Microrrelatos psicológicos
Para tratar el tema de las emociones, decidimos proponer al alumnado que escribiesen unos microrrelatos. Previamente proyectamos algunos ejemplos de los mismos en la pantalla, para que tuvieran claro el concepto. Creíamos que el tema de las emociones se prestaba mejor a un tratamiento literario, más que teórico.
Los ganadores de dicho concurso han sido:
PRIMER PREMIO: AGUSTÍN SALINAS SEGURA ( 2º BACH.C)
Saturno devorando a uno de sus hijos
Era alrededor de medianoche cuando ocurrieron los hechos.
La hora en la que la perturbación de la cólera sobrepasó cualquier
existencia de compasión, que había sido sustituida por la satisfacción de la
destrucción. Saturno, embelesado y fascinado, enfermó por el éxtasis de la
victoria, celebrando con la sangre de sus hijos el clímax recientemente
alcanzado.
SEGUNDO PREMIO: DAVID JAIME TORRES ( 2º BACH.C)
Un héroe
No había hombres reflexivos ni tampoco robustos y menos aún
independientes con voluntad e iniciativa mientras colmaban los conventos
y obraba el Santo Oficio, siguieron la discordias civiles que terminaron por
aniquilar a esa aristocracia natural e hicieron que la cúspide de aquella
sociedad fuera oscura, desleal y viciosa. Un héroe al que consideraron
resentido pretendió que los cimientos radiantes rompieran aquella tradición
autoritaria de suerte que no cedió en su empeño por la verdad , pero
desafortunadamente fue postergado. Persistieron en juzgarlo de soberbio
sin haber empezado ni por asomo a escucharlo: sé lo que querías, de modo
que yo sí te escuché.
TERCER PREMIO: PAULA GARCÍA FERNÁNDEZ
La placentera agonía de la personalidad
Sonríe cuando tengas que hacerlo, aunque te estés derrumbando, aunque
sientas una bomba de relojería dentro del corazón. Llora cuando los demás
lloren y ríe cuando estos se hagan los graciosos, aunque sea a costa de los
demás. Siente asco, desprecia y abandona a toda aquella oveja que ha sido
lo suficientemente valiente como para ser negra, y felicita a los que las
pisoteen para sentirse, así, un poco más poderosos. No sientas pena, no te
culpabilices o, por el contrario, siente como la ansiedad y la presión del día
a día te devoran sin piedad. Pero, sobre todo, no crees, abandona el arte, y
siéntete afortunado de formar parte de esta alienación de invidentes
construidos en serie llamada sociedad. Porque así nunca sentirás deseos de
salir de ella.