Mis Orines sobre un Cuerpo Inmóvil

Texto extraído del catálogo del 8vo Encuentro Hemisférico de Performance: "Sobre el cuerpo de las mujeres latinoamericanas ha quedado inscrita la historia de la humanidad. Sobre sus cuerpos conquistados, marcados, esclavizados, objetualizados, explotados y torturados pueden leerse las nefastas historias de lucha y poder que conforman nuestro pasado. Cuerpos frágiles solamente en apariencia. Es el cuerpo de la mujer que ha sobrevivido la conquista y esclavitud. Que como piedra ha guardado el odio y el rencor en su memoria para transformarlo en energía y vida"* (Regina José Galindo)  

Yo como presenciadora de esta acción, al verla a ella en esa posición y por largo rato me pregunté por la locación para hacer este performance: ciudad universitaria de Sao Paulo (temporada de vacaciones), luego empecé a detallar su cuerpo en esa posición inmóvil, cuando vi que un hombre se le acercaba y se bajaba la cremallera de su pantalón, sacaba su pene y la orinaba, me pareció muy fuerte, no por el líquido en sí, sino la posición de esos dos cuerpos, ella en posición fetal con la cabeza hacia abajo, protegiendo su pecho y vientre, todo su cuerpo tiznado o terroso, y él, en posición vertical exponiendo o dejando al descubierto su órgano sexual como cotidianamente lo saca para orinar en el baño de su casa, en un baño público, junto a un árbol, etc. El líquido escurría por el cuerpo de Regina, con tal abundancia que removió levemente la capa de ceniza (o tierra) que cubría su cuerpo dejando en su espalda un agujero que dejaba ver su piel.

Mi cuerpo palpita, veo el rostro de las demás personas que presencian este suceso: solo encuentro rostros inexpresivos.

Éste hombre cierra la cremallera de su pantalón y vuelve a ser parte de "nosotros", es decir, del público. Pasó un segundo hombre, de contextura más grande, que se demora en orinar y le sale muy poquito líquido, mientras lo veía se me vino la imagen de una persona pateando a otra hasta hacerla caer al suelo, rompiéndole varias costillas, y como último gesto de violencia y degradación orinarlo y escupirlo.

Mi sangre hervía, pero sin ninguna sensación de odio y violencia. Sentí cómo caía mi fluido menstrual entre mis piernas, tenía en abundancia, le pregunté internamente a mi cuerpo si tenía ganas de orinar, al ser afirmativa, sentí la necesidad de brindar mi líquido y,  que allí, sobre esa “piedra” o cuerpo inmóvil estuviera viva la presencia del cuerpo femenino,  al quitarme los pantalones y mis calzones siendo parte del público, me latía mucho el corazón pero al sentirme aludida y de alguna forma agredida por la forma como llegaban dos cuerpos masculinos a orinarla y las posiciones jerárquicas que se marcaban, tuve que dejar mi ropa con el público, colocar mis piernas de lado y lado de este cuerpo inmóvil, sentir cómo salía y permeaba un cuerpo que había decidido para su performance pedirle a tres hombres que la orinaran, la camisa que llevaba puesta se infló con el viento.

Ahora pienso que en mi gesto había “energía y vida” como ella misma decía en su texto (que leí posteriormente de su acción), solamente que había una diferencia, el retrato de un cuerpo femenino en el suelo siendo orinado por hombres como símbolo de opresión y de “cuerpos conquistados, marcados, esclavizados, objetualizados, explotados y torturados (donde) pueden leerse las nefastas historias de lucha y poder que conforman nuestro pasado”* se contrasta con una acción presente que incita a transformar esa historia, con la “energía y vida” que cada cuerpo potencialmente tiene, que no permite ni permitirá que estas agresiones ocurran o vuelvan a ocurrir en su espacio vital: nuestros cuerpos. Para irradiar cuerpos que ni siquiera son "frágiles en apariencia" pero si amorosos.

Tzitzi Barrantes

* Página 63 del 8vo Encuentro: 

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