Casa de los Pinelo

Aescasos doscientos metros de la Catedral de Sevilla se encuentra, en la calle Abades 14, la Casa de los Pinelo. Este edificio fue construido por uno de los miembros de la familia Pinelo, ricos comerciantes genoveses afincados en Sevilla desde la segunda mitad del siglo XV. El inmueble que hoy ocupan las Reales Academias Sevillana de Buenas Letras y Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría es el resultado de la anexión de varias casas aledañas llevada a cabo desde principios del siglo XVI por Jerónimo Pinelo.

Muy pronto pasó a ser propiedad del Cabildo eclesiástico, y hasta la Desamortización de Mendizábal sirvió de residencia de clérigos, especialmente de canónigos de la Catedral. Más tarde, ya en manos de diferentes propietarios, conoció diversos usos, y en los últimos años del XIX y primera mitad del XX fue incluso un hotel. Afortunadamente el uso dañó bastante poco tan bello palacio. De hecho, un cuarto de baño se encontraba en una de las salas más interesantes de la planta superior: la que es ahora capilla. Desde 1966 pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Sevilla. Tras su restauración se destinó a las actuales sedes de las Academias.

La Casa de los Pinelo se ajusta a un prototipo de casas-palacio de origen medieval enriquecido con elementos renacentistas. De ahí sus afinidades estructurales y decorativas con otros edificios sevillanos de la misma época como la Casa de Pilatos o el Palacio de Dueñas. Al igual que todas las casas nobles de la Sevilla de entonces, se organiza en torno a tres espacios descubiertos: el primer patio o apeadero; el patio de honor, en torno al cual se disponen los salones y principales dependencias de la casa; y el jardín trasero, que tiene, como los dos primeros, galerías, fuentes y otros artificios arquitectónicos. El espacio más característico en este caso es el patio principal. Allí, sobre columnas de mármol genovés se encuentran unas frágiles yeserías sobre arcos que representan la plenitud del gusto plateresco de raíz lombarda. Las cabezas que aparecen en los tondos de las enjutas de la arquería son de tema mitológico y están inspiradas en Los siete libros de Diana (1542), obra pastoril de Jorge de Montemayor, aunque también se pueden ver personajes históricos como la Reina Isabel la Católica o Cristóbal Colón.

Desde ahora esta joya sevillana puede ser conocida por todos en una visita guiada. Por lo que cuesta una caña con tapa, cinco euros, la experiencia puede ser inolvidable, y todo gracias a la iniciativa privada. Que en este caso deja en solfa a la pública. Sólo por ver la colección de pintura del siglo XIX, con obras de García Ramos, Gonzalo Bilbao, Domínguez Bécquer, Santiago Martínez... merece la pena. El retrato hecho por Alfonso Grosso a su madre es magnífico. Por no hablar de la mejor colección de arte oriental antiguo de Sevilla, quizás incluso de Andalucía, donado por los misioneros.