"CARLOS LAMBERT Y LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN LA INDUSTRIA DEL COBRE DE CHILE DURANTE EL SIGLO XIX", DE RICARDO REES JONES. UNA RESEÑA.
Una grata sorpresa para los estudiosos de la historia económica chilena fue el lanzamiento del libro del Abogado y Doctor en Derecho Ricardo Rees Jones. De origen chileno, Rees Jones ha hecho su carrera profesional en México y desde 1981 reside en Argentina. Sobre Charles Lambert no se escribía algo realmente nuevo hace unos 20 años. Como es ampliamente sabido, Lambert no solo revolucionó la minería, sino que por sobre todo dio un giro copernicano a la forma en cómo se procesaban los minerales de cobre, entregando indirectamente un modelo tecnológico y financiero que sería copiado por otros empresarios nacionales, sentando las bases del primer ciclo industrializador del país.
La obra de Rees Jones puede bien catalogarse como "monumental" no solo por su extensión de 330 páginas, sino también por la enorme cantidad de documentación usada extraída desde repositorios documentales de Chile, Inglaterra, Francia y Argentina, unidos a un trabajo de terreno que se agradece (el autor recorrió personalmente los lugares que narra). El estilo de la redacción es muy ameno combinando un estricto apego al relato propiamente histórico, junto a observaciones personales muy interesantes sobre lugares que él mismo visitó. En más de una oportunidad, uno pareciera estar "transportado" al lugar que se describe.
Comienza su relato con la fiebre bursátil de Londres que es el lugar donde se crearon las compañías que invertirían en América Latina una vez desecho su vínculo con España. Revisa extensamente los hechos europeos de fines del siglo XVIII (Revolución Francesa y Caída del Imperio Napoleónico) y quizás algunos pasajes parecen evadirse del tema central. Luego revisa las relaciones diplomáticas entre Chile y Gran Bretaña, centrales en el entendimiento de cómo se formaron las compañías mineras que vendrían a invertir en los mercados mineros latinoamericanos, analizando las truculencias de muchas de estas operaciones que desembocarían hacia la segunda mitad de 1825 en la gran crisis bursátil. Otros estudios como el de Claudio Véliz ya habían revisado estas complejas relaciones.
Sin embargo, es el capítulo sobre los primeros años de Lambert que el libro comienza a entregar aportes en el esclarecimiento (definitivo?) sobre el lugar de nacimiento y estudios del joven Lambert. El autor aclara el origen más bien germano de Lambert (pasó toda su vida juvenil entre Bruchsal, Lauterbourg y Estrasburgo, localidades en la frontera misma con el en ese entonces Imperio Germánico). Su estadía en la elitista École Polytecnique de París no pasó de dos años, para luego irse a una Escuela Mina en Saboya, cercana a la frontera actual con el norte de Italia. Es decir, Lambert casi no desarrolló una vida "francesa" propiamente tal. A pesar de ser un estudiante brillante, los estudios en París eran muy exigentes y le demandaban casi todo el día. Esto explicaría el porqué Lambert adoptaría tan rápidamente la cultura inglesa, porque quizás era más cercana a la cultura germana en la que se crió. Su journal o diario de negocios mismo, que se supone era el lugar documental más íntimo, está escrito en inglés y no en francés, un detalle nada menor ya antes mencionado por el Dr. Patrick Puigmal. Por otra parte, ha sido un lugar común de la historiografía mencionar que Lambert estuvo en el Ejército de Napoleón (la Grande Armé), pero aún si llegó a participar, debió ser por un brevísimo periodo de no más de 3 meses, cuando la derrota francesa estaba sellada.
Los capítulos IV al VII son un completo análisis de la Chilean Mining Association, desde su constitución y la participación de Mariano Egaña, hasta su completa disolución en Chile. Por fin un investigador pone de relieve toda la complejidad de contratos, contactos, inversiones y gastos de esta conocida empresa en la que Lambert venía como su representante oficial. El término de la relación entre Lambert y la compañía fue el punto a partir del cual comenzaría una de las historias más extraordinarias para la metalurgia chilena.
