Violencia

Así como la violencia es el problema más grave entre países, entre diferentes grupos étnicos y en las calles de nuestras ciudades, también es el problema más grave en la familia. El abuso de la mujer por el hombre y de los niños por los padres, constituye uno de los problemas de salud mental más insidioso, más grave y más destructivo de cuántos deben enfrentar los seres humanos.

La Organización Mundial de la Salud define la Violencia como: “El uso de la fuerza o el poder físico de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

Por lo general las conductas violentas se ejercen sobre las personas consideradas más débiles o vulnerables, las destinatarias son con frecuencia las mujeres (niñas, adolescentes, adultas y ancianas) o las generaciones más jóvenes de la familia (niños, niñas o adolescentes), sostenidas por los prejuicios de género y generación.

Según la 17.514 de Violencia Doméstica: Violencia Doméstica: “Toda acción u omisión, directa o indirecta, que por cualquier medio menoscabe, limitando ilegítimamente el libre ejercicio o goce de los derechos humanos de una persona causada por otras con la cual tenga o haya tenido una relación de noviazgo o con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva basada en la cohabitación originada por parentesco, por matrimonio o por unión de hecho.” “La violencia doméstica es una de las formas perversas de manejo de poder y se ejecuta sobre todo grupo de menor poder relativo: niños, mujeres, ancianos, inválidos (…)”

Se entiende por Violencia Doméstica un tipo particular de ejercicio abusivo de la fuerza o el poder que daña a las personas con las que se tiene un vínculo de cuidado y a las que se debe proteger.

La descripción del fenómeno de hechizo (la víctima es hechizada por su agresor), profunda y original, nos explica por qué la víctima, en lugar de rebelarse claramente contra el abuso y la explotación, se convierte en un ser obediente que llega a proteger al abusador, y aún a absolverlo de toda culpa.

La familia puede ser una unidad social que posibilita crecer a sus miembros y desarrollar sus capacidades, su potencial y habilidades necesarias para lograr su autonomía, como también un lugar de sufrimiento, arbitrariedad, injusticia, opresión, pena, amenaza, violencia y abusos sexuales.

De ahora en más, consideraremos que los lazos familiares pueden ser también violentos, abusivos y fuera de la ley.

· Tipos de violencia

◦ Encubierta

◦ Sicológica (insultos, abandono)

◦ Física

◦ Sexual

◦ Referencia a la ley 17514 (Artículo 3º.- Son manifestaciones de violencia doméstica, constituyan o no delito:

A) Violencia física. Acción, omisión o patrón de conducta que dañe la integridad corporal de una persona.

B) Violencia psicológica o emocional. Toda acción u omisión dirigida a perturbar, degradar o controlar la conducta, el comportamiento, las creencias o las decisiones de una persona, mediante la humillación, intimidación, aislamiento o cualquier otro medio que afecte la estabilidad psicológica o emocional

C) Violencia sexual. Toda acción que imponga o induzca comportamientos sexuales a una persona mediante el uso de: fuerza, intimidación, coerción, manipulación, amenaza o cualquier otro medio que anule o limite la libertad sexual.

D) Violencia patrimonial. Toda acción u omisión que con ilegitimidad manifiesta implique daño, pérdida, transformación, sustracción, destrucción, distracción, ocultamiento o retención de bienes, instrumentos de trabajo, documentos o recursos económicos, destinada a coaccionar la autodeterminación de otra persona).

Imagina un perro que se encuentra en una jaula dentro de una habitación. Si todos los días a la mañana se le castiga físicamente de diferentes formas, va a desesperarse, va a lastimarse contra los barrotes para intentar salir, y si pasado el tiempo, le quitamos la jaula y en la mañana (como todos los días) lo castigamos, ni siquiera va a moverse de su lugar. Si.... así actúan las víctimas de violencia, con miedo, con resignación, con comodidad, después de todo están en un lugar conocido, teniendo más miedo a lo desconocido que a lo que les depara su predestinada vida.

La violencia encubierta, que se da cuando por ejemplo nos dicen “cocina tu, porque lo haces mejor”, “cambia al niño tu, yo no se hacerlo”, “Tiende tu la cama, me gusta como lo haces”, “Transcribe el trabajo tu, que sabes manejar el PC mejor que yo”, todos hemos pasado por esto y hasta algunas veces lo tomamos como un halago, pero otras veces nos gustaría hacer algunas cosas mal adrede para no tener que hacerlas siempre.

La violencia psicológica, es la que sentimos cuando ya no nos dicen "haz esto porque lo haces mejor que yo", sino por ejemplo “¿no lo hiciste estúpida?” y se corta aquí el débil hilo entre las formas de solicitar una cosa y exigirla. Aquí tenemos muchas víctimas que se escudan ante la frase “está nervioso, pero es bueno”, “solo me insulta cuando toma”, “hoy tiene un mal día, no siempre es así”.

