Al crear el corto, me sentí una mezcla de emociones. Por un lado, experimenté mucha presión, especialmente al tratar de transmitir de manera fiel la historia que teníamos en mente. La narrativa tenía una carga emocional fuerte, y sentí la responsabilidad de capturar esa transformación emocional de la protagonista de manera que fuera convincente y profunda. Hubo momentos de incertidumbre, donde no estaba segura de si estábamos logrando el tono que queríamos, pero también hubo mucha creatividad al intentar experimentar con la iluminación, los ángulos y los detalles que representarían esa evolución interna de la chica.
Con el resultado final, me sentí una gran satisfacción, aunque también un poco sorprendida. Ver cómo la idea cobraba vida fue increíble, y aunque al principio estaba insegura de cómo lo percibirían los demás, al ver el producto final me sentí orgullosa de lo que habíamos logrado. El contraste entre la angustia de la protagonista y el simbolismo de las flores me pareció mucho más impactante de lo que había imaginado, y me dio una sensación de haber transmitido el mensaje de manera efectiva. Aunque siempre hay algo que podría mejorar, me sentí feliz de haber completado el proyecto con mi equipo y de haber creado una pieza que reflejaba lo que queríamos comunicar.