En el mensaje de Fiestas Patrias de 1949, del Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías, recordando todas las oportunidades en que había tenido el honor de presidir las ceremonias, como máxima autoridad de la provincia, afirmaba que “El Dios de las Naciones, nos ha deparado este nuevo año, para reunirnos en este recinto, donde tantas veces hemos elevado nuestro voto solemne de lealtad a la Patria” (Capítulo I).
Agregaba que “Nunca el Perú, como hoy, ha esperado el aniversario patrio, dentro de la ansiedad promisora de un mejor porvenir. Estamos viviendo un periodo crucial de nuestra vida política más compleja. Queremos afirmarnos sobre bases sólidas, donde radique el patriotismo y la verdadera conciencia cívica de todos”. Se refería así al gobierno del general don Manuel A. Odría, iniciado con la revolución de Arequipa, del 27 de octubre de 1948.
El Sr. Coloma, al referirse a la Junta de Gobierno, afirmaba que “la obra de la construcción de un Perú nuevo, no puede ser únicamente fruto de ellos; es preciso, señores, que todos contribuyamos dentro de nuestra esfera de acción, a esa obra”. Porque “El homenaje a la Patria no debe reducirse a literatura, ni a promesas vagas. El homenaje sentido, debe traducirse en hechos: Los ciudadanos, dentro de su labor diaria trabajo honesto, disciplina cívica, amor a la tierra. Los jóvenes, con dedicación al estudio; comprensión del sacrificio que hacen por cada uno, los padres; trabajo constante, afán por un porvenir mejor, anhelo de superación”.
Don Guillermo W. Coloma Elías concluyó su discurso manifestando que “Nuestro Gobierno, a quien represento en estos momentos solemnes, señores, está empeñado en hacer de la administración nacional, la mejor escuela de trabajo fructífero. Está afanado en que los pueblos del Perú vivan intensamente; en que tengan capacidad para resolver sus propios problemas de economía; en que se aparten de nosotros la miseria y la incertidumbre; y en que sea nuestra libertad, no una libertad de papel, sino una expresión sentida, vivida, que se traduzca por nuestra independencia amplia, tanto política como económicamente, firme”.
Con motivo de la celebración del aniversario patrio, se realizó un amplio programa de actividades (Capítulo II), celebrándose, en la mañana del 28 de julio de 1949, en la Iglesia Matriz, el Te Deum, al que “concurrieron las autoridades, representantes consulares, representantes de las instituciones locales, maestros, funcionarios y empleados públicos y buena cantidad de fieles”.
La ceremonia principal fue la sesión solemne en el Concejo Provincial, que fue presidida por don Guillermo W. Coloma Elías, quien, “en fervorosa improvisación patriótica, hizo una rememoración de la fecha de nuestro aniversario patrio”, como lo hemos visto en el capítulo precedente.
Desde que se iniciara el gobierno del Presidente don José Luis Bustamante y Rivero (28 de julio de 1945), un grupo de parlamentarios intentó que se aprobara una ley que muchos consideraban era contraria a la libertad de prensa (Capítulo III). Esa llamada “Ley de Imprenta” fue aprobada por ambas Cámaras.
El diario “Noticias”, de Arequipa, afirmaba que “Felizmente, en forma espontánea, convincente y unánime ha nacido el repudio general de ese acto que tiene que rectificarse, por el imperio del criterio y de la sensatez. Todo el país tiene puestos los ojos y la esperanza en la persona del Sr. Presidente de la República, Dr. Bustamante y Rivero, que vetará la ley repudiada”.
Mientras tanto, en Lima, el 16 de noviembre de 1945, fue fundado el Comité Nacional de Defensa de la Libertad de Prensa (Capítulo IV), con representantes de los diarios “El Comercio”, “La Prensa”, “Jornada”, de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas, de algunos semanarios, de los “trabajadores organizados”, de los empleados y del “estudiantado universitario”.
En esa ceremonia fundacional se aprobó un “Manifiesto a la Nación”, que también está incluido en este libro. En ese Manifiesto se afirmaba que “Una de las Cuatro Libertades está en peligro en nuestra Patria. Se pretende, mediante una ley reaccionaria, ejercer intolerable coacción sobre la prensa”.
