Hace unos meses llegué a la cuenta de Instagram de una profesora francesa que trabaja en un centro escolar en Palma de Mallorca: Hélène Colinet. Cuando la descubrí, justo estaba compartiendo estrategias que utiliza en sus clases (30 días, 30 estrategias) y me parecieron muy interesantes. A partir de ahí, empecé a leer artículos de su blog y llegué a un método de adquisición de idiomas (y utilizo adquisición y no aprendizaje a propósito, luego lo explicaré) llamado TPRS (Teaching Proficiency through Reading and Storytelling), que ella completa con las siglas CI (Comprehensible Input). Me sentía intrigada y empecé a buscar vídeos en YouTube (¡bendito YouTube!). Lo primero que encontré fue la historia de Blaine Ray, creador del método.
Durante unos meses, he leído artículos, he comprado libros que estoy leyendo (entre ellos, Fluency through TPR Storytelling, de Contee Seely y Blaine Ray), he visto vídeos… y por fin surgió la oportunidad de ir a un evento formativo con Hélène Colinet en Madrid. Mi impresión no puede ser más positiva y mi nivel de motivación para hacer el cambio de lo que hago ahora en clase a lo que quiero hacer está por las nubes.
Antes de entrar a contaros un poco más sobre el curso y lo que he aprendido, os sugiero que veáis el vídeo sobre la historia de TPRS. Es realmente curioso: Blaine Ray estaba a punto de perder su trabajo como profesor de español porque se quedaba sin alumnos, así que empezó a investigar y formarse para mejorar sus clases. Introdujo primero TPR (Total Physical Response), pero pronto vio que se le quedaba corto y entonces aportó la S de Storytelling (también cambió el significado de las otras siglas por Teaching Proficiency through Reading).
Lo primero que explica Hélène es su propia historia, cómo llegó hasta el método, su desmotivación profesional… y aquí sentí que mi experiencia era muy similar a la suya (de hecho, he estado 6 años como profesora del Ámbito Sociolingüístico porque estaba tan desmotivada como profesora de Inglés que necesitaba un cambio al menos de asignatura). Igual que todas las profesoras que estábamos allí escuchándola, Hélène había tenido dudas, preguntas, miedo al cambio… pero al terminar el día todas estábamos convencidas de que así es como queremos enseñar idiomas, del mismo modo que ella lo estuvo años atrás cuando decidió probar el método en sus clases.
Con respecto a las siglas CI, hacen referencia a la teoría del Input Comprensible desarrollada por Stephen Krashen (uno de los lingüistas más aclamados del siglo XX junto con Noam Chomsky), que viene a decir que solo podemos aprender una segunda lengua o lengua extranjera si comprendemos lo que leemos y escuchamos y luego le añadimos un aporte un poco superior. Según Krashen, el proceso de adquisición de una segunda lengua es similar al de la lengua materna: primero recibimos, luego producimos.
Aprender una lengua es un proceso consciente que se centra en cómo expresar algo. Adquirir una lengua es un proceso subconsciente que se centra en qué queremos comunicar. Cuando aprendemos una lengua, encendemos nuestro “monitor”, una especie de vigilante que está pendiente de que usemos la gramática y el vocabulario adecuado. Esto hace el proceso muy lento y nos provoca una pérdida de fluidez y en muchos casos frustración durante el proceso.
La adquisición de una lengua se basa en el orden natural y la frecuencia de las estructuras que utilizamos. Además, antes de empezar a hablar, es necesario recibir mucho input (motivo por el cual TPRS es un método muy efectivo). La diferencia entre la adquisición de una lengua materna y una segunda lengua es que los estudiantes tienen más competencias y un mayor desarrollo cognitivo que los bebés, sin embargo los bebés tienen mayor exposición a la lengua. Por otro lado, Krashen también se adentra en el filtro afectivo y la dificultad para aprender cuando el nivel de estrés es alto (¿quién no se ha quedado paralizado al intentar hablar en una clase de idiomas por miedo a conjugar mal un verbo? Cada vez que intento hablar francés, repito toda la conjugación en mi cabeza, así que parece que hablo como un robot).
