El Reino de Dios

¡Quizá estéis buscando entre las ramas aquello que sólo aparece en las raíces!

(Rumi)


Un concepto muy manido en la denominada religión cristiana (basada en la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret), es el de “Reino de Dios” ó “Reino de los Cielos”. Ha tenido muchas interpretaciones y variaciones desde que los evangelios bíblicos lo expusieron en el mensaje radical (de raíz, central) de Jesús de Nazaret. Es el fundamento de lo que a la postre se consideró “cristianismo” ¿Que entendemos hoy en día por el llamado “Reino de Dios”?


Siempre he pensado que hay una leve equivocación etimológica con la expresión “Reino de Dios”. Lingüísticamente parece como si el término “reino” fuera una posesión del sujeto (Dios) como en la expresión “la casa de Pedro”. El famoso genitivo sajón de la lengua inglesa “Peter’s house”. Eso le confiere una propiedad al sujeto (Dios), una posesión sobre el objeto (reino) que hace perder, a mi modo de entender, la perspectiva de lo que supone la expresión. La entiendo más bien como la fórmula lingüística que se usa para otro tipo de reinos: “reino vegetal” o “reino animal”, por ejemplo, donde el término “animal” o “vegetal” no se refiere a un animal/vegetal concreto que es dueño del reino sino que es un complemento calificativo que da relevancia al tipo de “reino” del que hablamos. No sé si me explico. El complemento “de Dios” entendido un adjetivo que califica al reino. El “Reino de Dios” entendido como “Reino diosado”, “Reino divino” ó “Dividinoso reino”,…aunque ninguna de esas expresiones me suenen del todo bien.


Por otro lado, decía el dominico Albert Nolan desde Sudáfrica, en su libro “¿Quién es este hombre?” (Ed. Presencia Teológica, 1981)... que la idea de Dios se corresponde realmente con la idea de Bondad. Es una idea hecha forma. La Bondad como humanidad, sensibilidad, sinceridad,.... Cuando las cosas se hacen bien, hay actitudes bondadosas, empáticas, cuidadosas… ahí está la Bondad, ahí está la idea de Dios que comentaba Nolan. Con ese sentido podríamos hablar del Reino de Dios como el Reino de la Bondad, o más bien, el “Reino Bueno”. Ese mundo presente o futuro en el que las personas formen un entorno bueno, un “reino bondadoso”, un mundo mejor para todos y por el que merezca la pena trabajar. Como reza un conocido spot radiofónico “Desde el corazón, trabajando por una sociedad mejor”


Reflexiona también el filósofo José Antonio Marina en su libro “¿Por qué soy cristiano?” (Ed. Anagrama, 2006) sobre el asunto de Dios, que -al margen de las creencias de cada cual- siempre se le ha dado una literatura como alguien externo, ajeno al propio mundo, un ser como lejano y por ello discutible, allá, como en otra dimensión,.... pero que realmente - dice Marina- se intuía que ese concepto de Dios/Bondad estaba dentro de las personas, los seres vivos y las cosas. Cada persona en realidad, decía, es una suerte de “injerto divino” en la que, con mayor o menor cantidad de esa “sustancia Dios”, está presente en su interior y en su forma de pensar, vivir y de relacionarse con los demás. Hay personas que parecen ser malas de por sí y otras que parecen “ángeles”, quizá por la mayor o menor influencia de ese “injerto divino” en su constitución y formación. Es una teoría filosófica pero bastante coherente con la realidad social. De hecho Jesús de Nazaret siempre predicaba. con mayor o menor éxito y comprensión entre sus seguidores, la idea de que Dios no es un ser lejano y con una significativa adoración de una figura o imagen en lugares concretos… No, lo que él predicaba era que Dios es Amor, Dios es Espíritu que está dentro de nosotros, como le decía a la samaritana. La expresión “Gracias a Dios” (externo) ante un hecho positivo se reconvierte en un “Gracias a tí” (interno). Es ese concepto, en mayor o menor medida, ese sentir divino (bondadoso) que está dentro de cada uno de nosotros, lo que empuja a construir un mundo mejor, donde todos podamos vivir mejor. Es la búsqueda de una vida más feliz para todos. “Lo que hagáis a cada uno de vosotros me lo hacéis a mí” decía Jesús a sus discípulos y seguidores.