El Director de “El Porteño” de Mollendo remitió un telegrama al Comité Nacional de Defensa de la Libertad de Prensa, manifestando que en el puerto “Protestamos atropello sufre periodismo nacional. Viva la Democracia”.
Se adhirieron al Comité periódicos de muchas ciudades del Perú. La relación completa de periódicos defensores de la libertad de prensa se encuentra en este libro.
En Mollendo, M. Francisco Velarde Herrera, proletario agitador y enemigo de la libertad de prensa, organizó una manifestación, el lunes 26 de noviembre de 1945 (Capítulo V). En ésta, “grupos de jóvenes de ambos sexos improvisaron la noche del lunes 26, una manifestación a los gritos de ¡Apra! ¡Apra!, llegando hasta la casa particular del Subprefecto de la Provincia, señor Guillermo W. Coloma, quien recibió de manos del doctor Velarde Herrera, un oficio dirigido al Prefecto del Departamento, en cuyo texto el Partido del Pueblo de este puerto, aplaude el proyecto de la nueva Ley de Imprenta. El señor Subprefecto aceptó el encargo y recomendó a los manifestantes orden y cultura”.
Debe tenerse presente que el arriba mencionado organizador de las luchas contra la libertad de prensa en Mollendo, sorprendió a algunos caballeros distinguidos.
Velarde Herrera era “Secretario General del Partido del Pueblo en Mollendo”, e informó al periódico “El Porteño”, que “la manifestación de adhesión al proyecto de Ley de Imprenta, realizada el lunes 26 de noviembre”, “fue organizada después de una asamblea en el local del Partido, y estuvo formada por una comisión del Comité Ejecutivo de Islay, bajo su presidencia, participando en ella hombres y mujeres miembros del Partido”.
El mencionado sujeto le entregó al Subprefecto, Sr. Coloma, un documento en el que se indicaba que el “Comité Ejecutivo Provincial del Partido del Pueblo, en Mollendo, cumple en avisar a Ud. que esta noche, en gran Asamblea Popular, ha expresado la ciudadanía aprista de Mollendo su conformidad y adhesión al Parlamento del Perú, cuyos miembros, guiados por un sentimiento convencido de lealtad y moralidad nacionales, han aprobado la Ley de Imprenta, respetando en lo absoluto la libertad de opinión [sic], pero señalando ineludiblemente el camino a seguir de quienes se responsabilizan orientando la opinión pública”.
Concluía en documento solicitándole al Sr. Coloma lo siguiente: “Sírvase Ud. elevar al Supremo Gobierno esta Nota que contiene la convicción rotunda, precisa y aprista de esta circunscripción territorial donde Ud. radica su gestión. Solo el Aprismo salvará al Perú [sic]. Dios guarde a Ud., firmado: M. Francisco Velarde Herrera, Secretario General”.
Años después, Velarde Herrera publicó una serie de panfletos sobre el pasado de Mollendo, con información generalmente errónea y carente de valor histórico.
En varias ciudades del Perú se produjeron violentas manifestaciones sectarias contra la libertad de prensa (Capítulo VI), advertía sobre la manifestación que se había convocado, en Lima, al día siguiente (29 de noviembre de 1945), en la que se podía tratar de “intimidar a quienes defienden esa libertad y ejercer presión sobre ellos, con la amenaza de atentados materiales contra los diarios que combaten enérgicamente por ese principio”.
Además, “Responder con violencia a las ideas, es la esencia de la tiranía, y organizar pobladas contra los diarios es atentar, precisamente, contra las libertades individuales, cuya garantía ha servido de pretexto para votar la ley de imprenta que el Perú y la América han repudiado”. La ciudadanía trató de evitar “que la liberticida Ley de Imprenta fuera aprobada en el Parlamento; y cuando el daño estuvo allí consumado, dirige sus miradas y sus anhelos al Presidente de la República, pidiéndole que vete esa inconsulta ley”.
El Decano de la Prensa Nacional informaba sobre la mencionada manifestación, llevada a cabo en la plaza de la Inquisición, señalando que “resultó pobre en su número, y sin importancia, no obstante que desde algunos días se venía anunciando, y de la profusa publicidad que le dieron sus organizadores, por medio de su prensa y de la radio, altoparlantes y volantes”.
