El Programa Curricular Maestría en Psicología fue creado mediante el Acuerdo 008 de 2001 del Consejo Académico, y la apertura de su plan de estudios fue aprobada mediante Acuerdo 009 de 2001 de este mismo órgano. El programa vigente actualmente, aprobado mediante Acuerdo 072 de 2008 del Consejo Académico y modificado por el Acuerdo 071 de 2013 de esta misma instancia, es un programa de formación que tiene un alto grado de flexibilidad, es menos escolarizado y ofrece la posibilidad de elegir entre dos planes de estudios: uno en investigación en diversas áreas de la psicología y otro en profundización en psicología clínica. Independientemente del plan de estudios elegido, el programa comprende 61 créditos académicos distribuidos en cuatro semestres y otorga el título "Magíster en Psicología".
Enfoques clínicos
Este enfoque integra lo dinámico y lo relacional, así como diversas técnicas terapéuticas propias de enfoques conceptuales diferentes. Desde esta perspectiva integrativa se entiende que, a través de la historia de interacciones, la persona va formando un conjunto de representaciones de sí mismo y de los otros que se convierten en elementos motivacionales, reguladores del comportamiento y la interacción. La problemática psicológica es entendida en términos de círculos viciosos, perpetuados en la interacción con otras personas. Aunque estos generan malestar y sufrimiento, también protegen y actúan en defensa frente a los deseos, sentimientos y representaciones de sí mismo que han sido rechazadas y son insconscientes.
La terapia psicológica es entendida como una experiencia relacional transformadora a lo largo de la cual el terapeuta se sirve de técnicas tanto de índole psicodinámico como de otras estrategias propuestas por los modelos sistémico, cognitivo-comportamental o humanístico existencial. Si bien hay una diversidad técnica, existe un modelo de comprensión del desarrollo y del funcionamiento psicológico del ser humano que orienta siempre al terapeuta en su labor.
Este enfoque hace énfasis en las terapias contextuales o de tercera generación desde la perspectiva comportamental, particularmente la terapia de aceptación y compromiso y psicoterapias afines, cuya filosofía de base es el contextualismo funcional, la cual comprende el comportamiento de los individuos en contexto (tanto histórico como actual), enmarca la comprensión del origen y mantenimiento del comportamiento en los principios de aprendizaje por contacto directo con contingencias y por seguimiento de reglas verbales, haciendo énfasis en la identificación de la función o el propósito de las conductas del individuo en sus contextos de funcionamiento vital.
El proceso de intervención desde las terapias contextuales es predominantemente experiencial y vivencial y enmarcado en la comprensión de la función del comportamiento del individuo en contexto. En esta fase se busca que el individuo logre identificar o reconocer lo que es valioso o significativo en su vida y que desarrolle habilidades de flexibilidad psicológica en relación con su malestar, con el fin de mantener la conexión con dichos aspectos valiosos al margen de sus circunstancias vitales.