Durante estos últimos años hemos asistido a una debacle de nuestro sistema educativo, principalmente a nivel primario y secundario. La base de todo cambio positivo pasa por instalar un sistema educativo de calidad. El problema de Chile nunca ha sido el lucro en la educación. La clave está en la formación de calidad, con colegios que gozen de buena infrestructura, con buenos profesores, bien preparados y con genuina vocación por su trabajo, entre otros factores. De esta manera podremos tener ciudadanos mejor preparados para su paso a la educación superior y posteriormente, al sector productivo. La mala educación siempre ha sido el gran obstáculo de las economías emergentes para dar el salto al desarrollo. Sin una buena educación nuestro país estará condenado a una situación de pobreza, a una toma del aparato educativo para adoctrinamiento político y control de masas y no como una herramienta para mejorar la vida de las personas.
Una de las grandes proezas de nuestro país es haber superado en forma significativa la profunda pobreza que nos asolaba y que se extendió hasta bien entrada la década de los 90. Esto no fue gratis. Costó pasar muchos momentos duros y un gran esfuerzo de muchos/as. Hoy Chile es mucho mejor que hace 30 años por donde se le mire. No obstante, un grupo no menor de chilenos, basado en sus resentimientos atávicos y su odio permanente, han tratado de instalar un discurso mal intencionado que desconoce estos logros. Sin crecimiento económico no hay desarrollo posible y no hay forma de financiar nuestras políticas públicas, la lucha contra la desigualdad, contra la delincuencia desatada que hoy sufrimos en las calles y para financiar tantas otras necesidades. Para lograr más crecimiento se necesita atraer inversión y no ahuyentarla como ocurre hoy.
Las problemáticas que debe enfrentar Chile de cara al siglo XXI ya no se resuelven con las lógicas del siglo XX. Así de simple. Hoy el mundo enfrenta problemas marcados por el cambio climático, el reemplazo de la mano de obra humana por la automatizacion de la industria, el cambio de la matriz energética y el desarrollo de la economía de forma sustentable y amigable con el medio ambiente, entre otros. Chile no está ni remotamente conectado con esos problemas y esa falta de conexión nos está pegando duro. La clase política no entiende esto y no tiene las respuestas que permitan siquiera bosquejar una transición a este nuevo mundo, como ha quedado latamente demostrado estos últimos años. Peor aun, no les interesa. Entonces las soluciones no pasan por nuestros representantes, ni por las soluciones analgésicas que acostumbran entregarles a sus votantes cautivos. Un camino posible está en tomar nuestras vidas con tus propias manos. Hoy no tiene sentido "comprar" soluciones mágicas como ha venido ocurriendo en los últimos 50 años, porque simplemente no sirven. Más bien lo contrario. El tiempo nos ha demostrado que con soluciones mágicas corremos el riesgo de acarrearnos más problemas de los que ya tenemos. Un ejemplo de esto lo tienen en Cuba, señalado durante muchos años como un ejemplo a seguir para Chile, miren como terminó. Lo mismo en El Salvador.
Durante años gozamos con los goles de la seleccion chilena. Hablamos incluso de la generación dorada, que tuvo a jugadores como Vidal, Sanchez, Aranguiz, Bravo, Medel, etc. Pero te haz preguntado ¿por qué esa selección llegó tan lejos? Porque fueron jugadores que se prepararon en serio, se esforzaron por salir de sus precariedades y por ser mejores cada día. Y vaya que lo lograron. En otras esferas de la vida la situación no suele ser muy diferente. Si aplicamos la lógica con la que trabajó nuestra selección, Chile puede mejorar y salir de este trance negativo. Pero para ello tenemos que contar y trabajar con los mejores. Con buenos profesionales, que tengan apego por sus áreas de trabajo y genuina vocación de servicio a su país. Si en nuestros organismos seguimos colocando al "amigo de", al "pariente de", o al cercano de tal o cual partido, nuestra realidad seguirá siendo la misma. Chile sigue siendo controlado por élites refractarias al cambio y que no trepidan en usar cuanto método dispongan para mentener un status quo. Uno de los frentes que ayudará a mejorar la precariedad de nuestros servicios públicos y privados, aunque preferentemente los primeros, es la incorporación paulatina de capital humano avanzado. Estos personajes no serán, por cierto, la solución a todos nuestros males, para nada. Pero sin duda que ayudarán a mejorar la cara y las capacidades de nuestros organismos, hoy en día envueltos en severos cuestionamientos, en denuncias de corrupción y en un estado de descrédito permanente. Los tribunales de justicia en Chile y sus organos asesores son un buen ejemplo de ello. Creer en nuestro capital humano es sinónimo de que otro Chile es posible.
Si una y otra vez votas por los mismos de siempre, entonces no te quejes del estado actual de cosas. Haciendo más de lo mismo, la situación actual no cambiará ni medio centímetro. La ciudadanía aquí debe ponerse a pensar en serio sobre este punto y dejar esa actitud conformista resignada. Si quiero cambios en mi entorno, el primero que debe cambiar soy yo y esa frase tambien se traduce en cambiar las caras de nuestros dirigentes y pedir mayor transparencia y fiscalizacion de nuestros organismos. Sin capacidad de organizacion, ni de control a nuestras autoridades, Chile seguirá funcionando de la misma forma como lo ha hecho hasta ahora.