En muchas ciudades del Perú se realizaron manifestaciones a favor de la libertad de prensa y contra la “Ley de Imprenta” (Capítulo VII). Se convocó una en Lima, para el 7 de diciembre de 1945, convocada por la “juventud universitaria independiente”.
“El Comercio” informaba de lo sucedido, denunciando “Los bochornosos desbordes realizados por sectarios apristas, con motivo del mitin efectuado ayer tarde [7 de diciembre de 1945], en el Parque Universitario”, que “han de merecer el más enérgico repudio".
Los contramanifestantes habían hecho propaganda en contra, inclusive con volantes cuyo contenido era falso, inclusive utilizando el nombre del F.U.R. (Frente Universitario de Reforma), que organizó la manifestación. Los participantes fueron atacados por “Bandas armadas con garrotes y piedras, con petardos y armas de fuego”, quienes “asaltaron a quienes se estaban reuniendo pacíficamente y trataron de dispersarlos en forma salvaje”, y dejaron “un doloroso y elevado saldo de víctimas”.
“El Comercio” agregaba que “A esas mismas ‘fuerzas de choque’, esas mismas brigadas, a semejanza de las tristemente célebres ‘juventudes hitlerianas’, se les vio actuar en el Parque Universitario y desfilar luego, militarmente; horas más tarde atacaban a tiros, e incendiaban, el local del Partido Unión Revolucionaria”.
El corresponsal en Mollendo del diario “Noticias” afirmaba que “En todos los círculos porteños donde ha podido estar el Corresponsal, ha captado la condena a la Ley de Imprenta aprobada por ambas Cámaras, coactiva y estrangulante de la libre expresión del pensamiento; todos conocen el universal postulado de libertad de expresión por el cual el Mundo y hombres de este mismo país derramaron su sangre”.
Culmina esta información sobre Mollendo señalando que “Felizmente, en forma espontánea, convincente y unánime ha nacido el repudio general de ese acto que tiene que rectificarse, por el imperio del criterio y de la sensatez. Todo el país tiene puestos los ojos y la esperanza en la persona del Sr. Presidente de la República, Dr. Bustamante y Rivero, que vetara la ley repudiada”.
En el Congreso Nacional algunos parlamentarios presionaron para que se promulgara la cuestionada “Ley de Imprenta”, aprobada por ambas Cámaras (Capítulo VIII).
Debido a la exigencia de la ciudadanía, el Presidente don José Luis Bustamante y Rivero salvó la libertad de prensa en el Perú, al enmendar el cuestionado proyecto de Ley de Imprenta (Capítulo IX). Primero debió promulgar la cuestionada “Ley de Imprenta”, Ley N° 10309, el 14 de diciembre de 1949 (en ésta se derogaba expresamente la anterior “Ley de Imprenta”, Ley N° 9034, del 23 de noviembre de 1939). Pero acto continuo, promulgó la Ley N° 10310, sustituyendo el artículo 1° de la Ley de Imprenta N° 10309, que era considerado inaceptable por los defensores de la libertad de prensa, por uno que disponía que “Todos tienen el derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones por medio de la prensa, bajo la responsabilidad que establece la ley”.
En “El Comercio” se afirmaba que “La promulgación de la Ley de Imprenta, hecha el viernes [14 de diciembre de 1945] por el Ejecutivo, representa una hermosa victoria a favor de la libertad de prensa, que ha ganado la opinión pública. Pocas veces, en efecto, ha sido expresada la voluntad ciudadana en el Perú con más enérgica y uniforme solidaridad, que cuando se ha tratado de defender esta sustancial y primaria de nuestras libertades gravemente amenazadas por una ley política, de la más peligrosa tendencia”.
Agregaban que “Ciudadanos de todas las ideologías –salvo quienes patrocinaban la ley con interés y finalidad partidarista– han levantado su viril voz de protesta contra ella; y la prensa independiente, toda, de la República, y los más autorizados órganos de opinión del Continente, han hecho oír su palabra, clara y rotunda, a favor de la irrestricta libertad de pensamiento y de expresión”.
