Al direccionar la evaluación hacia la transversalidad se mueve la participación de todos sin distinción de jerarquías, contribuyendo a fortalecer desde este espacio
conocimientos de los contenidos que se someten a discusión,
habilidades de pensamiento para la resolución de problemas derivados de la
reflexión y el
análisis, actitudes de solidaridad y responsabilidad al trabajar en equipo, la preocupación por el conocimiento de los demás y
valores como la democracia al fortalecer la participación de todos en el proceso de enseñanza, aprendizaje y evaluación, debilitando las relaciones de poder a través de la evaluación exclusiva del docente, facilitando así la abstracción e internalización de normas.