SAN JUANIN DE LA BARQUERA

 

SAN JUAN EVANGELISTA

 

                         ""SAN JUANÍN DE LA BARQUERA""

 

 

De la dársena local en la “ribera”,

Siempre el “Miércoles Santo” se veía,

La Dolorosa imagen de María,

Que esperaba a San Juan en la “Barquera”.

(Carlos Cienfuegos-Jovellanos)

 

                         

                        Es esta la talla que, junto con la Coronación de Espinas más conocida popularmente como “Cuatro moñinos”, ha gozado tradicionalmente del favor de los niños gijoneses. A su paso siempre atronaban con más fuerza las carracas cuaresmales, y es ya célebre la copla infantil que, al correr de los años, ha pasado de generación en generación: “San Juanín de la Barquera/ corre, corre, pa la escuela/ apuntando c’ol dedín/ ¡probe, probe, San Juanín!”.

           

                        Al discípulo amado ha otorgado también la tradición gijonesa todo su afecto, con ese cariñoso diminutivo que los playos reservamos exclusivamente para nuestros seres u objetos más queridos.

 

                        La imagen original de San Juanín fue una de las obras más admiradas de la iconografía gijonesa. Fue tallada en el siglo XVII por Luis Fernández de la Vega y González, natural de Llantones, autor también de las imágenes veneradas en la Capilla de los Vigiles, en la Catedral de Oviedo, y discípulo del célebre Antonio de Borja. La imagen reflejaba en su rostro una perfecta simbiosis de ternura y desgarro, una mirada trágica rota por la lucha entre el amor y el dolor que, según los que la conocieron, conmovía a quien la contemplaba. Su larga melena,  mecida por el viento nordeste omnipresente en la cuaresma y Semana Santa gijonesas ("cruel nordeste y el tiempo frío y claro (…) las procesiones de anoche y de hoy apenas se vieron, porque el viento apenas dejó arder una luz". Diarios de Gaspar Melchor de Jovellanos, Jueves Santo 17 de abril de 1794), se convirtió pronto en una de los símbolos más peculiares y queridos de nuestras celebraciones penitenciales.

 

Al ser venerada inicialmente la imagen en la capilla de la Natividad o de la Barquera, que recibía este último nombre por estar localizada en la dársena homónima, frente por frente a la estatua de Pelayo y al Palacio de Revillagigedo, tomó para siempre el nombre de aquella. Ya en el siglo XIX, más concretamente en 1839, pasaría a ser venerada en la misma Iglesia Mayor de San Pedro, en el altar de Nuestra Señora de los Dolores,  recién construido por el artista gijonés José Sánchez Menéndez con madera de caoba traída de Cuba, donde, junto con la imagen de la “Dolorosa”,  flanqueaba al Cristo Crucificado. Antes de su traslado la imagen fue restaurada por el escultor de la Real Cámara, Francisco de Elías. El retablo de la antigua capilla de la Barquera, obra también de Fernández de la Vega, fue trasladado en 1898, poco antes de la desaparición de este lugar de culto, a la Capilla de Animas de la Parroquial Mayor de San Pedro.

 

                        Tras la desaparición de la imagen original por la destrucción de la primitiva Iglesia Mayor de San Pedro, su ausencia fue prontamente sustituida por una réplica fiel, imagen que conocemos en la actualidad. Esta talla data de 1943, siendo esculpida por Irurozqui, autor de renombre en aquel tiempo por haber dado forma a una alabada copia, con destino al mismísimo templo de los padres Capuchinos en Madrid, de la venerada imagen del Cristo de Medinaceli. Se debe también a este mismo autor la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, que procesiona en la Semana Santa de León en la tarde del Miércoles Santo, y es venerada en la Iglesia del Convento de San Francisco El Real (PP. Capuchinos), de la citada capital castellana. La imagen de San Juan fue bendecida en la Colegiata de San Juan Bautista, en aquel momento sede temporal de la Parroquial Mayor de San Pedro, en la tarde del viernes de dolores 16 de abril de 1943. Presidió la ceremonia, en la que también fueron bendecidas la imagen del Santo Cristo de la Misericordia y la bandera de la Ilustre Cofradía del Santo Entierro y de la Misericordia,  el Obispo titular de la diócesis de Oviedo. La nueva talla realizó su primera salida por las calles gijonesas en la procesión del Silencio, el Martes Santo 20 de abril del mismo año.

 

                        La imagen viste habitualmente túnica de raso celeste, bordada profusamente en su bajo, cintura, y cuello. La túnica es cubierta por un sobremanto de terciopelo grana ricamente bordado en oro.

 

                        Actualmente, y de acuerdo con la tradición de nuestra Semana Santa, desfila acompañando a la Virgen de la Soledad, en la procesión del mismo nombre, en la mañana del Sábado Santo. La imagen desfilaba también, tradicionalmente, en la procesión del Encuentro, en la tarde del Miércoles Santo, acompañando a la imagen de La Dolorosa, y en el solemne cortejo fúnebre del Santo Entierro, la tarde del Viernes Santo.