3. Principales actividades


Web de José Ramón Francia Silva


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El carbón en la Sierra, la leña y la fragua.

La obtención del carbón de brezo fue una actividad muy común en la Sierra. Sin duda, la necesidad del carbón que tanto se utilizó en el siglo XIX y principios del XX ya era una actividad antigua en la Sierra de Pajares.

Se extraía de las raíces (chocas) del brezo y se utilizaba para ello una azada de 6 cm. de ancho por 30-35 de largo y en el extremo opuesto con forma de hacha.

Grandes extensiones de terreno, en la Sierra, eran quemadas para carbón y además después de la quema, en la primavera siguiente salían buenos pastos.

La cepa (choca) que está enterrada, se parte en trozos i se echa al fuego, que se hace en una hoya (agujero). Una vez calada por el fuego, se tapa, bien sea con losas que tanto abundan en la sierra, como con césped y se echa tierra encima. Al día siguiente, ya sin fuego, se descubre y se saca el carbón. Hay que recordar que el carbón de brezo se subastaba en el Ayuntamiento y uno se quedaba con la subasta.

Una de las fraguas era un pequeño edificio situado a la izquierda del puente. Pertenecía a Segundo Merino, pero al marcharse a Logroño a principios de los 60 del siglo pasado compró la edificación el Distrito Forestal (Icona), para guardar las herramientas del trabajo. (Fot. rtve)

Es importante comentar que además de vender el carbón fuera del municipio, pues se introducía en sacos y se bajaba en carros a Logroño, para herreros de diferentes fraguas, también se utilizaba en el mismo pueblo. El fuego tan fuerte, producido por el carbón, al ser soplado por el fuelle ayudaba al herrero en la Fragua de Pajares, cuyo último propietario, vecino de San Andrés, fue D. Víctor Merino, a modelar el hierro y a ser imprescindible para arreglar los útiles de labranza para todo el municipio. Si el hacer rejas era una labor protectora importante, el arreglar el arado o la vertedera eran imprescindibles para continuar la siembra. Para ello se aprovechaban, principalmente, los días de lluvia que según decían eran días de “molino y fragua”, ya que no merecía la pena salir con mal tiempo al campo.

Cortar leña para el invierno

La leña recién cortada en el monte

La "corta de leña" anual. Julián Francia con su nieto Alejandro.

La salma para atar la leña, hierba.. en los caballos (Giro, J.).

En invierno, cuando todo estaba nevado, lo obligado era sacar al ganado, tanto lanar como bovino o caballar, que estaba encerrado en los corrales a beber agua al río. Mientras tanto, y si no se iba a hacer leña, para el consumo propio, a “la corta de hogares” (espacio de terreno lleno de robles que puedes cortar anualmente, dejando algunos para conservar la especie), ya que con nieve no se iba a ganar el jornal, la gente tenía tiempo para comentar las incidencias del día y estar al abrigo de la lumbre: Eran días de “fuego y nieve”.

Actividades en el campo

La siembra, principalmente del centeno, era el cereal por excelencia para la alimentación del ganado. En el molino de D. Eladio Martínez de Lumbreras es dónde se transportaba en caballerías y se molía para alimentación de los animales.

No hace falta decir que el trigo para hacer el pan o la cebada para los animales también salían del molino preparados para la alimentación.

La siega de la hierba a “dalle” para el ganado, y la siega a hoz y zoqueta de la mies (cereales), eran las actividades a las que más tiempo y con más afán, se dedicaban en los meses de junio y julio. Había que preparar la comida del ganado para los meses del largo invierno.

En ocasiones los niños ayudaban con las caballerías, en este caso cargadas con los haces de hierba acarreados.(Fot. J. Luis Palomar).

La trilla (proceso de separación del grano de la paja), desde finales de julio hasta septiembre, con las “eras” (praderas destinadas a la trilla) llenas de mies en las “cinas” (haces bien colocados en el extremo de cada era, para que si llovía se mojara la mies lo menos posible), eran muy decorativas al lado del pueblo, pero eran producto de muchos sudores para todos: Padres, abuelos e hijos.

