Más allá de cualquier crítica que pudiera hacérsela a la ley 1420 promulgada el 8 de julio de 1884, fue un importante paso en el establecimiento de derechos para la población residente en el territorio argentino, al establecer la escuela obligatoria, gratuita, laica, común a todos y gradual. Estaba dirigida tan sólo al nivel primario.
Las discusiones sobre la ley, en su momento, pusieron en evidencia distintos puntos de vista en torno a la enseñanza y a la función de la religión – debates importantes entre la llamada generación del ’80.
Fruto de este debate devino en la pérdida, para la Iglesia católica, de sus potestades en lo atinente a registro civil, educación y matrimonio. Debido a sus fuertes presiones, la ley no mencionó el carácter laico de la educación y así permitió que la educación religiosa fuera considerada opcional (con autorización de los padres, y dictada fuera del horario escolar).
El 9 de julio de 1816 se firmó la Declaración de la Independencia de la República Argentina, entonces Provincias Unidas del Río de la Plata, en el Congreso de Tucumán.
El Congreso de Tucumán inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816 con 33 diputados (con presencia rotativa) y se nombró como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata al general Juan Martín de Pueyrredón.
Desde entonces se discutieron los alcances, las atribuciones, el funcionamiento y decisiones políticas de injerencia nacional e internacional hasta el 9 de julio, día en el que se llevó a cabo la votación. Esa jornada, el comité estaba presidido por Francisco Narciso de Laprida.
Los diputados se pusieron de pie y aclamaron la Independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud de la dominación de los reyes de España y su metrópoli.
Como todos los años, durante las vacaciones de invierno, miles de personas festejan esta fecha. El 20 de julio, Día del Amigo, la gente se reúne en todo el mundo para compartir una cena, un mate o una salida. Sin embargo, son pocas las personas que conocen el origen de este festejo. La historia de la celebración, en esta nota
En 1969, el argentino Enrique Febbraro consideró el primer paso del hombre en la Luna un momento único tanto desde una perspectiva histórica como sentimental. Tanta fue su fascinación por este día que creó la teoría de que ese gran paso era una demostración de amistad de la humanidad al universo.