La violencia física, surge como inevitable consecuencia de la anterior. Un hombre, hablando con su psiquiatra sobre su problema de violencia y ante el afán de ser entendido, le cuenta que la noche anterior, cuando llegó a su casa estaba todo limpio, ordenado, los chicos durmiendo, la cena pronta y su mujer lo esperaba ansiosa, sin embargo, en el momento de sentarse a la mesa, tuvo que cinchar el mantel tirando todo sobre su esposa, pues...... la lechuga estaba mal cortada… Es evidente que la persona violenta, siempre va a encontrar una excusa para descargar su bronca, no importa cuanto te esfuerces en complacerla.

La violencia sexual, que es la más dolorosa de todas, por el entorno secreto que se crea a través de ella sobre todo cuando se trata de menores de edad.

UN ESTUDIO OFICIAL REVELÓ CIFRAS DEL COMPORTAMIENTO DE LOS ADULTOS A LA HORA DE EDUCAR A LOS MENORES DE LA FAMILIA DENTRO DEL HOGARPOR (GONZALO FERREIRA DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR 07/05/09)

La mayoría de los padres admite que alguna vez le pegó a sus hijos o hay nada más tradicional e ingenuo que la canción del Elefante Trompita. “Y su mamá le dice, portate bien Trompita, sino te voy a dar, chas chás en la colita”, dice parte de la letra de una histórica canción infantil. Sin embargo, detrás de algunas estrofas se puede esconder una situación de violencia para miles de niños. La violencia familiar de los padres hacia los hijos, como forma de “educar” a los menores, es una práctica no solo habitual sino institucionalizada en la sociedad al punto que hay canciones que hacen alusión al tema y aún se enseñan en el sistema escolar. Ahora hay cifras que confirman esa práctica violenta puertas adentro de los hogares. Un estudio del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), al que accedió El Observador, señala que el 15% de los padres del área metropolitana admite haberle infligido a sus hijos “fuertes castigos corporales de maltrato severo o muy severo”; un 59% manifiesta haber usado algún tipo de castigo (incluye los moderados así como los severos y muy severos) y si se suman los maltratos psicológicos es el 82% de los padres el que castiga a sus hijos. El estudio fue realizado entre julio y noviembre de 2008 en Montevideo, Canelones y San José con una muestra de 1.100 casos y fue publicado esta semana por el Programa de Infancia, Adolescencia y Familia (Infamilia) del Mides. En momentos en que se discute el aumento de la violencia en los liceos, así como la delincuencia juvenil, desde el gobierno señalan que las cifras del estudio deberían “hacer reflexionar” a la población. La violencia doméstica es una de las causas mayores de agresión. Cerca del 45% de las agresiones contra las personas se produce dentro del hogar.

ESTUDIO

La investigación realizada por técnicos contratados por Infamilia, tomó una escala mundial para medir la violencia hacia los menores que la divide en: comportamientos de tipo no violentos, violencia psicológica, violencia física moderada, violencia física severa y violencia física muy severa.

Además también se valora la “negligencia” como una “violencia por omisión”. Cada una de esas agresiones los investigadores las dividen en “prevalencia general” o “prevalencia crónica”. Es “general” cuando son situaciones excepcionales (una vez) y “crónica” cuando son conductas recurrentes (dos, tres o más veces). El maltrato psicológico es admitido por la gran mayoría de los padres en grado de prevalencia general (74,4%) y crónica (58,5%). El 70% de los padres admite gritarle o hablarle mal a sus hijos, 39% amenazarlo con pegarle, 16,4% llamarlo “estúpido”, “haragán” o algo parecido y 7,6% lo insultó.

NEGLIGENCIA

Los padres “negligentes” son quienes ejercen “violencia” por omisión”, dicen los especialistas. El 48,7% lo hizo en forma excepcional y 34,3% de manera habitual. El 28% admitió “estar tan ocupado” que no pudo “mostrarle o decirle que lo quería”; 26,4% dijo que lo dejó solo en la casa aunque creía que debía estar acompañado, 15,4% señaló que alguna vez no se aseguró que su hijo recibiera la comida y 8,2% reconoció que no le consiguió atención médica. El estudio señala algunas prácticas de educación familiar que no son violentas y que por el contrario son recomendadas por algunos especialistas.

El 93,1% afirmó que le “explica” si están haciendo algo mal; 73,2% lo pone en penitencia; 55,1% le dijo que debía hacer alguna cosa en lugar de lo que estaba haciendo mal y 54,7% le saca privilegios como forma de corregirlo.

Para la psicóloga Ana Grymbaum, la violencia familiar como forma de educar a los niños está “muy arraigada” en la sociedad uruguaya. La agresión física, para la especialista, puede generar la sensación en el menor de que está humillado o en situación de inferioridad. “Eso deja marcas en el niño. Falta de autoestima o de confianza en uno mismo por ejemplo”, dijo la especialista. Para Grymbaum, lo mejor para la educación es mandar al hijo “a pensar al cuartito”, o castigos materiales, explicó.