Los caballos tirando del trillo ( tablones con pedazos de piedra y cuchillas de acero) prestaban una imagen bucólica para los turistas que pasaban por la N-111 y bajaban a hacer unas fotos, pero la realidad era que muchos dias tenían que apresurarse para que la tormenta de la tarde no les cogiera sin separar el grano de la paja.

En "La Cuesta", lugar para divisar las eras y el pueblo, al lado de "la piedra del moro", como se llamaba.

Construcciones y caminos forestales

Importante fue la realización del “Camino de Las Tainas”. Intervino de manera decisiva el Alcalde del Ayuntamiento de Lumbreras, residente en Pajares, D. Fermín Las Heras en 1936. Los obreros cobraban 15 reales diarios (3,75 pts.). Había tanta gente que deseaba trabajar que hicieron dos turnos, ya que no había herramientas para todos. Trabajaban en días alternos.

Antiguo camino que se dirigía a "Las Tainas", por medio de las Eras.

El Puente del Llano se había construido unos años antes (hacia 1930) y después se reforzó, para que pudieran pasar los camiones cargados con maderas. Muchos camiones pasaron por él, y antes de 1951 a veces de forma ilegal, para sacar sobretodo hayas de la Sierra.

El Refugio, 60 años después de construido, a 2 km. de la Cola, en el Río Lavieja.

Si importante fue el arreglo del camino forestal hasta “Las Tainas”, a principios del siglo XX, fundamentales fueron para poder sacar la riqueza forestal de la Sierra los caminos que suben hasta “El Refugio”: Construcción realizada en 1954 por D. Julian Francia y la cuadrilla de obreros. Con un tejado de madera de haya y con la finalidad de servir de refugio para los trabajadores o para guarecerse los ganaderos, se construyó este "Refugio", el el río Lavieja.

El puente de la Carretera Nueva del Pueblo y el de la Cola eran practicamente iguales.

Muchos camiones con madera pasaron por ellos desde 1954.

En el Puente de "La Cola" Julián Francia, 50 años después de construirlo.

Camiones de cinco ejes pasaron con madera el verano del año 2012

Hasta después de su construcción no se hizo la carretera. Más tarde se diseñó y realizó el camino que subió hasta “El Haigal” en los años sesenta. Era el denominado Camino del Cabañazo, que se autorizó su ejecución a D. Julian Francia el 29-10-1964: Ese día el Ingeniero subiría para supervisar la trayectoria por dónde debería discurrir.

Camino del Cabañazo.

Cesto que se utilizaba en todos los caminos forestales para el movimiento manual de tierras.

Mención especial tendríamos que hacer de los puentes que se hicieron para facilitar la entrada y salida de camiones a lo largo de todos los caminos, que antes eran de madera. Así los de Las Tainas, La Cordacha, La Cepedilla y el que había en el pueblo detrás de la Escuela. De la realización de todos estos puentes y caminos forestales se encargó Julian Francia del Distrito Forestal (Icona).

La carretera nueva

Se habían hecho los caminos forestales para sacar la madera de la Sierra, pero los camiones grandes no podían pasar por el pueblo por la estrechez de la carretera y porque el puente del Llano no era demasiado resistente. Por ello en la década de los 60 del siglo XX se proyectó una nueva carretera y un nuevo puente que circunvalaría el pueblo por el Oeste.

Planos de la época del nuevo desvío del camino forestal, con el tramo proyectado.

Uno de los registros de dinamita, detonadores y mecha que subieron a Pajares (en camión), y que Julián Francia con los trabajadores gastaron en el camino forestal. Aparecieron varias zonas rocosas y las máquinas todavía no se emplearon para romperlas. Se pueden ver las fechas en las que se utilizaron los explosivos

Los puentes que eran exclusivos para el paso del ganado, como el histórico Puente de Los Chopos, al final de las Eras, conservaron la madera de “corazón de roble” hasta el “final de los días” del pueblo.

