La restauración de una escultura a muchos conmueve, sobre todo cuando se trata de una pieza como "Conmemorativo 2000", la cual a pesar de sus 22 metros de altura pasaba desapercibida. ¿Por qué una pieza tan monumental no aparece en nuestra memoria? Sucede comúnmente que aquello que no nos gusta ver, entra en desuso y se olvida. Curiosamente, y a pesar de ser un monumento que conmemora, nuestra memoria no le dio oportunidad de activar su función, y olvidamos que resonara. Justamente, después de 21 años, volvió a dialogar. Este monumento dedicado a la comunidad universitaria y al cambio de siglo, está presente y renovado por completo desde el pasado 12 de julio del 2021 en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México. Su reciente restauración es un acontecimiento que debería replantearnos el valor simbólico de los legados culturales que hay en nuestra institución. ¿Cómo lograr que a través del arte una comunidad conecte con el significado de su paso por una universidad? ¿Qué memorias guardamos del patrimonio en nuestro paso por el campus? ¿Cómo promovemos el aprecio por el trabajo de los creadores y activamos el diálogo del arte con la comunidad?
Imágenes: D.R. © Guillermo Ceniceros/SOMAAP/México/2021
Por medio del ingeniero Jorge Díaz, en el año 2000 se invitó al artista Guillermo Ceniceros Reyes (Durango, 1939) a realizar los decorados de un obelisco, que celebraría la inauguración del Centro de Asuntos Estudiantiles (CAE), que incluyó una alberca, un teatro completo, salones de apreciación artística y danza. Ceniceros es un artista convencido de que el arte debe ser la constante con la que el alumno se encuentre en su entorno, y con el que pueda dialogar. En una reciente entrevista, él menciona que en alguna ocasión visitó algunas universidades en Estados Unidos, donde reconoció que no solo había población estudiantil, sino esa otra silenciosa que son las obras de arte, que son silenciosas, pero están deseosas de hablar con los estudiantes. De este mismo artista en ese edificio, hay otras 12 piezas más, dos esculturas móviles, nueve pinturas en papel en la entrada del teatro y un gran telón de 15 metros de largo por 7 de alto realizado en el año 2003.
En esta ocasión el valioso apoyo del Rector de Operaciones, Víctor Gutiérrez Aladro, y la gestión de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, bajo el liderazgo de Ana Lucía Macías Chiu, derivó en un logro compartido entre la visión del artista, el equipo de restauración de Grupo Tares, la Dirección Nacional de Infraestructura, a cargo de Elsa Berenice Romero Domínguez, y el apoyo en Campus Estado de México, bajo la dirección de Verónica Pedrero Padilla.
Que sirva esta experiencia como la voz de nuestras herencias culturales que merecen ser escuchadas, valoradas y resignificadas.