La aplicación del Test TALE representó una experiencia desafiante pero enriquecedora en mi formación profesional. Durante la evaluación, me encontré con varias dificultades que afectaron el proceso. El entorno no era ideal, ya que se realizó en una esquina del aula donde había numerosos distractores, como ruido constante y movimiento alrededor. Estas condiciones dificultaron que el niño se concentrara plenamente, lo que a su vez influyó en su rendimiento y en la calidad de las respuestas obtenidas.
A pesar de estas limitaciones, la experiencia me permitió desarrollar habilidades prácticas y aprender a adaptarme a situaciones no ideales. Uno de los aprendizajes más relevantes fue entender la importancia de preparar un espacio adecuado para las evaluaciones, donde el estudiante pueda sentirse cómodo y libre de interrupciones externas. También aprendí a ser más flexible y paciente, utilizando estrategias para redirigir la atención del niño cuando se distraía y asegurar que se completaran las tareas necesarias.
En el aspecto profesional, esta experiencia reforzó la conexión entre lo teórico y lo práctico. Aunque los conocimientos teóricos sobre el Test TALER son fundamentales, es en la aplicación donde se adquiere una comprensión más profunda del instrumento, incluyendo cómo manejar imprevistos y adaptar el proceso según las necesidades del niño. Además, me permitió reflexionar sobre la importancia de observar no solo los resultados de la prueba, sino también las conductas y actitudes del niño durante su ejecución, ya que esto aporta información valiosa sobre su aprendizaje y sus dificultades.