Helga Handt


Investigadora científica

(Centro de Oceanología y Estudios Antárticos del IVIC)

Biografía

Helga Helena Handt Delgado nació en Caracas, Venezuela, el 18 de abril de 1979.

Cursó preescolar, primaria y bachillerato en el Colegio María Santísima de El Marqués, Caracas. "Con mis queridas monjas y excelentes maestras/profesores. Es una etapa que recuerdo con cariño a pesar de las exigencias".

Estudió Geoquímica en el lnstituto de Ciencias de la Tierra, de la Facultad de Ciencias, de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Habla español, alemán e inglés. "Mi próxima meta es aprender francés".

Realizó una maestría en el Instituto Venezolano de Investigaciones Cientificas (IVIC). Y aplicó por una beca de posgrado.

Realizó un doctorado, y su trabajo de tesis fue: "Determinación de la geoquímica del material participado del Bajo Río Orinoco".

Handt actualmente trabaja en el Centro de Oceanología y Estudios Antárticos (COEA) del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), como encargada de la Coordinación de Gestión Ambiental del Programa Antártico Venezolano. Además, brinda apoyo educativo al colegio Institutos Educacionales Asociados (IEA) como profesora de química.

Tiene una hija.


Recuerdos claves de la infancia

"De pequeña siempre me la pasaba experimentando, recolectando rocas y conchas de la playa. Mis experimentos eran mezclas de perfumes, cremas, champús, pero como que no eran buenos y mis papás me regañaban."

"Del colegio, me gustaba participar en todo, ser muy activa: carteleras, juegos, gaitas, eventos, en ¡TODO! Lo cual de vez en cuando le generaba problemas a mis padres."

"Por tener una gran afinidad con todos estos hechos vi que, indudablemente, la ciencias de la tierra y la química eran mi fuerte".

La cientifica Marie Curie, primera mujer en ganar el premio Nobel.

Modelos a seguir

Primeramente mi madre: luchadora, emprendedora y siempre con una sonrisa ante la vida.

Mis maestras, profesoras, doctoras y conocidas.

Y la famosa Marie Curie.

De todas fui tomando algo para mí. Y siendo así, decidí crear mi propio modelo de vida: "Aprender todo, hasta lo más mínimo que parezca, de todos los hechos o circunstancias que se te presentan a lo largo de la vida" y "aunque no sea tu mejor área o destreza, demuestra la mejor versión de ti. Siempre da el cien por ciento".

Una carrera poco usual para una mujer


En la UCV, tuve una beca escolar de ayuda. Trabajaba unas horas en la coordinación de química de la Escuela de Química. Mi trabajo fundamental era ayudar a preparar material para el curso introductorio de la Facultad de Ciencias.

Durante mi maestría en el IVIC opté por la Beca de posgrado, la cual obtuve por mantener mis notas académicas.

Luego, para mi doctorado apliqué por la Beca Marie Curie, un training de corto plazo, la cual uní con una beca del programa de cooperación científica Ecos Nord, dentro del marco de colaboración Venezuela - Francia, para apoyar mis estudios.

Por mis conocimientos en el proyecto Ecos Nord, el Ministerio de Ciencia y Tecnología (para aquel momento) debía pagar mi viaje. Surgieron inconvenientes y ese año no pude viajar. Sin embargo, al año siguiente se dio la oportunidad de la beca Marie Curie, y la Embajada de Francia se hizo responsable de pagarme el pasaje de ida y vuelta. Con estas becas, preparé mi Tesis Doctoral en la determinación de la geoquímica del material participado del Bajo Río Orinoco.

CURRICULUM VITAE_Helga Handt2018.doc
Río Orinoco

En la maestría trabajé con bioindicadores marinos de contaminación química, específicamente bivalvos; conocidos comercialmente como guacucos y ostras. Estos bivalvos fueron estudiados en costas venezolanas (Falcón, Miranda, Sucre) gracias al proyecto grupal del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (Fonacit) adscrito al Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela. Esta investigación contó con la participación de diferentes instituciones y universidades. Aparte de mi tesis, hubo otras. Los resultados fueron muy satisfactorios.

