala metodológico que estamos construyendo, este elemento está situado en la base. Esto es así, porque la ciencia que conocemos se ve avocada a los asuntos terrenales o más bien “objetivos”. En el lado opuesto, por complementación, aparece el palo de Copas, en representación de la astrología, que siempre fue el arte de mirar el cielo, osea, para arriba.


Las Copas – El espejo de plata

Partiendo de la última pregunta, acerca del valor científico de la astrología, podemos advertir que la problemática que venimos trabajando hace rato es justamente ésta: la astrología no es validada por la ciencia al no poder producir resultados comprobables y se la rechaza al carecer de valor (interés) científico. ¿A dónde puede llevarnos la pregunta acerca del valor científico de la astrología?

De este modo, la astrología queda antagonizada a la ciencia. El palo de las Copas y los Oros se oponen. Sin embargo, no es solamente la astrología sino, también aquella realidad que aparece a partir de la aparición de la astrología.

Al ver la astrología como un dispositivo y un lenguaje propio del esoterismo, advertimos que la astrología es tan sólo un tipo de práctica que expresa aquello a lo que la ciencia realmente se opone. Porque en sí, la astrología técnicamente es un quehacer científico basado en la observación y el registro de fenómenos. Lo que está detrás de la astrología, en clave de categoría analítica, es el esoterismo.

La astrología es un lenguaje esotérico que ordena símbolos, trazando un puente significativo entre movimientos celestes y acontecimientos terrestres. Detrás de la astrología hay una profunda actividad matemática. Habitar el reino de las Copas es entrar en el mundo de la magia, donde la matemática es en también un lenguaje esotérico, más allá de un discurso lógico de uso racional. ¡Como si el esoterismo no fuera racional!

Dentro del campo de lo esotérico, hallamos la misticidad que implica los eventos que se congregan dentro de lo esotérico: fenómenos que escapan la explicación racional, o verificable por la ciencia, que muchas veces son tildadas de creencias, supersticiones, alucinaciones o fantasías. Se trata de un tipo de consciencia que implica percibir fenómenos que del otro lado no son reales, porque no pueden ser demostrados como tales.

Es el tipo de consciencia que implica habitar la realidad desde una percepción holográfica. Esto quiere decir que aquellos acontecimientos exteriores son una réplica de otros que los contienen. Lejos de toda fábula o ficción, el esoterismo se trata de reconocer la existencia de múltiples realidades y planos que se intercruzan, que están en diálogo constante. Esto se trata de dimensionalidades: tiempo y espacio son tan sólo dos de ellas, aunque coordenadas fundamentales. La realidad es líquida como este elemento, y siempre se acomodará a los moldes que la contengan. Pero por si misma se escurre y se filtrará siempre que nada la detenga. El elemento de las copas, es en sí, aquel emblema neptuniano: el idioma del que se construyen los símbolos, las fantasías, los sueños y las memorias. Es, en definitiva, aquella alquimia que da como resultado el Oro de la ciencia, que es el conocimiento.

Las Copas representan estos planos, vivencias y lenguajes sagrados que están excluidos del quehacer científico. ¿Pero por qué motivos? Lo averiguaremos avanzando hacia el siguiente eje, que es horizontal.


Los Bastos – Fabricando la luz

Del mismo modo que las Copas, los Bastos representan un tipo de energía que es anterior a la intervención de la razón o la lógica. A diferencia de las Copas, los Bastos sí son un elemento que remite a un fenómeno primordial, como es el uso y domesticación del fuego, que es su elemento.

Los Bastos representan el fuego a nivel esotérico, y éste es el elemento de los impulsos, el deseo, los conflictos y la intuición. Pero su significado es más amplio cuando lo vemos a la luz de la historia. Que no por nada lo voy a situar, dentro del eje horizontal, del lado izquierdo, lugar psicológicamente asociado al pasado.

Si bien puede asumirse que los fenómenos místicos “ya existen allí”, y que no hay intervención alguna sobre su naturaleza, sí la existe al momento de fabricar los instrumentos tecnológicos o técnicos para observarla. En cambio, el fuego como elemento representa aquello que aparece sin intermediación, como si fuese un lazo directo con lo divino, y que es en cierta manera identificable como tal. Se dice que el fuego apareció por el impacto de un rayo en un árbol, y que a partir de eso, las comunidades pre-homínidas aprendieron a domesticarlo. La aparición del fuego dió orígenes a los conflictos, y a las luchas de poder: ostentar el fuego como sinónimo de destreza y supervivencia, de aquel poder de generar el recurso de vida por excelencia. El modo de transportar el fuego fueron en si los bastos o cualquier rama que haya a mano, lo cual aporta ese carácter de sencillez, transparencia y espontaneidad que tiene este elemento.

