El calçot debe su nombre a la manera especial de cultivar la cebolla. Para alargarla se "calza" ("calçar" en catalán) con más tierra. Esto es, se añade tierra a su base para que la cebolla tenga que "estirarse" en busca de la luz. Este proceso se repite 2 o 3 veces durante su cultivo, hasta conseguir una parte blanca lo suficientemente larga. Según la reglamentación de la IGP, esta longitud debe estar entre 15 y 25 cms.
Aunque la forma en que se consume es diferente, el calçot tiene unas propiedades similares a las de la cebolla. Esto quiere decir que se trata de un alimento con poco contenido calórico pero rico en fibra, lo que mejora el tránsito intestinal.
¿Cuándo se consumen los calçots? Su época ideal es de noviembre a abril, aunque cuando más se consumen es de enero a abril. Si tenéis oportunidad de ir a una calçotada no dejéis de hacerlo. Habitualmente los calçots se consumen a la brasa, las hojas exteriores se chamuscan y quedan completamente negros, momento en el cual te los envuelven en papel de periódico para que se mantengan calientes.
Si queréis probar los calçots pero no podéis ir a una calçotada para degustarlos de la forma más típica, o no tenéis la oportunidad de hacerlos en una barbacoa, hoy os traemos la forma de comer esta exquisitez en casa haciendo calçots al horno ¡deliciosos! Os aseguramos que salen muy ricos y no ensucias casi nada, así que no os perdáis esta receta.
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