El Decano afirmaba también que “El principio de la libertad de prensa ha sido, pues, salvado. El artículo único, de una de las dos leyes promulgadas por el Presidente de la República […], prueba que el Jefe del Estado ha sabido interpretar la opinión del país, determina que: “Todos tienen el derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones por medio de la prensa, bajo la responsabilidad que establece la ley”.
Manifestaba también que “Sustituye esa liberal disposición, al draconiano y retrógrado artículo 1° de la Ley de Imprenta aprobada por el Congreso, que no sólo recortaba y restringía la libertad de prensa, condicionándola en su ejercicio, sino que establecía la acción de denuncia popular contra los periódicos, y la posibilidad de llegar, por este medio, a su clausura. Tal sistema, original y bárbaro, de represión del periodismo, ha sido por fortuna eliminado y queda, en cambio, ampliamente, garantizada la libertad de la palabra escrita”.
El Presidente don Augusto B. Leguía aprueba la erección de nuevas Vicarías y Parroquias en la Diócesis de Arequipa, por Resolución Suprema transcrita en este libro (Capítulo X). Dicha erección y límites de las mismas fue propuesto por el Obispo arequipeño, mediante Decreto episcopal de 1 de abril de 1921, debido a que era “notoria y comprobada la necesidad de hacer algunas modificaciones en la demarcación de las parroquias de la Diócesis, por haber variado notablemente la condición de los pueblos”.
Además, se erigía en parroquias a las viceparroquias de Mollendo, La Punta de Bombón, Quequeña y de la Capilla (Puquina). Y la Diócesis quedaba dividida en dos Rectorías: la del Sagrario y de Santa Marta, y en doce Vicarías Foráneas: Arica, Cabanaconde, Cailloma, Camaná, Caravelí, Chuquibamba, Cotahuasi, Mollendo, Moquegua, Puquina, Tacna (temporalmente en Locumba), y Yanque.
Resulta curioso recordar que el Presidente don Manuel Prado prohibió el culto público no católico en el Perú, por Decreto Supremo de 4 de enero de 1945 (Capítulo XI). Las razones esgrimidas eran que la Constitución (vigente entonces) declaraba “la protección del Estado a la Religión Católica, Apostólica y Romana, y que por su naturaleza, el culto debe ejercerse dentro de los templos existentes y no en reuniones públicas, salvo los casos en que así lo establezca el rito católico, cuya religión es protegida por el Estado”. Esta norma legal evidentemente se dio en homenaje al Arzobispo Primado del Perú, cuyas bodas de oro sacerdotales se celebraban en esas fechas.
Además, era “necesario, asimismo, evitar que con motivo de actos religiosos no católicos fuera de los templos, se originen justificadas protestas” y “Que el Estado invierte cantidades apreciables en el desarrollo de misiones católicas, la actuación de las cuales no debe ser neutralizada ni contradicha por propaganda religiosa diferente”. Asimismo, “Que el precepto constitucional de protección a la religión católica obedece a la profesión del credo católico de la mayoría de la población peruana; y Que el respeto y consentimiento de cultos distintos no puede confundirse con la propaganda pública que hiere el sentimiento nacional y tiende a producir divisiones religiosas dentro de la ciudadanía, que no deben facilitarse”.
Se dispuso, por lo tanto, que “El culto correspondiente a todas las religiones se realizará exclusivamente dentro de los respectivos templos, excepto el propio de la religión católica que el Estado protege conforme a la Constitución” (Artículo 1°). Además, “Se prohíbe realizar reuniones o actos de propaganda religiosa no católica en parques, plazas y demás lugares públicos” (Artículo 2°); “Los que contravengan las disposiciones del presente decreto serán denunciados como autores del delito a que se refiere el inciso primero del Artículo 393 del Código Penal” (Artículo 3°). El cumplimiento de esta norma legal correspondía “a las autoridades políticas y de policía”.