El fuego representa esotéricamente el conflicto, pero cuando son superados, el lazo de comunidad se fortalece y el fuego es también aquello que congrega a la comunidad a compartir ese recurso. La contemplación del fuego dió lugar a la creación de historias y mitos, que son de donde nacen todxs lxs héroes y heroinas, todas las convicciones, todas las ideologías.

Por ende, dentro de este mandala metodológico, los Bastos en representación del fuego, serán el vehículo de una categoría de análisis que es lo sagrado y su relación con lo popular. De alguna manera, aquellas narrativas que ordenan la cosmovisión del pueblo fueron forjadas por la misma comunidad, a modo de resolver sus propios conflictos, trazando un sentido detrás de las discusiones y llegando a una luz, fabricando esa verdad para encontrar la salida las tensiones.

Cuando volvemos a recurrir a la historia, podemos ver que ambas categorías, lo sagrado y lo popular, están fuertemente ancladas en ese lugar despectivo que son las barbaries o los grupos “primitivos”. Esta distinción de base clasista es hecha por elites y grupos gobernantes para diferenciarse de aquellas civilizaciones no blancas y no occidentales, cuya existencia les fue de tal interpelación que no les quedó otra que someter, destruir y aniquilar todo rasgo de superioridad que podría existir de parte de aquellos grupos “atrasados”. Larga data de discusiones ya existen sobre esto, y se llama colonialismo.

Pero en función de esta investigación, el elemento de los Bastos se contrapone a otro que tiene una connotación totalmente opuesta, que es ilustre, fino, elegante y es aquel elemento que los nobles usaron para marcar los títulos y los territorios con sangre, grabando cruces en las cabezas o cortandolas directamente, que son las Espadas. Las Espadas estarán por ende colocadas en el lado derecho del eje horizontal, en calidad de elemento “orientador” del futuro. Veamos ahora en profundidad ésta dinámica.


Las Espadas – Cortáte y hacéte

El elemento de las Espadas es el aire, que a nivel esotérico representa todo aquel uso de la mente, las ideas, el intelecto, el discurso y los debates. Se trata de aquel campo de abstracciones y racionalizaciones por el cual traducimos las vivencias colectivas a través de palabras.

El período histórico donde ésto cobró fuerza y determinó, entre otras cosas, la emancipación total de la astrología con la astronomía, fue la Ilustración y su consecuente desarrollo hacia el Positivismo. Debemos atender que este modelo ideológico fue el puntapié que dió lugar a un proceso histórico, cuyo resultado es el modelo de racionalidad que hoy en día está vigente, especialmente en las comunidades científicas. Es decir, lo que consideramos “racional” siempre se adaptó a las normas de cada época, a aquellos códigos de conducta que rigen la mente de las personas.

Esto es importante aclararlo, porque sino queda como que “lo racional” es en realidad el tipo de mentalidad europea-occidental, y que los demás pueblos humanos no son racionales, y eso es un sesgo racista que hay que tener cuidado y visibilizar, porque aún está instalado en nuestra sociedad.

Esto da lugar a que hagamos una revisión del palo de las Espadas no tanto desde un lugar abstracto sino desde un lugar ideológico. ¿Qué representa su lugar como vector del “futuro” dentro de este eje de elementos?

En primer lugar, podríamos asumir que las Espadas son una evolución del fuego, en el sentido de que pudimos pasar de un simple palo que me encuentro tirado y lo uso para golpear, al diseño y confección de una herramienta y arma que implicó un proceso de obraje, con una técnica, con una complejidad de materiales que tranquilamente puede cortar al Basto si se usa correctamente. Sin embargo, las Espadas se hacen al calor del fuego, forjadas en alta temperatura a golpazos. Esta metáfora me gusta usarla para declarar: “No hay civilización sin barbarie”.

De esto, podemos destilar que las Espadas son un sinónimo de la tecnologización de los conflictos, en el sentido de que así como las espadas se ven como algo superador de un simple basto, luego las armas de fuego hicieron ver obsoletas a las espadas. Y lo mismo cualquier otra tecnología, cuya constante evolución y desarrollo hace quedar obsoleta a la versión anterior.

En segundo lugar, una tecnología popular de muy fácil uso e invención pero que está plagada de conflictos es la palabra. El discurso es una arena de combate constante, que pone de manifiesto las luchas de poder e intereses detrás de aquello que está en disputa de ser nombrado. Así como lo que no se nombra no existe, cuando los nombres cambian también lo hace la realidad alrededor de eso nombrado.

