En el marco del regreso consciente, Punto Blanco, espacio de reflexión ha puesto en marcha La danza como espacio celebrativo con la intención de marcar esta fecha como el inicio de una “nueva normalidad”. La actividad se llevó a cabo el lunes 14 de junio en los campus Monterrey y San Luis Potosí.
La danza como espacio celebrativo constituye una invitación a la reflexión, al autoconocimiento y al autodescubrimiento. Lo sostienen preguntas que vuelcan la mirada hacia el interior personal: ¿Cómo vivimos el aislamiento sanitario del 2020? ¿Cómo regresamos hoy? ¿Cómo hemos reinventado nuestra vida? ¿Cuáles son los hitos de esta nueva normalidad? ¿Qué lecciones aprendimos?
Las danzas circulares tienen una larga presencia en la historia de los pueblos ancestrales e implican una determinada relación cuerpo-cosmología. Por ejemplo, entre los tarahumaras, las trayectorias circulares y los desplazamientos Este-Oeste son significativos; según Bonfiglioli, la figura del círculo simboliza la forma de los astros mayores y de la superficie terrestre. El baile y la danza también está presente en la cosmogonía maya en el relato fundacional del Popol-Vuh; la danza es un momento festivo al salir la Estrella de la mañana, al Oriente.
En la década de los 70, se recupera la danza como medio de conexión y fortalecimiento de vínculos sociales. La propuesta de danzas circulares con la intención de desarrollar la conciencia de grupo es un movimiento que surgió a partir de los trabajos del profesor Bernhard Wosein (1908-1986); se ha ido extendiendo alrededor del mundo y, en cada una, se usan bailes tradicionales y una coreografía cuya meta es cohesionar al grupo (Dance Wise).
El círculo representa la integración y la inclusión de todos; la danza circular implica la reconexión y el encuentro. Las danzas circulares se realizan con los pies descalzos para propiciar la conexión con la tierra. Bajo la cosmogonía de los pueblos ancestrales esta reconexión con nosotros mismos y con la madre tierra es fundamental y se halla en ella una sabiduría necesaria para enfrentar la crisis climática y repensar nuestra forma de vida. Es un llamado a recuperar de esa sabiduría ancestral la capacidad autorreflexiva que nos haga reencontrarnos con nosotros mismos, con el otro, con la naturaleza y con el cosmos.
La danza como espacio celebrativo es un llamado a la recuperación de una vida esclarecida y del reconocimiento de la interdependencia de la vida humana con el todo circundante; parte del reconocimiento de que “Solo si todos, sin exclusión alguna, los seres de la Naturaleza pueden ser, solo entonces, la persona humana puede ser” (Raxalaj Mayab´K Aslemailil).
Esta activación es el resultado de los aprendizajes obtenidos en el Curso de Actualización en las Disciplinas Taller de florecimiento, compasión y dignidad; en específico, la maestra Marisol Alvarez Tostado, de campus San Luis Potosí, propuso la realización de danzas circulares como forma de expresión de la dignidad humana.
Campus Monterrey
Campus San Luis Potosí