Parte superior del puente de El Pontón, todo en tablones de roble de la Sierra.

Se supone que este puente de madera ¡lástima no poder comprobarlo!, debía estar bien empotrado en los cauces del río con maderas en emparrillado, ya que resistió las embestidas de grandes riadas cada primavera. Los clavos eran de longitud igual al grosor de la madera que pretendían sujetar.

La distancia entre cordones (longitudinales) y transversales (al río) variaba según el caudal del río, anchura del puente… En la fotografía siguiente vemos el sistema de emparrillado, aunque en este puente de Pajares la distancia entre las maderas longitudinales era un poco mayor.

Sistema de fundamentación y emparrillado de los puentes de madera (Fot. Arrue, B.).

(Fot. Campmany Manuel)

Sobre el puente

El mismo puente, todo de "corazón de roble" resistió decenas y decenas de años los embates de las riadas anuales (Fot. Iniesta, M.).

En este último tramo, el del "Haigal” fue cuando se estrenaron las máquinas para grandes movimientos de tierras, ya que anteriormente todo se hacía “a pico y pala”. No obstante el trabajo de los vecinos y jóvenes de Pajares siempre fue duro y abnegado. Un ejemplo podríamos recordar: Un año, los jóvenes del pueblo el día de la fiesta, para hacer el firme de la carretera, y con el objetivo de poder pagar la parte que les correspondía para los músicos que venían, subieron a las 6 de la mañana a picar piedra en trozos pequeños, a martillo y con unas gafas metálicas protectoras para los ojos, al Cabañazo. Para las 11 de la mañana ya habían realizado cada uno la parte que les correspondía del trozo de la carretera a “estajo”.

Gafas metálicas utilizadas para picar piedra en trozos pequeños, en la carretera del Cabañazo.

De las obras que se realizaron, a partir de 1960 por la Sierra de Pajares cobra especial relevancia la construcción de “bebederos” para los animales. Parte del dinero que procedente principalmente de las cortas de madera de la Sierra y destinados al Distrito Forestal, redundaron en beneficio de los ganaderos del pueblo que pudieron comprobar como sus ganados podían beber agua sin apenas desplazarse, por la Sierra.

En general los jornales de Icona, a partir de 1951, sirvieron para complementar y elevar el nivel de vida de los habitantes del pueblo y para mejorar el hábitat de la zona. Cada persona podía dedicarse a sus labores ganaderas o de cultivos y el día que no lo hacía, podía ir a desarrollar trabajos con Icona. En 1978, por ejemplo, cobraban 900 ptas. al día, por desbrozar el monte, preparar pastizales, habilitar pasos o caminos, etc.

“El Soria”

Si había un momento del día en el que se estaba pendiente del reloj en el pueblo, era a las 11 de la mañana y a las cinco de la tarde, que es cuando pasaba el autobús de línea regular Logroño-Soria. La llegada de “El Soria” era un acontecimiento, algunos incluso subían a la carretera para ver quién iba y quién venía. Eso si, los días que no llovía, ya que una antigua cochera completamente caída no servía para guarecerse de las inclemencias del tiempo, sobre todo en invierno. Más famoso que el conductor era Rosendo, que no solamente controlaba a los pasajeros, sino muchas peticiones de encargos, entre los que se pueden destacar la infinidad de recetas médicas que todos le encomendaban para comprar en la farmacia de Logroño o Soria y que afablemente traía.

Excepto en autobús de línea "El Soria", la bicicleta era el medio de locomoción más frecuente. Carretera de Pajares a San Andrés.

Ramona Silva con José Ramón y Rosa Nieves (Año 1954)

El pastoreo no trashumante

Era el pastoreo estante, que no salía de los límites del pueblo y que en lo relativo a las ovejas eran rebaños más pequeños, eran churras y la finalidad no era la producción de lana sino la cria de corderos.