Pero ésto da lugar a la tercer acepción, que es aquella que describe cuál es la categoría de análisis que corresponde a este elemento. Lo que representa, en un nivel más complejo, es que la política es la tecnología idónea en constante desarrollo y renovación que sirve para mitigar los conflictos y ordenar a los pueblos en sus dificultades para organizarse a partir de ellos. Lo político es la categoría que más representa a las Espadas: tanto por la lengua al debatir como por la pluma al escribir, las Espadas representan ese conflicto constante que es definir cortar la realidad de cierta manera y ángulo para darle la forma que buscamos. ¿No es acaso eso lo que hace la razón?

En cierta manera, pensar a la política como esta tecnología o dispositivo que a través de una narrativa y su correlato con lo sagrado proyecta el futuro con un programa. Las políticas como programas, aplicables y codificables. La Espada es la que decide, pero el Basto es el que actúa. Ambos palos son armas: atravesados y unidos por el conflicto.


***


En síntesis – Las cartas hacen de la mesa un campo

Entonces, ¿qué es lo que queda con estos cuatro Arcanos? ¿Qué imágenes trazan las cartas en conjunto? ¿De qué se trata el campo que entonces voy a observar?

Para responder esto, antes quiero mencionar que lo que acá enlaza a la antropología con la alquimia es el uso de la pregunta como herramienta de síntesis de estos cuatro elementos. La alquimia, en términos psicológicos, es el arte de articular ambos tipos de pensamientos: racionales y esotéricos. En definitiva, el esoterismo es esta búsqueda de una conexión en realidad aumentada con el mundo. La pregunta entonces ata esos cabos que a priori no pueden ser unidos y genera estos nuevos puentes que podemos recorrer. Cuestionar. Aprender. Mutar. La manera de enlazar estas esferas no necesita si o si de una respuesta. Algunas pueden ser dadas y otras deben seguir siendo motor de búsqueda.

Ya sabemos entonces que la pregunta es la herramienta principal que usaremos para integrar y relacionar los elementos. Que los tenemos ordenados en una cruz formando un mandala, cuyo centro será la presencia del conflicto, como aquí se ve en la imagen:

Las preguntas que hacemos, pueden guiarnos acerca de esas relaciones ya existentes, pero lo que aquí buscaremos es en donde no hay aún relaciones, o que no están tan problematizadas. Es buscar en los rincones de aquello que está por fuera de nuestros supuestos. Ese viaje a lo desconocido es la antropología que haremos.

Hice una micro investigación en Twitter para poder rastrear lo que sería un “sentido común” acerca de algunas cuestiones. De alguna manera, las relaciones de sentido común se dan entre los palos que podrían llamarse “pre-tecnológicos” los Bastos y las Copas y los “pos-tecnológicos” las Espadas y los Oros. Estas son las ya básicas relaciones entre el esoterismo y lo sagrado, por un lado, y sus radicales diferencias entre la política y la ciencia, por otro.

Entre los Bastos y las Copas, estas relaciones de sentido común dirían que el esoterismo tiene que ver con lo sagrado; que la astrología es un saber popular o cultura de masas; que la astrología es algo en lo que creen las “personas incultas”; que el esoterismo tiene que ver con las creencias, la fe y las mitologías y no son reales; que lo sagrado se vincula con lo religioso, con los rituales, con la magia y el pensamiento mítico-mágico; y un montón de otros supuestos más que podemos obtener del banco de tweets guardados que tengo.

Lo mismo pasa entre las Espadas y los Oros, donde esas relaciones de sentido común le asignan a la ciencia un valor útil y productivo; donde hacer ciencia es un acto de pura racionalidad; que hacer ciencia es portar una razón que da poder; que el conocimiento es poder (je); que la política debe ser guiada por la racionalidad; que el fin justifica los medios; que la política implica una lucha de intereses; que la política es un ejercicio de poder; que no existe una ciencia irracional; los conocimientos científicos son racionales porque son constatables y lógicos; la ciencia es también un gran negocio que termina beneficiando a lxs políticxs. Y cosas así.

¿Pero qué ocurre si trazamos puentes justamente allí donde no los hay? ¿Dónde no hay relaciones claras? Ahí es donde nos interesa menternos. Con las siguientes preguntas, iremos tejiendo estos puentes entre los los Oros y los Bastos, y entre las Espadas y las Copas.

Lecturas generales sugeridas


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