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Las colecciones tienen su origen en la necesidad misma que tiene los seres humanos de reconocer y catalogar los elementos que componen su entorno. En un inicio las colecciones se componían sólo de objetos raros, como las «reliquias» guardadas en las iglesias o los cuartos de curiosidades de las familias pudientes. Posteriormente, estas colecciones se transformaron en los museos modernos. Los museos, son conjuntos de objetos que poseen algún valor especial (científico, estético, histórico, etc.); por ello hay colecciones de tres tipos: de arte, de historia y las biológicas (Simmons & Muñoz-Saba, 2005a).
Las colecciones de arte tienen un valor intrínseco debido a la rareza de los objetos que poseen, representan segmentos de la cultura humana en diversos momentos. Las colecciones históricas tratan de hacer reflexionar a sus visitantes sobre los hechos que marcaron un determinado momento de la historia humana o de una comunidad. Las colecciones biológicas, en cambio basan su valor en el número de elementos que poseen. Así, mientras más grande, más valiosa es; debido a que mejor representa la biodiversidad de su área de influencia. Una colección biológica, a diferencia de otras, puede cumplir funciones de difusión, docencia e investigación (Simmons & Muñoz-Saba, 2005a).
Existen de manera general dos tipos de colecciones biológicas: las de plantas (herbarios) y las de animales (museos) (Simmons & Muñoz-Saba, 2005b). Aunque todos las colecciones biológicas son de gran valor, los herbarios son particularmente relevantes debido a que pueden revelar muchos aspectos de la biodiversidad. Algunos ejemplos son: tipos de vegetación, cambios en el ecosistema, entre otros (p. ej. Graham & Ehrlich, 2010; Lavoie, 2013; Winker, 2004). La palabra herbario proviene del latín «herbarius» que quiere decir «libro de plantas secas» y hace referencia a la forma antigua en que las plantas de una colección eran conservadas (Judd et al., 2016). Un herbario es invaluable para labores de docencia, porque a través de él es posible mostrar a los estudiantes caracteres de un amplio rango de organismos e incluso permitirles que los exploren y que ellos mismos reconozcan las peculiaridades del grupo bajo análisis (Moreno, 2007). Es indispensable para la investigación, porque con base en el herbario es posible reconocer la variabilidad de las plantas comparadas, analizar patrones de distribución, evolutivos, entre muchas otras cosas (Winker, 2004; Smith, 2006). De hecho, algunos investigadores han propuesto más de 70 usos para un herbario (p. ej. Funk, 2004). Es de difusión porque con un herbario es posible que el público en general reconozca la biodiversidad de su estado. A partir de este tipo de colecciones también es posible elaborar programas de educación ambiental (Moreno, 2007).
En México, los herbarios usualmente están asociados a Universidades y Centros de Investigación y se distribuyen de manera inequitativa en el territorio. La mayor concentración de centros de este tipo está en la Ciudad de México y se encuentran bajo el auspicio de instituciones de educación superior de reconocido prestigio como la Universidad Autónoma de México (p. ej. herbarios MEXU, FCBA), el Instituto Politécnico Nacional (Herbario ENCB) o la Universidad Autónoma Metropolitana (Herbario UAMIZ). En la República hay otros 60 herbarios. Algunos de los más relevantes, en función del tamaño de su acervo —más de 70 mil ejemplares— son el Herbario Nacional de México (MEXU) que tiene un acervo de más de 1,200,000 especímenes; también le siguen el del Instituto de Ecología, A.C. (Herbario XAL) que tiene colecciones del este de México, el del Centro de Investigación Científica de Yucatán (Herbario CICY) que es una colección excelente de plantas de la Península de Yucatán o el de Universidad de Guadalajara (Herbario IBUG) que es un gran herbario del occidente de México, aunque el mayor volumen de colecciones es de Jalisco. De hecho de los 32 estados que componen a la Federación, sólo tres no cuentan con un herbario en el que se represente su flora regional: Guanajuato, Nayarit y Zacatecas (Carnevali & de la Luz, 2004; Thiers, 2024). Colima tiene su herbario registrado en el Index Herbariorum desde el 2019 y actualmente tiene un acervo de más de 5 mil ejemplares.
Referencias
Carnevali, G. & de la Luz, J. L. (2004). Colecciones botánicas: Herbarios. En G. Carnevali, V. Sosa, J. L. de la Luz, & J. L. Cortés (Eds.), Colecciones biológicas, Centros de Investigación CONACyT (pp. 34–37). CONACyT.
Funk, V. (2004). 100 uses for and herbarium (well at least 72). Disponible en: http://www.virtualherbarium.org/vh/100UsesASPT.html (Consultado el 23/II/2024).
Graham, H. P. & Ehrlich, P. R. (2010). Biological collections and ecological/environmental research: a review, some observations and a look to the future. Biological Reviews, 85, 247–266. https://doi.org/10.1111/j.1469-185X.2009.00098.x
Judd, W., Campbell, C. S., Kellog, E. A., Stevens, P. F., & Donoghue, M. J. (2016). Plants systematics, a phylogenetic approach. Sianuer Associates.
Lavoie, C. (2013). Biological collections in an ever changing world: Herbaria as tools for biogeographical and environmental studies. Perspectives in Plant Ecology, Evolution and Systematics, 15, 68–76. https://doi.org/10.1016/j.ppees.2012.10.002
Moreno, E. J. (2007). El herbario como recurso para el aprendizaje de la botánica. Acta Botanica Venezuelica, 31, 415–427. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86230209
Simmons, J. E. & Muñoz-Saba, Y. (2005a). Historia de las colecciones biológicas. En J. E. Simmons & Y. Muñoz-Saba (Eds.), Cuidado, manejo y conservación de las colecciones, Manuales de Campo (pp. 17–30). Conservación Internacional - Universidad Nacional de Colombia.
Simmons, J. E. & Muñoz-Saba, Y. (2005b). Tipos de colecciones. In J. E. Simmons & Y. Muñoz-Saba (Eds.), Cuidado, manejo y conservación de las colecciones, Manuales de Campo (pp. 31–43). Conservación Internacional - Universidad Nacional de Colombia.
Smith, G. F. (2006). Herbaria in the real world. Taxon, 55, 571–572. https://doi.org/10.2307/25065632
Thiers, B. (2024). Index herbariorum: A global directory of public herbaria and associated staff. Disponible en: http://sweetgum.nybg.org/science/ih/ (Consultado el 23/II/2024).
Winker, K. (2004). Natural history museums in a postbiodiversity era. BioScience, 54, 455–459. https://doi.org/10.1641/0006-3568(2004)054[0455:NHMIAP]2.0.CO;2