En “El Comercio” se elogió este Decreto Supremo, afirmando que con la expedición del mismo, “se tiende a modificar una situación que estaba provocando enojosos conflictos en distintos lugares de la república. Los propagandistas de las doctrinas evangélicas estaban desarrollando sus actividades de manera inconveniente, pues se dedicaban a reunir grupos en las calles y plazas, pronunciando frases descomedidas contra la Religión Católica, hiriendo los sentimientos de los creyentes”. Además, manifestaban que “Hay que eliminar los gérmenes de situaciones molestosas, que muchas veces tienen graves derivaciones”, porque “Nuestro país goza de los beneficios de la unidad religiosa, pues todos sus habitantes profesan la religión católica y quienes declaran creencias distintas forman grupos exóticos [sic]. Por esta razón, las medidas que tiendan a fomentar esta ventajosa unidad merecen contar con el más decidido apoyo, pues se inspiran en las bien entendidas conveniencias de la ciudadanía”.
El Decano de la Prensa Nacional afirmaba también que “Es evidente que la religión católica constituye uno de los elementos de unificación de la nacionalidad, como el idioma y la historia [sic], y que se deben favorecer todas las expresiones destinadas a estimular estas fuerzas espirituales, cuando estén debidamente inspiradas y orientadas. Se trata de la defensa de factores que ejercen benéfica influencia en la formación de la conciencia nacional, y que corresponde al Estado patrocinar con toda entereza, sirviéndose de los recursos que franquea la legislación”. Y por ello, “La desorbitada propaganda de determinadas doctrinas debe ser atajada con oportunidad, pues servía como pretexto para ingratos incidentes que herían el sentimiento nacional”.
Como ya se señaló, en la fecha en que se prohibió el culto público no católico, en el Perú, se celebraban las bodas de oro sacerdotales y de primera misa de Monseñor Pedro Pascual Farfán, Arzobispo de Lima y Primado del Perú. En “El Comercio” se hace un homenaje al Prelado, recordando que en 1943 fueron creados los Arzobispados de Arequipa, Cuzco y Trujillo, adquiriendo el de Lima el rango de Primado.
Lo referente a las relaciones entre la Iglesia y el Estado peruano, durante el gobierno de don Manuel Prado, está registrado en el Capítulo XII de este libro. El Presidente afirma que “Con motivo de la celebración de las bodas de oro sacerdotales del digno Arzobispo de Lima, Primado de la Iglesia Peruana y Vicario General Castrense [Monseñor Pedro Pascual Farfán], se llevaron a cabo solemnes fiestas religiosas y numerosos actos sociales de especial significación a los que se asoció el Gobierno con viva complacencia [y se prohibió el culto público no católico]”.
Siendo don Guillermo W. Coloma Elías, Subprefecto de la provincia de Islay, tuvo lugar la Visita Pastoral del Arzobispo don Leonardo José Rodríguez Ballón, la que se llevó a cabo del 12 de agosto al 2 de septiembre de 1949 (Capítulo XIII). El Prelado visitó las parroquias de Cocachacra, la Punta de Bombón y Mollendo, siendo recibido en el puerto por el Sr. Coloma, que era la máxima autoridad de la provincia.
Cabe recordar que el Arzobispo, en su visita a la Punta de Bombón, estableció el “Comité Pro– Construcción del Nuevo Templo Parroquial” de esa población, el cual se empezó a construir con el aporte de muchos fieles, siendo declarado, años después, Monumento Nacional.
Se incluye en este libro (Capítulo XIV), la historia del puerto de Islay y su viceparroquia, escrita por el Dr. Fray Víctor M. Barriga. Allí ese célebre historiador arequipeño registra todo lo referente al templo del puerto de Santa Rosa de Islay, sus reconstrucciones, el Olivar de Matarani y la relación de vicepárrocos que tuvo dicho puerto así como los primeros capellanes y vicepárrocos de Mollendo.
Menciona el inventario de 1860, en el que registra la casa de don José Manuel González y Cuadros, notable personaje porteño, padre de doña Fortunata González y Ponce de León de Gygax. También se refiere a la capilla que existió en la quebrada de Guerreros, donada por la familia de don Justo P. Ponce y Avellaneda, casada con doña Justa Polar Gil y Calatayud.
En el capítulo XV se ofrece documentos referentes a la clausura del año escolar 1949, siendo Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías. Como lo informaba la prensa arequipeña, “El viernes 23 del presente, con asistencia del señor Subprefecto de la Provincia, señor Guillermo Coloma, de las autoridades locales, de los profesores del plantel y padres de familia, se llevó a cabo, en el Patio de Honor del Colegio Nacional “Deán Valdivia” de Mollendo, la ceremonia de clausura del Año Escolar de 1949.
