Publicado noviembre 19, 2022
DÉCIMAS DE RECOLETOS
Pedro Luis Ferrer
Del poemario «Poemas sin libro»
Hago pausa en Recoletos
con rumbo a la Castellana
y me acuerdo de La Habana.
Rememoro los secretos
y mis viejos amuletos
mientras la sombra robusta
me protege de la fusta
del verano madrileño;
y me siento como dueño
del paisaje que me gusta.
II
En Recoletos me siento
en el banco que me espera
como si el mueble supiera…
Y así cansado y contento
bajo la sombra y el viento
se me escapa una sonrisa.
Los motores llevan prisa
de autobuses, furgonetas…
como tapando las grietas
al dolor que se desliza.
III
Vuelvo a caminar despacio
con rumbo a la Castellana
y me olvido de La Habana.
Como púrpura de Casio
el camino es el prefacio
de gentiles ilusiones.
Adivino las canciones
que me depara el futuro;
y es entonces que me juro
pagarme unas vacaciones.
IV
Cuatro suecos y dos rusas,
dos japoneses y un griego
bajo el agosteño fuego:
las bermudas y las blusas
como piezas inconclusas
reforzando los colores
a la procesión de flores
que muestra la vendedora.
Y en la acera que evapora
¡pusieron ventiladores!
V
Casi acaba Recoletos
(comienza la Castellana).
El toque de una campana
llena el verde de bocetos
para que abuelos y nietos
acudan a la plegaria
con la devoción diaria.
Ya casi al atardecer
Madrid parece tener
una vocación agraria.
VI
En la amplitud del Paseo
Madrid muestra su estatura
como un reto a la Natura.
Y aunque a diario lo veo,
no se me quita el deseo
de mirar hacia la fuente
por donde cruza la gente
que termina la faena,
la gente sencilla, buena,
cotidiana, inteligente…
VII
Que aunque no hay sitio perfecto,
Madrid transpira alegría
como el bien de una amnistía.
Cada quien en su proyecto:
unos de camino recto;
otros, como serpentina.
En el Metro, en la oficina,
en el bar, en el salón,
en la ardiente discusión
cuando el fútbol se termina.
VIII
Por fin en La Castellana
-colofón de Recoletos-
llegan a mí dos panfletos
con la hoz de una proclama.
Un olor a marihuana
se desliza por el viento
en el preciso momento
en que cruza una pareja
exhalando una madeja
de humo sobre el monumento.
IX
El humo se disemina
y el olor cede su puesto
-como secuencia de un gesto
que variando no termina-
al aroma de la esquina:
tortilla, pulpo, café…
Todo lo que caminé:
un viaje hacia mis sentidos
como paisajes venidos
sin saber cuánd' ni por qué.
XI
¿Acaso torno parcial
viendo sólo de Madrid
la dulzura de la vid,
como si un pavo real
en el cuadro inmemorial
de paisajes celestiales,
ajenos de los mortales?
Hay que venir para ver
qué manera de crecer
en tópicos mundanales.
Madrid , Julio de 2007