Un día cualquiera en el pueblo comenzaba con el sonido del cornetín para la salida de las cabras, que durante muchos años (60 y 70) provenía de “La Flor”. Una señora muy buena y servicial que ayudaba a todos. Para muchas personas que tenían otras actividades más urgentes que solucionar, ella era la que les resolvía el problema.

La Señora Florentina (Flor) y las dos "Pilares"

Cada familia tenía que salir a cuidar de las cabras tantos días como animales tuviera. El máximo de cabras que se permitía era 4 por familia. No podían salir del “pago” para no perjudicar los brotes de los árboles que crecían en la Sierra. Y porque el ganado trashumante tenía en exclusiva los pastos de la Sierra.

Cada familia tenia su rebaño de ovejas, con un corral para guardarlas y era cada vecino, día a día de la mañana a la tarde, el que salía de pastor. El calzado típico eran las abarcas: Generalmente hechas con restos de goma de rueda de coche, eran habituales en los hombres, jóvenes e incluso niños.

Corral de D. Agapito Orden (Fot. Iglesias Hervia, R.)

La yunta de bueyes y los caballos domados eran los que solucionaban el gran problema de la roturación de la tierra y la labranza a todos los del pueblo. Eran imprescindibles para llevar a cabo la siembra, la recolección y el transporte hasta las eras o los pajares. Sin embargo, el conservarlos durante todo el año bien alimentados y “sin perder la forma” era otra obligación de todos los ganaderos: Había que sacarlos a pastar a las praderas por la noche, en verano y controlarlos en La Sierra o alimentarlos el resto del año.

Yeguas de cría y domadas, cercanas al pueblo, en la época de escasa actividad en el campo. A principios de los 60 del siglo pasado. (Fot J. Luis Palomar)

Caballos pastando en el paraje de La Cola (2009). A diferencia de los de antes, no están domados para el trabajo.

El Rodeo

Al final de cada verano, y en concreto el día 30 de Septiembre se celebraba “El Rodeo”. Se reunían todas las vacas, generalmente un poco más arriba del Pontón, aunque en los últimos años antes de hacer el Pantano, también en las eras. Aquel día era el elegido para vender las vacas y sus crías que cada vecino de cada uno de los pueblos (Pajares, Lumbreras, San Andrés y El Horcajo), quería poner en venta. También se vendían otros animales como los caballos.

Venían los “tratantes”, que eran los que compraban el ganado y viendo los animales se hacía “el trato”, la venta. Era el tiempo propicio para prescindir de aquellas vacas que ya no interesaban para la labranza del siguiente año, aquellas que iban a ser una carga para alimentarlas durante el invierno, y los terneros que ya tenían una edad adecuada para su venta.

(Fot. José Luis Palomar)

La trashumancia, hasta finales de los 60.

Hablar de trashumancia es hablar de Lumbreras (ver trashumancia en Lumbreras) y en concreto de la Sierra de Pajares. Había tanto ganado y tantas personas por la Sierra, que era un continuo saludar por todos los caminos. Se conservaban limpios y libres de zarzas, ya que se limpiaban, sobre todo en primavera.

En la Sierra había diferentes “borreguiles”. Cada uno de ellos tenía un promedio de 500 cabezas de ganado lanar (muchas menos que en el siglo XXVII, que superaban entre todos las 100.000 cabezas) y permanecían de Mayo a Octubre. Los pastos eran subastados por el Ayuntamiento de Lumbreras.

Chozo para el pastor en El Aigal.

Cada borreguil tenía un “majadal”, que era el lugar dónde dormía el ganado, en corrales al descubierto y cercados por espinos o maleza. Alrededor dominaba la pradera y al lado se encontraba el “chozo” (cabaña ) del pastor, con un lugar destinado a cocina-chimenea (a partir de mitad del siglo XX). Varios mastines, y otros perros grandes y de raza, protegían el ganado y al pastor de los lobos, que en cualquier noche podían aparecer y dejar el rastro del ganado muerto. Ello obligaba, a veces a dormir “al raso” si se había de estar alerta. Algunos pastores tenían un burro y bajaban al pueblo con “el ato”, que era el conjunto de enseres que tenían: Ollas, caldereta, alforjas.. y otros útiles que necesitaban a diario.

