Generación de 1948
“En abril de 1939 – 75 distantes años atrás – los autores de esta nota y otros casi cuarenta “mocosos” ingresamos al colegio de los Sagrados Corazones de Concepción. En aquellos tiempos, el nivel de inicio de la escolaridad en el colegio penquista era la tercera preparatoria…” así comienzan estas palabras de agradecimiento llenas de inolvidables recuerdos de antaño. Los ex alumnos Claudio Lapostol Maruéjouls y Carlos Díaz Uribe, en el mes de abril escribieron al diario Concepción para recordar públicamente a su colegio…que vive muy marcado en sus corazones. Aquí podrán leer el escrito. Memorias SSCC Concepción 1939
A raíz de dicha publicación, nos contactamos con don Claudio quien accedió con amabilidad e inmediata disposición a conversar con nosotros y rememorar de su vida escolar en los SS.CC de Concepción; de sus compañeros, anécdotas, juegos y legados.
Ingresó al Colegio a tercera preparatoria, que era el primer nivel de ingreso en esa época, en 1939. Cursó las cuatro preparatorias y luego los seis años de humanidades, egresando en 1948.
Recuerdos que perduran…
“Teníamos clases en el viejo Colegio de madera, ubicado en calle Rengo, entre Barros y O’Higgins. Un día de invierno lluvioso, esos días el recreo era en los corredores, tres amigos y yo nos pusimos a jugar a una variante del frontón, golpeando una pelota contra un muro blanco del corredor. La pelota fue ensuciándose y comenzó a dejar manchas en el muro. Nosotros seguíamos jugando felices, hasta que un PAREN fuerte nos detuvo. Era el Padre Tomás ( RP Tomás Campos Menchaca ), Ministro del Colegio. Nos llamó la atención con dureza, pero con afecto, y nos dio instrucciones de comprar con nuestro dinero brochas y pintura blanca, para que el próximo sábado en la tarde pintáramos lo que habíamos ensuciado. En esa época teníamos clases los sábados en la mañana.
Cumplimos su orden, aprendiendo nuestros compañeros ( testigos del castigo ) y nosotros a respetar y cuidar los bienes del Colegio, de otros y nuestros”, manifestó.
Valor o vivencia……
Fue cerca de 1946. El Colegio tenía instrucción militar, Brigadier Mayor, brigadieres y Banda de Guerra: tambores, cornetas y pitos, y acostumbraba desfilar en las ocasiones importantes, en las cuales todos los colegios de Concepción participaban. Lo que voy a recordar ocurrió el 21 de Mayo, conmemorando el Combate Naval de Iquique. El Colegio iba desfilando por la calle Barros hacia la Plaza de la Independencia, cuando empezó a llover.
Al llegar a la Plaza y formarnos para el desfile la lluvia caía a cántaros y los otros colegios, todos, rompieron las formaciones, alumnos y profesores se retiraron.
La disciplina del Colegio era férrea, así que nos mantuvimos firmes esperando instrucciones.
El Padre Ministro, Padre Tomás Campos Menchaca, corrió bajo la lluvia, se colocó frente al Colegio formado y nos arengó: ¡ Muchachos, estamos aquí para rendir un homenaje a los Héroes de Iquique que entregaron sus vidas por Chile, un poco de agua que nos moje va hacer que nos retiremos!
NO ! Respondió el Colegio, y fuimos los únicos alumnos que desfilamos ese día memorable, calados hasta los huesos, pero llenos de satisfacción por cumplir nuestro deber.
La experiencia nos sirvió mucho a todos, para entender que en la vida a veces hay circunstancias difíciles, que con valor y motivación pueden superarse.
Tercera Preparatoria de 1939 del Colegio de los Sagrados Corazones de Concepción.
En abril de 1939 - 75 distantes años atrás - los autores de esta nota y otros casi cuarenta "mocosos" ingresamos al colegio de los Sagrados Corazones de Concepción. En aquellos tiempos, el nivel de inicio de la escolaridad en el colegio penquista era la tercera preparatoria. Fuimos recibidos por el P. Aloisio Lütge, hombre serio y erudito y, además, extraordinariamente bondadoso, quien era en ese entonces el "Padre Rector". Los integrantes de ese curso veníamos de otros colegios, algunos de ellos de religiosas, en los que habíamos dados nuestros primeros pasos escolares. Algunos de nuestros compañeros provenían de familias tradicionales de la ciudad, pero la mayoría pertenecíamos a hogares de clase media, encabezados por profesionales, pequeños empresarios, comerciantes y funcionarios de instituciones públicas y privadas. El colegio tenía un bien ganado prestigio y nuestros padres querían darnos la mejor educación posible.