El libro también aclara de forma definitiva la cronología de la instalación de los primeros hornos de reverbero en Chile, un hito de primera importancia a la hora de indagar los orígenes de la industrialización en el país. En este tema existen una serie de interrogantes técnicas que deben ser aclaradas: ¿qué pasaba con los minerales sulfurados de cobre en la antigua minería chilena? ¿era real el desconocimiento absoluto de su importancia como lo sugieren algunos cronistas de la época? ¿los fundidores chilenos conocían los procesos de calcinación, base del beneficio de sulfuros de cobre? ¿existían hornos de reverbero antes de segunda la llegada de Lambert a Chile (1825)? Si Lambert no tuvo la voluntad real de difundir su técnica metalúrgica, ¿debe ser considerado realmente como el promotor de su uso? Y la pregunta más importante, ¿dónde estuvieron localizados los primeros hornos de reverbero de diseño inglés en Chile? Rees Jones analiza la mayoría de estos aspectos. Los mineros nacionales si bien no sabían trabajar los sulfuros, al menos intuían su real importancia como mena rica en cobre. Sin embargo, como se sabe antes de 1830 la tecnología disponible hacía imposible su recuperación, a pesar de que algunos ya practicaban la calcinación o tuesta de los minerales, paso necesario para eliminar el azufre para pasar luego a una trituración más fina apta para ser introducida en las tolvas superiores de los hornos productores de ejes. Los primeros hornos de reverbero propiamente tales fueron instalados en Copiapó hacia abril de 1826, año que Claudio Véliz y Luis Valenzuela ya habían sugerido como la más fecha exacta. Es decir, a Lambert le tomó unos unos escasos 6 meses en organizar todo el proceso productivo para alimentar una industria metalúrgica de alta complejidad en un país que carecía de expertos y maquinaria para hacerlo. Es claro que fue una auténtica proeza de la organización.
Al finalizar el libro, el autor entrega un anexo con la descripción del sistema de fundición en hornos de reverbero, aportando una fuente muy interesante para la historia de las tecnologías, un área de estudios casi del todo inexistente en Chile, si bien Luis Valenzuela en su brillante y ya clásico "Tres estudios sobre el comercio y la fundición de cobre en Chile" ya había adelantado algunas notas sobre el proceso hasta ahora solo mencionado, pero nunca explicado. Para ser una obra que demuestra profusión de datos y trabajo de archivos, carece de algunos datos bibliográficos sobre las imágenes, algo que huiera sido útil para constatar el origen de estas fuentes, por ejemplo, el rostro de Lambert, hasta ahora, un auténtico misterio.
La obra de Rees Jones viene a aclarar en algunos aspectos, casi de forma definitiva, ciertos pequeños e interesantes misterios de la biografía de Lambert que se habían vuelto con el tiempo en un amasijo de lugares comunes repletos de errores. Sin embargo, lo más importante de su obra, es el esclarecimiento sobre la cronología de la industrialización del cobre y los lugares donde esta comenzó. Esto no es nada menor, puesto que la historiografía económica chilena que ha descrito los orígenes de la industria nacional, ha pasado por alto de una forma insólita el capítulo de la metalurgia del cobre comenzada en el Norte Chico y basada en el uso de los "hornos de manga" y modernizada posteriormente por los aportes de Charles Lambert y el horno de reverbero. Si bien mencionada tangencialmente por Villalobos en el marco de la "Historia de la Ingeniería en Chile" (1990) y descrita magistralmente por Leland Pederson ("La Industria Minera del Norte Chico") y luego por Luis Valenzuela ("Tres Estudios..."), las fundiciones de cobre de nuevo diseño instalados por primera vez entre 1826 a 1830 no han sido reconocidos como lo que realmente fueron: los primeros intentos verdaderamente modernos por industrializar una materia prima exportable en Chile.
El extraordinario aporte de Rees Jones no solo servirá para aclarar las preguntas del pasado, sino que también para entregar antecedentes para debatir un tema de larga data en Chile: la agregación de valor a las exportaciones como vía efectiva para el desarrollo. Observando la actual estructura de exportaciones del país, ligada casi totalmente a los commodities mineros con bajo valor agregado (concentrado de cobre al 30-35%), la lección dejada por la historia industrial de Lambert es algo que, pareciera, aún no se aprende.
Frank Vicencio López