publicado abril 20, 2024

CON LA FAMILIA DOIMEADIÓS

(crónica)

Pedro Luis Ferrer Montes


Visitar la familia Doimeadiós —Osvaldo, Vilma, Andrea... — es una buena suerte que muchos querrán tener siempre, si logran la dicha de experimentarlo.


Cuando atraviesas la puerta, creyendo que encontrarás la modesta y silenciosa concurrencia de la familia, dispuesto tú a pasar la noche bajo la quieta y pausada conversación matizada por el traguito y quizás algún bostezo... No, nada de eso. Súbitamente, tropiezas con un impetuoso racimo de paisanos jaraneros y bulliciosos, que te reciben como si hubieras pasado el día con ellos en trusa, retozando en la playa. «No nos han dejado tocar ni una croqueta hasta que tú llegaras» —denuncian a coro—.«Menos mal que llegaste temprano». Y, acto seguido, te abrazan sinceramente y te expresan la enorme emoción que sienten por poder estrecharte la mano.


Afortunados, Lena y yo, por haber disfrutado la amenidad criolla de este rato inolvidable: humor, anécdotas y pensamiento; en compañía —¡grata sorpresa!— de un manojo de amigos del gremio Doimeadiós, cuya  jocosidad secunda con inteligencia las geniales ocurrencias del maestro anfitrión.


Si eres trovador e incurres en el acto involuntario de no traer contigo la guitarra, no debes preocuparte: siempre habrá un cantor que te preste la suya. Nada más reconfortable que entonar una copla para un grupo de paisanos que desean disfrutarla a plenitud. Y no tendrás que asumir en solitario el centro de atención: una alternancia de espontánea canturía, actores y humoristas, con una profusión indetenible de chistes y monólogos, irá diversificando el foco de interés, hasta que vuelva a llegarte el turno. ¡Qué portentoso relajamiento: ofrecer y recibir!


Ah, y para cuando el estómago clame, además de las deliciosas croquetas y pizzas «Vilma», podrás saciarte con la variedad de golosinas que cubre la mesa —casi todo «hecho en casa», con el esmero del cariño alimentario—. Porque, como dice mi guaracha, «sin come'/ no se puede esta'». ¿Qué más se necesita para dar un saltito a las nubes, y dejar a un lado por unas horas la lucha mundanal?


Todavía me queda pendiente —si Dios Natura lo permite— la recta final de esta jornada habanera con la familia Doimeadiós.


La Habana, marzo 7, 2024