Bajo esas premisas, y relacionando todos estos conceptos, el reino de Dios del que tanto se habla en los evangelios, y que los coetáneos de los tiempos de Jesús esperaban como algo futuro, como un “reino poderoso bajo el rey Dios” que iba a aplastar las injusticias presentes (comenzando por el yugo de Roma)…no es algo ni futuro ni lejano. Jesús de Nazaret no se cansaba de repetir que “su reino no es de este mundo” (es decir, el “reino del que os hablo no es como los reinos que vosotros conocéis o como el reino que vosotros pensáis que es”). El reino de Dios, el reino de la Bondad, es algo presente y está en las personas. En algunas más, en algunas menos y en algunas nada. De hecho, la propia metáfora está explícita en la oración que les enseñó para que lo entendieran, el Padrenuestro como hablando con Dios: “....venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad (de Bondad) así en la tierra como en el cielo”. Es decir, lo que trataba de decirles es no penséis tanto en un reino celeste: lo que hagamos en la Tierra, lo que hagáis a los que tenéis alrededor, es lo que permanece. Está en vuestras manos. Y de ahí la cercanía del reino que siempre predicaba Jesús de Nazaret: el reino ya está entre vosotros y lo podréis hacer posible (vosotros) con un interior renovado.


Todos conocemos a personas en nuestro día a día que independientemente de sus creencias, que quizá no vayan a actos religiosos, que quizá no estén bautizados ni confirmados ni registrados numéricamente en una religión… pero de las que todos somos partícipes de su amabilidad, de su empatía, de su entrega y dedicación a los demás, de su mejora en la construcción de un ambiente sano, reparador, de sus cuidados de un mundo mejor. Para lo que nos ocupa no es importante tanto lo que crean o piensen sino lo que hacen y cómo lo hacen. Ese tipo de personas, y no otras, son las que están construyendo, a veces sin saberlo, el famoso Reino. Y todo el mensaje del cristianismo (parábolas, predicaciones, dichos, …) de aquel Jesús de Galilea estaba encaminado en esa línea incluso respecto a la propia religión vigente en su época: desbaratar lo que es trigo frente a la cizaña, lo que es importante de lo que es supletorio y superficial, de lo que ayuda a construir el Reino (trigo) frente a lo que son normas, preceptos y leyes que, en muchos casos, sólo sirven para crear desigualdad y clasismo (cizaña).


Para que los coetáneos de Jesús lo entendiesen de forma sencilla tuvo que explicarles en la ladera de una montaña lo que supone construir ese Reino y qué valores son en los que se fundamentan las personas que trabajan por ello. Su resumen es lo que se han denominado las “Bienaventuranzas” (Mt 5,3-12) que son los valores intrínsecos en pro de ese mejor mundo (a veces en contraposición tangencial con los valores que se propagan en el capitalismo y neo-liberalismo actual de la sociedad occidental):


  • «Sed pobres de espíritu”, lo que supone no siempre luchar por ser el primero ni por las capacidades de competitividad y liderazgo que tanto nos proponen los nuevos colegios, las nuevas escuelas de negocio, los métodos empresariales y… que los padres transmiten inconscientemente a su descendencia mientras que algunos profesores, con paciencia y valor, tratan de paliar en los colegios.

  • Sed mansos”, lo que significa no buscar la crispación, intentar no llegar a las manos, gritos ni al insulto en las discusiones. Hay que detenerlo mucho antes. No hay que “estirar la cuerda”, no hay que “sacar las cosas de quicio” para evitar crisis y discusiones innecesarias. Hay que valorar y saber en qué “batallas” se necesita entrar (no en todas).

  • Llorad, si es necesario”, es una invitación a que seamos personas más sensibles, cultivadas, amables, que la testosterona (tanto de mujeres y hombres) no sobrepase los límites. Jesús, al igual que José el carpintero, dada la época, eran el referente de lo que hoy denominamos “la nueva masculinidad”: más sensibles, más educados, más feministas, más cuidadosos,... donde la responsabilidad, el cuidado y el detalle sustituyen a la fuerza, la testosterona, la rudeza y el egocentrismo.

  • Tened siempre hambre y sed de justicia” porque la justicia y la equidad proporciona igualdad de derechos y deberes de todos nosotros para con los demás. En una empresa, ciudad o sociedad tan importante es la alta dirección como el personal de limpieza. Todos somos importantes, cada uno en su labor (como decía Platón) e incluso deberían ser cargos intercambiables para comprobar y empatizar con la labor de cada cual para ser justos. Socialmente, en lo público, sed inclusivos (al cuidado de las minorías), feministas (al cuidado de la igualdad entre hombres y mujeres) y ecológicos (al cuidado del mundo que nos toca vivir para dejarlo bien a las generaciones posteriores) como lo fue Jesús, dando ejemplo, incluso con debates y diferencia de pareceres de los de su propio grupo.