En lo referente a la Educación en Mollendo a mediados del siglo XX (Capítulo XVI), se insiste en la necesidad de escuelas técnicas, “de acuerdo con la realidad económica por la que atraviesa el país, tendiente a un industrialismo”. Además, se describe el antiguo local del Colegio Nacional Deán Valdivia (Véase: “El Colegio Nacional de Mollendo en su XXV aniversario (1923-1948)”, de don Guillermo W. Coloma Elías.
En este capítulo también hay información sobre las doce escuelas primarias que existían en Mollendo, en ese entonces. De éstas, la escuela de varones N° 961 era considerada “una de las mejor acondicionadas”, aunque todos los locales escolares estaban “atravesando por una aguda crisis”. Asimismo se menciona al Refectorio Escolar, que era atendido por la Sociedad de Beneficencia Pública de Mollendo, y en donde “se proporciona alimentación a 50 niños varones y 50 mujeres. La atención es esmerada, como pudimos comprobarlo, y se nos informa que la selección de los atendidos se hace en forma científica, con la intervención de médico. Debiera de instalarse otro refectorio, pues su utilización es necesarísima”.
Por último, en el capítulo XVII se ofrece un documento sobre el Comité de la Escuela Peruana de Mollendo, que era presidido por el Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías. Se solicitaba a los empresarios y propietarios, de Mollendo, “un óbolo voluntario” para la adquisición “un piano para la enseñanza de música y canto en todas las Escuelas Primarias de Mollendo”, entre otros bienes.
Este libro, el vigésimo tercero de la Colección de documento de Mollendo y la provincia de Islay, está dividido en diecisiete capítulos, siendo el primero referente al mensaje de Fiestas Patrias del Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías; y el segundo, sobre la celebración del aniversario patrio, en Mollendo, en 1949, siendo Subprefecto el Sr. Coloma; el tercero.
El capítulo tercero se refiere al proyecto de Ley contra la libertad de prensa que fuera aprobado por el Congreso Nacional, en 1945; el cuarto, a la fundación del Comité Nacional de Defensa de la libertad de prensa (16 de noviembre de 1945); el quinto, a la manifestación en Mollendo contra la libertad de prensa, siendo Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías; el sexto, a las violentas manifestaciones sectarias a favor de la “Ley de Imprenta”; el séptimo, a las manifestaciones en todo el Perú contra la “Ley de Imprenta”; el octavo, a la presión ejercida en el Congreso Nacional para que se aprobara la cuestionada “Ley de Imprenta”; y el noveno, a la promulgación de esa cuestionada Ley y de un artículo sustitutorio, modificatorio de ésta.
El capítulo décimo trata sobre la aprobación del Presidente don Augusto B. Leguía para la erección de nuevas Vicarias y Parroquias en la Diócesis de Arequipa (17 de septiembre de 1921); el undécimo, a la prohibición del culto público no católico dispuesta por el Presidente don Manuel Prado (4 de enero de 1945); el décimo segundo, a las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado peruano, durante el gobierno del don Manuel Prado; el décimo tercero, a la Visita Pastoral a la provincia de Islay, siendo Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías; y el décimo cuarto, a la historia del puerto de Islay y su viceparroquia, por el Dr. Fray Víctor M. Barriga.
En el capítulo décimo quinto se ofrece documentos sobre la clausura del año escolar de 1949, en Mollendo, siendo Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías; en el décimo sexto, sobre la Educación en Mollendo a mediados del siglo XX; y en el décimo séptimo, sobre el Comité de la Escuela Peruana, siendo Subprefecto el Sr. Coloma. Se incluye un índice onomástico y toponímico con el fin de facilitarles su labor a los investigadores y lectores en general.
Estamos seguros que este libro ofrecerá abundante información para todos los interesados en la historia de la libertad de prensa en el Perú y de los problemas que ha tenido el derecho a la libertad de culto, así como un panorama sobre cómo eran las antiguas celebraciones por el aniversario patrio y la clausura del año escolar, en este caso, en el que fuera segundo puerto de la República.
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