El proceso de identificación y desarrollo del talento deportivo es multifactorial, especialmente en los deportes de equipo. Aspectos madurativos y de crecimiento y consecuencias derivadas de la agrupación de deportistas por edad cronológica (efecto de la edad relativa - RAE) se erigen como factores moduladores de los procesos de selección, así como del rendimiento deportivo.
Estos dos constructos, que operan independientemente y en distinto momento de la trayectoria deportiva, son cada vez más considerados por las partes implicadas en la detección del talento (por ejemplo, entrenadores) en aras de individualizar los estímulos y experiencias de los deportistas, de tal manera que el impacto de ambos se reduzca o amortigüe. La sobrerrepresentación de jugadores relativamente mayores y de estado madurativo avanzado suele ser una realidad en el deporte juvenil, no obstante, el contexto y otros factores relacionados con el propio deporte varían la influencia y la relación entre uno y otro factor.
Una de las estrategias alternativas que pretende minimizar dichas diferencias, especialmente las madurativas, es el bio-banding. Este método agrupa a los deportistas por su estado madurativo pretendiendo presentar una competición equilibrada y fomentando una formación integral del deportista, no confundiendo su futuro potencial con su rendimiento actual en base a atributos momentáneos superiores (por ejemplo, físicos).
Dos investigaciones consecutivas dan forma a esta ponencia. Ambas surgieron del interés por entender cómo los procesos naturales del desarrollo —la maduración biológica y la edad relativa— intervienen en el rendimiento físico de jóvenes talentos. Los estudios se enmarcan en el Programa Nacional de Talentos de la Real Federación Española de Voleibol. Queríamos descubrir cómo la madurez y las variables antropométricas afectaban el rendimiento en pruebas como el salto vertical, el salto de remate, el 3x9 y el FRAC. Los resultados mostraron que quienes maduraban antes, solían rendir mejor, sobre todo en los saltos. Sin embargo, aprendimos que esas diferencias no siempre hablan de talento, sino de distinto ritmo de maduración. Entenderlo puede marcar la diferencia para no perder a alguien con verdadero potencial. En el segundo estudio quisimos mirar más allá, incluyendo la edad relativa y el rol de cada jugador (colocador, atacante-receptor, central y all-around player). Los resultados fueron claros: la maduración influyó más que la edad relativa, especialmente entre atacantes-receptores y all-around players. Vistas en conjunto, estas investigaciones nos invitan a repensar cómo seleccionamos el talento en voleibol, recordando que no todos maduran al mismo ritmo, afectando al rendimiento y a su selección.
Formar talento no es seleccionar, es acompañar procesos. En esta charla exploraremos cómo la creatividad, el crecimiento y la maduración biológica se entrelazan en el desarrollo de los deportistas. El talento no surge de repetir modelos, sino de ofrecer experiencias variadas que desafíen, inspiren y respeten los ritmos individuales. Desde una perspectiva ecológico-dinámica, veremos cómo diseñar entornos de práctica que promuevan la autonomía, la exploración y el aprendizaje diferencial. Comprender que cada jugador madura, percibe y decide de forma única nos invita a transformar la enseñanza en un proceso inclusivo y evolutivo. Porque desarrollar talento no es acelerar el camino, sino construir contextos donde cada deportista pueda encontrar su propio ritmo de crecimiento.
Anticipar no es adivinar: es entender lo que el juego te está diciendo. En esta charla descubriremos cómo los deportistas aprenden a leer el entorno, a interpretar gestos, trayectorias y ritmos del juego antes de que ocurran. La anticipación no se enseña con órdenes, sino con entornos que educan la percepción y la decisión. Desde una mirada ecológico-dinámica, veremos cómo diseñar entrenamientos y competiciones que enseñen a pensar jugando, a percibir para actuar, y a convertir la competición en una experiencia formativa, no solo en un examen de rendimiento. Porque comprender el juego es la mejor manera de aprender a jugarlo.
"No hay aprendizaje deportivo sin anticipación, porque comprender el entorno es el primer paso para transformarlo."
El desarrollo de los jugadores en etapas formativas se construye por la interacción entre la enseñanza, el entrenamiento y la competición, entre otros factores. En el voleibol y el vóley playa, la estructura y las normas que configuran la práctica influyen directamente en las oportunidades de aprendizaje, en la calidad de las experiencias y en la progresión de los deportistas jóvenes. Concebir la competición como un entorno formativo permite transformarla en un espacio de aprendizaje, exploración y toma de decisiones, donde la búsqueda del rendimiento conviva con el desarrollo personal y deportivo.
Esta ponencia propone una visión integradora sobre el papel de la competición en los procesos de formación, analizando cómo los diferentes formatos y estrategias pueden alinearse con los objetivos educativos del deporte. Desde una perspectiva que combina la investigación y la práctica, se destacan orientaciones y líneas de trabajo dirigidas a optimizar la enseñanza y a promover modelos de competición que favorezcan el aprendizaje y el desarrollo a largo plazo del jugador.
El rendimiento en los deportes de equipo no puede entenderse sin considerar los procesos de aprendizaje y desarrollo de los jugadores. En las categorías de formación, la prioridad debe centrarse en crear entornos de enseñanza que promuevan la motivación, la toma de decisiones y la adaptación al contexto competitivo, más allá del resultado inmediato. Esta ponencia analiza los factores biológicos, técnicos, tácticos y sociales que condicionan el rendimiento, así como el papel del entrenador como guía en la construcción de experiencias de aprendizaje significativas. A partir de estudios recientes sobre análisis del rendimiento y práctica deliberada, se proponen estrategias pedagógicas basadas en la variabilidad, la autoevaluación y el feedback contextualizado. Asimismo, se discute el uso de herramientas tecnológicas para el control del entrenamiento y la competición, destacando la importancia de equilibrar la información objetiva con la interpretación cualitativa del proceso formativo. En conjunto, se plantea una visión integrada del desarrollo del jugador, donde el aprendizaje sostenido y la comprensión del juego son la base del rendimiento futuro.
GONZALO FERNÁNDEZ JÁVEGA
La maduración biológica condiciona el desarrollo físico, técnico y táctico en el fútbol formativo.
Las diferencias en el ritmo de maduración generan ventajas temporales en fuerza y velocidad para los más adelantados.
Comprender y valorar el estado madurativo permite individualizar el entrenamiento, prevenir lesiones y evitar sesgos en la selección de talento.
Integrar este enfoque en la planificación es clave para promover un desarrollo equilibrado y justo en los futbolistas jóvenes.