¿Qué pensó la gente de mis estudios? Bueno, de mis amigos, algunos pensaban que estaba loca, que era una persona muy arriesgada al realizar una carrera poco usual. Otras personas, sin embargo, me decían que tenía las destrezas y cualidades necesarias, y que seguro sería una muy buena profesional.

¿Oportunidades o impedimentos?


¿Impedimentos? Sí, hubo varios. El primero fue al querer entrar a la carrera. Gracias al Consejo Nacional de Universidades (CNU), organismo encargado del sistema de Educación Superior en Venezuela, tuve la oportunidad de entrar a la Facultad de Ingeniería. Sin embargo, había optado por ingeniería del petróleo o química. Un amigo me pidió que lo acompañará a la Facultad de Ciencias, y allí escuché nombrar la palabra Geoquímica. Mis luces sé activaron y pensé: "esto suena interesante". Como buena científica, ya en mi sangre, empecé a averiguar que era la geoquímica, para qué servía y qué campo profesional podía ejercer.

Para mi sorpresa, fue como mi sueño hecho realidad. Me identifiqué de inmediato. El estudio de la distribución de elementos químicos en sus diferentes geosferas, ecosistemas, ciclos bioquímicos, minerales, trabajo de campo y laboratorios fue lo primero que acaparó mi atención. Después de eso, mi reto fue entrar a esa carrera.

Hablé y averigüé, y la única manera de entrar era que el director del instituto me aceptara. Él me miró y me dijo "¿Tú estás segura de que quieres estudiar esta carrera? Eres mujer, tienes buen físico, etc. ¿Tú crees que puedas? ¡Yo lo dudo!". Para mí fue otro reto. Clara y decidida a no entrar a ingeniería le contesté "¿Qué debo hacer? ¡Yo sí puedo, solo déjeme intentarlo!". Me dijo que la única forma era haciendo el curso introductorio de la facultad. Bajo esa misma condición, en la misma carrera, habíamos 11 personas y solo un total de 8 personas logramos entrar a la carrera. Tiempo después, el profesor que había puesto en duda que lo lograría, me felicitó delante de todos y me puso de ejemplo.

"El que quiere realmente algo desde el fondo de su corazón puede contra toda barrera, ya que ninguna de ellas es tan grande como sus sueños y metas".

"Desde ahí me esforcé para demostrar que las mujeres podemos contra cualquier adversidad, y mis motores feministas creo se activaron a partir de ese momento".


Otra circunstancia, que no fue ningún impedimento, me marcó como persona: estando en el sexto semestre, me enamoré, y posteriormente me casé. Estaba muy joven, pues solo tenía 21 años. Tal vez lo hice como acto de rebeldía, o solo para ser independiente.

Mi papá falleció el mismo año en el que me casé. Fue algo muy doloroso, pero me armé de valor y seguí esforzándome.

Para ese momento, trabajaba en la beca de Ayudantía de la universidad, como promotora de eventos, todos los fines de semana. Esto hizo que aumentaran mis responsabilidades, pero nunca fue impedimento para terminar mi carrera. Siempre me aseguré de que, aunque tuviese que trabajar, ¡yo me graduaba! y luego averiguaría la bendición de tener bebés.


De lleno en la investigación científica

Actualmente trabajo en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y en el Centro de Oceanología y Estudios Antárticos.

Mi experiencia en estas instituciones ha sido fabulosa, enriquecedora personal y profesionalmente. El IVIC me ha llevado a querer aprender siempre más, y me ha demostrado que la vida es un continuo aprendizaje de ensayo y error. Que en la ciencia, los experimentos pueden resultar o no; que la teoría es necesario manejarla y no siempre en la práctica; y que en todos lados los resultados serán siempre iguales, pero las variables y los casos cambian.

Dentro del IVIC realicé mi tesis de pre-grado. Quedé enamorada de muchas cosas, y me enseñó que el mundo de la investigación era a lo que iba a apostar. Sus instalaciones, laboratorios, personal científico, técnico, administrativo y obrero hacían del instituto un sitio idóneo para seguir adelante.

