Establecimiento de expectativas:
Durante la introducción, el profesor no solo presenta el tema, sino que también establece expectativas claras sobre lo que se espera de los estudiantes durante la lección. Esto puede incluir los objetivos de aprendizaje específicos, las habilidades que se desarrollarán y las tareas que se deben completar. Al tener una comprensión clara de lo que se espera, los estudiantes pueden enfocarse y participar de manera más efectiva en la clase.
Conexión con experiencias previas:
Una introducción efectiva también implica conectar el nuevo material con las experiencias previas de los estudiantes. Esto puede incluir relacionar el tema con eventos actuales, situaciones de la vida real o conceptos previamente aprendidos. Al hacer estas conexiones, el profesor ayuda a los estudiantes a contextualizar el nuevo material y a comprender su relevancia en un nivel más profundo.
Despertar de la curiosidad:
La introducción también puede servir para despertar la curiosidad y el interés de los estudiantes en el tema. Los profesores pueden utilizar preguntas intrigantes, anécdotas interesantes o demostraciones impactantes para captar la atención de los estudiantes desde el principio. Al generar interés desde el principio, se crea un ambiente de aprendizaje más dinámico y motivador.
Establecimiento de un ambiente positivo:
Por último, la introducción establece el tono para el resto de la clase. Un inicio positivo y acogedor puede influir en el estado de ánimo y la disposición de los estudiantes hacia el aprendizaje. Los profesores pueden utilizar palabras de aliento, gestos amables y un lenguaje corporal abierto para crear un ambiente de apoyo y confianza desde el principio.