La vida del pastor era monótona, solitaria y con pocos alicientes. No bajaban casi al pueblo y eran de Soria y de otras provincias. Recibían la visita del guarda cuando llegaba el ganado a principios del verano y después, de vez en cuando. El último que realizó el noble y abnegado trabajo de pastor con las ovejas trashumantes en la sierra de Pajares, fue un hijo del pueblo: D. Félix Orden.

Félix Orden, último pastor de ovejas trashumantes del término municipal, ese día recogiendo la hierba en el Prado del Toro, con otros del pueblo (Fot. J. Luis Palomar)

Hasta el año 1963 los diferentes borreguiles eran: Cabaña del Duque, La Lioba, Sancho Viejo, El Haigal, La Cepedilla, El Tornillo, El Tajedo y El Pizarro. El 12 de Julio de 1963 se enviaron al Ayuntamiento de Lumbreras y al Distrito F. de Logroño las "Actas de Entrega" de los 8 borreguiles de la Dehesa Lastornal, que el Guarda D. Julián Francia había inspeccionado in situ como cada año, después de haber llegado a los pastos las diferentes cabañas de ovejas trashumantes. Hay que recordar que en otras épocas había habido muchos más cabañas. Una de las últimas fue la de La Lioba, que en 1967 todavía recibía estas ovejas. Posteriormente quedaron todos vacíos los majadales quedaron vacíos.

Entre 1951 y 1960 se construyeron 8 chozos, uno en cada borreguil de la Sierra. Eran de piedra, hormigón y varilla encofrados, aunque las penurias de aquellos años hicieron que la mezcla del cemento fuera más bien pobre. Se encargó de la realización el Distrito Forestal (Icona) de aquel tiempo.

En La Venta de Piqueras, la Hermandad de las 13 Villas, ha creado el Museo de la Trashumancia: Un lugar donde se ha reconstruido con imágenes, textos, objetos, maquetas y reproducción de ambientes, aquel estilo de vida y todo lo relacionado con la trashumancia, en un pasado que ha dejado sus huellas en la Sierra de Cameros y lógicamente en el antiguo pueblo de Pajares, que era la localidad más próxima a la Sierra.

Subastas y caza

Fuera de los “aprovechamientos” subastados en la Sierra, estaban los “pastos comunales”. Los vecinos del pueblo tenían libertad para tener cuantas cabezas de ganado pudieran atender. En la provincia de Soria, por ejemplo, no era así. Por ello, algunos sorianos venían a vivir a Pajares.

En Pajares se subastaba la basura de las calles, procedente del paso de los ganados. Así se aprovechaba el estiércol de tanta cantidad de ganado que había.

De todas las maneras las principales subastas, además de la de carbón ya citada, eran las de madera de haya y roble sobre todo a mediados del siglo XX, después continuarían con las de pino. Con el procedimiento tradicional hasta entonces, utilizando caballos, bajaban arrastrándolas hasta donde podían subir los camiones: Duro trabajo para los caballos, que cuidadosamente entrenados hacían lo que ahora no se concibe sin las máquinas. D. Santiago Valdecantos nos hubiera podido aleccionar con su experiencia. En aquellos años hubo importantes recursos económicos para alargar caminos durante las décadas de los 60 y 70, como veremos.

Julián Francia y "El Lolo", después del primer corzo cazado a rececho.

Interesantes eran, y siguen siendo en Lumbreras (Reserva Nacional de Caza Cameros-Demanda) las subastas de los puestos de caza menor: Aves migratorias (palomas) en puestos fijos, en la Sierra, y de caza mayor: Batidas del corzo, ciervo y jabalí, que atraen a gente de fuera y son recursos para el Ayuntamiento. El primer corzo a rececho que se cazó en el Municipio fue el que se ve en la fotografía. Aparece el Guarda de Icona y el cazador “El Lolo”.

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