publicado noviembre 28, 2022


MÚSICA Y POESÍA

(Parte Il)

Pedro Luis Ferrer Montes


Procurando complacer a algunos colegas aficionados a la estrofa rimada, hago esta breve síntesis de los escollos más usuales, y que quizás sirva a todo aquel que tenga inquietudes rimadoras.

No soy propenso a las recetas para el arte. Solo anoto algunos detalles, digamos que «técnicos» que optimizan la musicalidad de verso. Lo cual no garantiza que la estrofa cristalice como poesía.

Hablando de la música intrínseca del verso (que no es lo mismo que su musicación), existen algunas observaciones o reglas que mejoran la sonoridad de la estrofa en cuanto a la rima y la métrica –sobre todo en el caso de las estructuras clásicas más conocidas, como la décima, el soneto... Trataré de abordar muy por arribita, para ser lo más breve posible, algunas pifias que suelen cometerse.

  • Debe evitarse la rima a base de infinitivos, gerundios y participios. Es lo que se conoce como «rima fácil». Salvo en los casos en que el sentido lo exija y legitime.

Mi abuela Inocencia –hija y madre de poetas– conocedora de un sinfín de poemas insuperables, puso el mote de «Gerundito» a un simpático pariente que –estimulado por el ambiente versificador de nuestra casa– de vez en cuando se aparecía con un papelito escrito a lápiz, todo rimado estrictamente con gerundios, infinitivos y participios.Transcribo de memoria una décima de «Gerundito», que mi abuela Inocencia solía entonar jocosa y cariñosamente, mientras cocinaba:


«Está mi pecho vibrando

porque la cosa está ardiendo.

Me duele lo que estoy viendo,

por eso vivo llorando.

Aunque me escuches cantando

bien sabes que estoy sufriendo

por lo que está sucediendo

con la que está machacando

mi corazón, despreciando

el amor que estoy sintiendo».


  • No usar indistintamente rimas asonantes y consonantes, salvo cuando pueda percibirse como un propósito artístico, y no como una arbitrariedad o falta de vocabulario.

  • Erradicar la rima de una palabra singular con otra en plural, como el caso de «nace» con «hacen».

  • Otro obstáculo para la fluidez musical del verso radica en la tendencia a poner versos asonantados entre dos rimas consonantes. Pongo un ejemplo:


«Bajo el polvoriento día,

en el lomo de la brisa

cabalga mi fantasía».

Aquí «día» y «fantasía» hacen rima consonante. Pero la palabra «brisa» hace asonancia con ambas, lo cual debilita el impacto sonoro de la rima consonante. Musicalmente sonaría mejor así:


«Bajo el polvoriento día,

en la montura del viento

cabalga mi fantasía».

Muchas cuartetas y décimas no logran plenitud sonora precisamente por la interferencia constante de la asonancia. Por ejemplo: en una estrofa «redondilla» donde los versos primero y cuarto hacen consonancia, lo aconsejable es que los versos segundo y tercero (que han de ser consonantes entre sí) no hagan asonancia con el primero y el cuarto.

En cuanto a la métrica, a la hora de medir y separar las sílabas, es aconsejable guiarnos por la «sílaba musical», ese segmento rítmico que admite todo cuanto quepa en su extensión, al margen de la normativa gramatical. No obstante, es importante cuidar que en ese proceso no se desvirtúe el acento natural de cada palabra (prosódico u ortográfico).

Puede ocurrir que tengamos un verso que ortográficamente cumple con la métrica que deseamos, pero al ser pronunciado suena corto. Ello se debe a que la oralidad musical del verso –aun cuando suene únicamente en nuestra imaginación– establece, en el interior de las palabras, fusiones (sinéresis, a manera de diptongos y triptongos) entre vocales que ortográficamente hacen hiato (separación). Lo mismo ocurre con la «sinalefa» (unión de la vocal final de una palabra con la vocal inicial de la siguiente).


Veamos un verso de ocho sílabas ortográficas:

«Mario anuncia su viaje»

Ma/rio/a/nun/cia/su/via/je.


Sin embargo, este verso, desde el punto de vista musical, corre el peligro de sonar como un heptasílabo:


Ma/rioa/nun/cia/su/via/je.


Veamos ahora otro verso que pretende ser octosílabo:

«En el meollo de la envidia».


Si le contamos las sílabas ortográficamente, los hiatos «eo» y «ae» producirán un renglón de diez segmentos (decasílabo): En/el/me/o/llo/de/la/en/vi/dia.


Para obtener un octosílabo debemos recurrir a la «sílaba musical», ese segmento rítmico que admite todo cuanto quepa en su extensión: En/el/meo/llo/de/laen/vi/dia.


Para evitar este escollo casual, procuro abordar musicalmente el hiato como si fuera diptongo o triptongo (sinéresis), salvo en muy contados casos donde la fonética de la oración no se presta a confusión musical.


Bueno, hasta aquí mis modestas recomendaciones. Ojalá haya logrado explicarme y sirva para alertar sobre este divertido desafío de medir y rimar.

(publicado en FB a comienzos de 2022)