Mi primera opción fue buscar empleo, pero las plazas estaban repletas de personas. Sin embargo, me ofrecieron hacer una maestría o doctorado. Lo pensé y lo discutí con quien hacia vida conmigo. Sin dudarlo me dio su apoyo y me dijo: "¡Aprovecha la oportunidad!". Inicie así mi maestría en Química y en el área de la ciencia ambiental.

Tres años más tarde logre mi maestría, mi divorcio, la bendición de tener una feliz barriga de embarazada y un puesto de trabajo en el IVIC. Estos dos últimos años fueron dos cierres de etapas en mi vida y la apertura de dos puertas maravillosas: ¡mi hija y mi estupendo trabajo!

"Como se ve, no es imposible tener hijos y estudiar a la vez. Siempre se debe tener como enfoque el logro de las metas propias y saber que todo se podrá lograr, no obstante, con esfuerzo y viendo hacia adelante".

Sembrando la semilla científica

El trato con otros profesionales del área científica (químicos, físicos, matemáticos, biólogos) ha sido muy satisfactorio. Trabajamos áreas multidisciplinarias e interdisciplinarias, y ha sido perfecto a la hora de buscar soluciones o tener buenos productos científicos.

"No podemos trabajar en solitario, ni guardarnos todos los conocimientos. El trabajo debe ser en equipo para enriquecernos profesional y personalmente unos a otros".

Soy encargada de la coordinación de gestión ambiental del Programa Antártico Venezolano. Antes de obtener este cargo, tuve la oportunidad de viajar a la Antártida con un proyecto de investigación del laboratorio donde trabajo. Visité la estación científica Pedro Vicente Maldonado y la Isla Greenwich en el marco de un proyecto Venezuela - Ecuador, de estadía de 21 días. Luego, mis compañeras y yo fuimos hasta Punta Arenas (Chile) y de ahí salimos en un buque rompe hielo hacía Isla Greenwich. De ahí salió, además, un libro para niños y material para las escuelas, sobre la Antártida.


(Imagen extraída del cuento infantil ¨La aventura de un osito polar perdido en la Antártida¨ Redactado por Helga Handt)


Dentro de mi trabajo en el IVIC, una de las cosas que siempre me ha gustado es sembrar una semilla científica en los niños. Que aprendan a tener curiosidad e indagar, y una forma de hacerlo era haciendo divulgación científica. Así que, participé en el Municipio Brión, en charlas educativas ambientales en colegios de Higuerote y otras zonas del Estado Miranda (Venezuela). Además, llevamos el planetario itinerante para explicarles la maravilla del sistema solar, y su importancia. A este proyecto lo llamamos "Un Científico en tu comunidad". El IVIC también promovió las Jornadas de Juventud Científica; y en este preámbulo, aceptábamos jóvenes de 4to y 5to año que quisieran aprender y desarrollar algún proyecto de investigación.

Lamentablemente, y por situaciones de presupuesto, estas jornadas dejaron de funcionar del todo. Así que, me pareció que una forma de llegar a los jóvenes y motivarlos era dando clases.

Es otra etapa muy enriquecedora de mi vida, el reto de que mis alumnos no vean la ciencia cómo un monstruo o un mundo que sé los quiere comer. No, todo lo contrario. Los alumnos son los que, con los conocimientos que están adquiriendo desde pequeños, sé comerán al mundo y serán exitosos a donde sea que vayan.

En los colegios donde ha estudiado mi hija, y yo haya enseñado, trato de ser activa y abonar esa semilla en los niños, para que cuando crezcan y sean adultos tengan buenas raíces, buena preparación y estén dispuestos a todo; siendo así felices y rigurosos ante la vida.

En 2018, empecé a trabajar en Institutos Educacionales Asociados (IEA) en Caracas, Venezuela. Ha sido maravilloso poder enseñarles a mis alumnos de 3er Año (9no) lo asombroso que es la química. Aparte, mis alumnos me han hecho darme cuenta de que todo lo que he realizado, y todos los años de preparación, valieron la pena. Estoy bendecida y agradecida por ello.

Bibliografía

La mayoría de la información fue obtenida por medio de respuestas de Helga Handt a preguntas redactadas por nosotros, en una entrevista vía mail.