SEÑOR YEROVI, BUENAS TARDES

SEÑOR YEROVI, BUENAS TARDES

Quiero decirle -a nombre de mis hermanos del pueblo- que vemos en usted a un hombre de bien, que ha cumplido su palabra y que se ha retirado con honor del alto cargo que le encomendaron.

Quiero decirle también que lamento y lamentamos mucho, que la descortesía y la desorganización y el ambiente caldeado y violento de la Asamblea Constituyente, haya obstado para que usted honre con su presencia el Salón Legislativo. Esa descortesía de que ni siquiera se dé lectura a su Mensaje de Informe es imperdonable. Pero usted señor ciudadano Clemente Yerovi, pasará a la Historia como un hombre ponderado, ecuánime, honesto y leal.

Ud. podrá pasear -como lo hizo antes- como simple ciudadano, y será saludado con respeto y admiración a que se ha hecho acreedor.

Ud. no tendrá que usar argucias ni subterfugios para quedar bien con sus conciudadanos. Ud. merece un alto homenaje de su pueblo. Y seguro que en el Club de La Unión, algunos caballeros distinguidos le rendirán este homenaje. Pero yo desearía algo más. Yo propondría que se realice un agasajo popular, espontáneo, merecido.

La gratitud es uno de los placeres que se disfrutan con menos frecuencia. La ingratitud es el pan de todos los días. Yo anhelo señor Yerovi, que en su desayuno de muchos días, usted coma el pan de la gratitud. Porque ha encarrilado la vida nacional, hacia el camino de la legalidad. Supo usted pasar el charco de lodo sin salpicarse siquiera. Si usted no nació aquí, con su función efectuada, merece usted ser llamado y considerado como el más ecuatoriano de los ecuatorianos.

Este espejo se nubla muchas veces, pero hoy, a pesar de los descontentos y de los incrédulos, y de los rebeldes, muestra su faz limpia y clara, porque el rostro de un hombre de bien se refleja en él. Su rostro señor Clemente Yerovi Indaburu.

César Danné

La Razón, Guayaquil, nov. 18/66