Con el tiempo, el rey permitirá a sus hijas incluso crear una academia para perfeccionar sus conocimientos literarios, imitando a sí a su difunta madre. Allí las damas de la corte se dedican a narrar historias, recitar poemas y cantar baladas conocidas. A veces para practicar el arte de la improvisación, se representan escenas en las que un galán ( interpretado por una dama) corteja a una jovencita que trata de rechazarlo de la forma más natural posible; ello da origen a una suerte de duelo poético que las espectadoras siguen con placer. Otras veces, a través de la mímica o el arte del disfraz, las improvisadas actrices tratan de que el auditorio descubra un juego de palabras o un pasaje de una historia de caballeros.
De tanto en tanto, alguna verdadera compañía teatral es invitada a representar una comedia o se llama a un conocido poeta para que recite sus versos. Tal es el caso de Luis Gálvez de Montalvo que asiste a menudo a esas reuniones literarias. De su conocimiento de las infantas nos ha dejado los siguientes elogios:
Las dos infantas que en el ancho suelo
con sus rayos clarísimos deslumbran
como dos nortes en que estriba el cielo
como dos soles que la tierra alumbran.
Son las que a fuerza de su inmenso vuelo
al soberano nombre de Austria encumbran,
bella Isabel y Catalina bella;
ésta sin par y sin igual aquella.