Seguramente, en este punto os estaréis preguntando que cómo se conjugan ambos métodos (aunque CI es más una teoría). Voy a citar aquí las palabras de Hélène Colinet: “TPRS-CI facilita la adquisición creando un ambiente seguro, cómodo e inclusivo a través de una lengua personalizada, interesante y contextualizada que los alumnos entienden y con la que interactúan”.
Para empezar, el alumnado recibe una gran cantidad de input atractivo a través de las historias con las que interacciona de forma personal para crear un contexto significativo. Aquí es muy importante personalizar las preguntas y hacer al alumnado partícipe y co-creador de las historias en una de las etapas del proceso. Más del 90% de la clase es en la lengua meta, pero no se renuncia a la lengua materna para aclarar y hacer el input comprensible cuando es necesario. También se utilizan otros medios como la gesticulación, la modelación o la repetición. Las historias (o storytelling) funcionan porque se crean conexiones emocionales a nivel neuronal que hace más sencilla la adquisición y más tarde recordar lo aprendido. Nuestro cerebro está más activo (en este punto, es importante mencionar una de las estrategias de moda avalada por la neurociencia: los brain breaks, o descansos para que la mente se oxigene y pueda volver a trabajar con el mejor nivel de atención posible) y por tanto recibe más input.
El método TPRS no se centra en puntos gramaticales ni en listas de vocabulario. Quienes llevamos años enseñando un idioma hemos sentido la frustración de repetir una y otra vez las mismas reglas estructurales, que son olvidadas una y otra vez. Un idioma es demasiado complejo para ser explicado con reglas de manera explícita, especialmente en niveles bajos y y más difícil cuanto menor es la edad del estudiante. Este es el motivo por el que TPRS se basa en la frecuencia de las estructuras y no en campos léxicos o en una sucesión de tiempos verbales considerada “de fácil a difícil”. Por tanto, es normal introducir el pasado desde las primeras clases, ya que es un tiempo verbal muy recurrente en nuestra comunicación. ¿Quiere decir esto que no se estudia nada de gramática? No. Se explican puntualmente estructuras gramaticales en el contexto en el que aparecen, pero no son el centro de la unidad didáctica.
En este vídeo dos estudiantes reflexionan sobre su proceso de aprendizaje. Pertenece al canal de Adriana Ramírez, profesora de español en Canadá. Os recomiendo visitarlo para haceros una idea de cómo es una clase TPRS-CI.
En la época de la innovación y la enseñanza centrada en el alumno, se ha acusado a este método del excesivo protagonismo del docente. Sin embargo, TPRS propone un método centrado en los intereses del alumnado. El docente es el líder o facilitador, quien provee la mayor parte del input que reciben los estudiantes, quienes practican una escucha activa dado que las historias están centradas en ellos.
Por último, existe ya bastante evidencia científica que avalan el éxito de TPRS-CI, tanto si nos referimos a los resultados como a la motivación del alumnado. Por otro lado, todo estudiante de idiomas comete errores (también con TPRS-CI), pero los alumnos que aprenden con este método se sienten más cómodos y confiados y son capaces de construir frases de mayor complejidad.
No quiero extenderme más (¡y solo he esbozado qué es TRPS-CI!) en este artículo porque, entre otras cosas, aún no lo he llevado a mis clases. Lo que os he contado es lo que he aprendido hasta ahora y lo que me está motivando a aprender más para ponerlo en práctica lo antes posible. Si sentís que necesitáis saber más (os diría que NECESITÁIS SABER MÁS), os invito a que investiguéis. No son muchos los profesores que siguen este método en Europa, pero en EEUU y Canadá, así como en otras partes del mundo, está muy extendido. Os mantendré informados de mi aventura con TPRS-CI.