El viejo edificio del colegio, ubicado detrás de la catedral, en la calle Rengo, entre Barros Arana y O'Higgins, había resistido inexplicablemente los embates del terremoto que sacudió devastadoramente a Concepción, Chillán y otras ciudades y pueblos de la zona casi a la medianoche del 24 de enero de ese año. Miles de personas fueron víctimas de esta trágica manifestación de la fuerza de la naturaleza. Sin embargo, aparte del retraso con que iniciamos nuestra nueva experiencia estudiantil, no recordamos otros coletazos del terremoto que hubieran afectado el entusiasmo y alegría con que abordamos el inicio de nuevas relaciones de amistad, algunas de las cuales perduran hasta la fecha, y el rigor de un programa de estudios más estructurado y exigente.
Entre nuestros profesores de tercera preparatoria, recordamos en particular al P. Alfonso Montalba, quien nos enseñó religión y nos preparó para nuestra primera comunión, la que recibimos el 27 de agosto de 1939, en una misa celebrada en la capilla del colegio por el arzobispo de Concepción, Monseñor Alfredo Silva Santiago. Con gran interés seguíamos las lecciones de geografía del P. Manuel Edwards, quien nos hacía recorrer el mundo del brazo de "dos pilletes" que, clase a clase, se desplazaban por los cinco continentes, enfrentando peligrosas aventuras. En matemáticas, al rigor natural de la aritmética se sumó la implacable disciplina conductual impuesta por el Sr. Miranda, quien no dudaba en aplicar "reglazos" a los infractores.
Diez felices años pasamos en el colegio hasta llegar al 6o año de humanidades, último curso de la educación secundaria de aquellos años. Cinco de nuestros compañeros de la tercera preparatoria de 1939 nos acompañaron, año tras año, hasta esta significativa meta: Jaime Faúndez Sanhueza, Miguel Fernández Sobarzo, Julio Figueroa von Minneratzkywitch, Alejandro González Poblete y Eusebio Ramos Herce. Nos recordamos de ellos con mucho cariño y esperamos
que nuestro Padre de los Cielos los haya acogido en su morada. Los compañeros que, por una u otra razón, dejaron de pertenecer a nuestro curso fueron parcialmente reemplazados por otros estudiantes. Fuimos 18 los que egresamos en 1948 del 6o año de humanidades de los SS.CC. de Concepción. Con Antonio Aninat Spoerer, Luis Capra Hormazábal, Alfredo Etcheberry Orthustéguy, Teodoro Hernández Moris, Mario Latorre Muñoz, Robert Mattatall Cortés, Marco Antonio Ramírez Bisset y Gabriel Urrutia Haschke somos diez los ya octogenarios integrantes de ese curso que aún disfrutamos la amistad que entre nosotros se forjó en el viejo colegio de la calle Rengo y que seguimos fortaleciendo en periódicos encuentros.
Si bien es cierto que abril de 1939 es una fecha ya lejana en el tiempo, sigue presente en los corazones de los autores de esta nota. Son muchas las gratas memorias de la década que vivimos en el colegio de los SS.CC. de Concepción que siguen muy vivas en nuestros corazones. Hemos escrito estas líneas como una forma de rendir un muy sentido homenaje a los sacerdotes y seglares que contribuyeron a darnos una formación que ha facilitado nuestro peregrinaje por la vida. Creemos firmemente que, más allá de la poesía, los versos del himno del colegio que dicen: "Los Divinos Corazones nos formaron en las letras, en las ciencias y la virtud, y con gotas de su sangre consagraron nuestra infancia, adolescencia y juventud" encierran una profunda verdad.
Claudio Lapostol Maruéjouls Carlos Díaz Uribe
31 de marzo, 2014
Ex alumnos del Colegio de los Sagrados Corazones de Concepción SS.CC.
18-05-2021