  • Sed misericordiosos”, porque la sensibilidad y ayuda hacia los demás es lo que provoca que las cosas vayan a mejor para todos. Hay una sabia frase que dice “El mal triunfa cuando los que pueden hacer el bien no hacen nada”. Cuidado, pues, con la omisión (es uno de los mayores defectos que tiene la solución a los grandes problemas del mundo) Y tened siempre presente, en los planteamientos y proyectos que hagáis, a los más vulnerables (inmigrantes, discapacitados, débiles, personas con menos recursos, etc). “Es misericordia lo que os pido, no sacrificios” - llegó a decir Jesús a los exégetas de la ley.

  • Sed limpios de corazón”, que es una bonita fórmula pero que poco cuadra con la poca sencillez, soberbia, zancadillas y la picaresca para crear conflictos en beneficio propio de hoy en día. En la actual sociedad siempre se consideran sinónimo las expresiones de “es demasiado bueno” con “ser tonto”. La sociedad valora mucho más el ser “listo” (como sinónimo de aprovechado, ventajista, pícaro,...) y así no se puede crear Reino.

  • Buscad la paz”, en contra de la constante búsqueda de grescas, discusiones y chanzas. Hay otras formas. Parafraseando a Unamuno “se trata de convencer, no de vencer”.

  • La estricta Ley no es Dios, no es la Bondad, por ello, en muchas ocasiones son los perseguidos por causa de la justicia quienes tienen un sentimiento limpio y verdadero frente a lo que juzgan con severidad e idelología. Véase, por ejemplo, la muerte en Irán de una joven por llevar mal el velo, las muertes o desapariciones de periodistas en regímenes autoritarios, las muertes de mujeres a manos de hombres que legalmente no podían ser detenidos o sin ir tan lejos, y en menor medida, ejemplos como el encarcelamiento, hace unos años en Madrid, de unos titiriteros acusados ideológicamente de enaltecimiento de terrorismo,...

  • Y un aviso final que nos dan las Bienaventuranzas: “Seréis injuriados y dirán toda clase de mentiras y bulos contra vosotros cuando hagáis las cosas bien y luchéis por el Reino, por los derechos sociales y la integración de las minorías y de los vulnerables, máxime si se tiene una responsabilidad y cargo público”. Lo vemos cada día: cada paso en derechos, cada paso en inclusión, cada paso por un mundo más justo y equitativo, supone un montón de debates, luchas y desgastes. En toda sociedad y en toda época hay siempre una clase privilegiada que no quiere perder ni un ápice de sus privilegios, pero el Reino es otra cosa, justamente la contraria. Además, ya decía Jonathan Swift, “cuando en el mundo aparece un verdadero genio se le reconocerá enseguida: todos los “necios” se conjurarán contra él” ... algo que, a la postre, le sucedió al propio Jesús en su tiempo.


No busquemos, por tanto, el reino de Dios en los cielos, en las alturas, en sitios lejanos,… porque la Bondad, si se encuentra, está en la tierra, está en la vida, … está en las personas, está en nuestras manos. Donde hay amor, donde hay buen rollo, donde hay sentido común, donde hay ayuda, donde hay visibilidad del otro, donde hay empatía, donde hay buen ambiente, donde hay cariño… ahí está el Reino. Esa es la “conversión” que pedía Jesús en una suerte de revolución frente al estricto cumplimiento de la Ley de los fariseos, las normas sin sentido común y la idea de un Dios justiciero y castigador. Esa idea de “renacer” que le comentaba al fariseo Nicodemo (maestro de leyes) es convertirse por dentro, transformarse, cambiar los valores, preocuparse por el mundo y por los demás, ser empáticos con los problemas de los demás, intentar mejorar el ámbito personal de los que nos rodean y, además ayudar a buscar el alivio de los que son más débiles, más vulnerables, más expuestos,... Y así, TODOS (y no sólo unos pocos) podamos vivir física y espiritualmente bien. El Reino es un sentimiento muy democrático de la propia felicidad.


“Que estás en la tierra, (...)

Padre nuestro, que sí que te vemos

en los que luego hemos de ver

donde sea, o ahí en el cielo” (Gloria Fuertes)


Y para terminar esta reflexión sobre el Reino, dejo a modo de epílogo final, el poema “Bendiciones” de Mari Sol Pérez Guevara en su libro “Inesperada luz” que resume el concepto y que podéis escuchar con nuestras propias voces aquí:

José Luis Palacios Alonso

Madrid, 29 de diciembre 2022