¡Viva Sevilla!
Llevan las sevillanas
en la mantilla
un letrero que dice:
¡Viva Sevilla!
¡Viva Triana!
¡Vivan los trianeros,
los de Triana!
¡Vivan los sevillanos
y sevillanas!
Lo traigo andado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
Lo traigo andado;
cara como la tuya
no la he encontrado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
Ay, rio de Sevilla,
qué bien pareces
lleno de velas blancas
y ramas verdes.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavinas de agua.
Cuando fuiste novio mío
por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.
Dicen que son veinticuatro
las horas que tiene el día,
si tuviera veintisiete,
tres horas más te querría.
¿No ves nada arriba? Volver a autenticarse
Ya salen los segadores
en busca de las espigas;
se llevan los corazones
de las muchachas que miran.
Abrid puertas y ventanas
las que vivís en el pueblo;
el segador pide rosas
para adornar su sombrero.
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
El grito deja en el viento
una sombra de ciprés.
(Dejadme en este campo
llorando.)
Todo se ha roto en el mundo.
No queda más que el silencio.
(Dejadme en este campo
llorando.)
El horizonte sin luz
está mordido de hogueras.
(Ya os he dicho que me dejéis
en este campo
llorando.)
Ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
Tú... por lo que ya sabes.
¡Yo la he querido tanto!
Sigue esa veredita.
En las manos,
tengo los agujeros
de los clavos.
¿No ves cómo me estoy
desangrando?
No mires nunca atrás,
vete despacio
y reza como yo
a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
Cristo moreno
pasa
de lirio de Judea
a clavel de España.
¡Miradlo por dónde viene!
De España.
Cielo limpio y oscuro,
tierra tostada,
y cauces donde corre
muy lenta el agua.
Cristo moreno,
con las guedejas quemadas,
los pómulos salientes
y las pupilas blancas.
¡Miradlo por dónde va!
Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco bofetadas;
después, mi madre, a la noche,
me pondrá en papel de plata.
Guardia civil caminera,
dadme unos sorbitos de agua.
Agua con peces y barcos.
Agua, agua, agua, agua.
¡Ay, mandor de los civiles
que estás arriba en tu sala!
¡No habrá pañuelos de seda
para limpiarme la cara!
Vestida con mantos negros
piensa que el mundo es chiquito
y el corazón es inmenso.
Vestida con mantos negros.
Piensa que el suspiro tierno
y el grito desaparecen
en la corriente del viento.
Vestida con mantos negros.
Se dejó el balcón abierto
y al alba por el balcón
desembocó todo el cielo.
¡Ay yayayayay,
que vestida con mantos negros!
Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir,
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino,
lo amargo de don Juan
y lo perfecto de Dionisio.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!
El veinticinco de junio
le dijeron al Amargo
ya puedes cortar si quieres
las adelfas de tu patio
el veinticinco de junio
le dijeron al Amargo
ya puedes cortar si quieres
las adelfas de tu patio
el veinticinco de junio
le dijeron al Amargo
Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo
porque cicutas y ortigas
naceran en tu costado
y agujas de cal mojadas
te morderán los zapatos
Será de noche en lo oscuro
por los montes imantados
donde los bueyes del agua
beben los juncos soñados
Pide luces y campanas
aprende a cruzar las manos
y a gustar los aires frios
de metales y peñascos
porque dentro de dos meses
yacerás amortajado
Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.
Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.
¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.
El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño
En el corazón del sueño
El tiempo va sobre el sueño
Hundido hasta los cabellos
Hundido hasta los cabellos
Ayer y mañana comen
Oscuras flores de duelo
Oscuras flores de duelo
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño
En el corazón del sueño
Sobre la misma columna
Abrazados sueño y tiempo
Abrazados sueño y tiempo
Cruza el gemío del niño
La lengua rota del viejo
La lengua rota del viejo
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño
En el corazón del sueño
Y si el sueño finge muros
En la llanura del tiempo
En la llanura del tiempo
El tiempo le hace creer
Que nace en aquel momento
Que nace en aquel momento
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño
En el corazón del sueño
Suegra:
Nana, niño, nana
del caballo grande
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas.
Cuando llega el puente
se detiene y canta.
¿Quién dirá, mi niño,
lo que tiene el agua
con su larga cola
por su verde sala?
Mujer: (Bajo)
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
Suegra:
Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
más fuerte que el agua.
Mujer:
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
La esposa triste se bañaba
en el rio de la sierra
la esposa triste se bañaba
por el cuerpo le subían
los caracoles del agua
la arena de las orillas
Quejaba
cómo quejaba quejaba
qué marchita de amores
con el viento y con el agua
Le daban fuego a su risa
el aire de la mañana
le daban fuego a su risa
y temblor a sus espaldas
ay qué desnuda estaba
la doncella en el agua
Quejaba…
Señor que florezca la rosa
No me la dejeis en sombra
Sobre su carne marchita
Florezca la rosa amarilla
Y en el vientre de tus siervas
La llama oscura de la tierra
Señor que florezca la rosa
No me la dejéis en sombra
El cielo tiene jardines
Con rosales de alegria
Entre rosal y rosal
La rosa de maravilla
Nanita nana nana
A la nanita nana
Nanita nana le haremos
Una chocita en el campo
Y en ella nos meterеmos
Rayo de aurora parece
Y un arcangеl la vigila
Las alas como tormentas
Los ojos como agonias
Mare llévame a los campos
Con la luz de la mañana
A ver abrirse las flores
Cuando se mecen las ramas
Abierta estaba
La rosa con la luz
De la mañana tan roja
De sangre tierna que el rocío se alejaba
Y tan caliente sobre el tallo
Que la brisa se quemaba
Tan alta como reluce
Abierta estaba
Ay mil flores
Dicen mil cosas
Ay para mil enamoradas
Y la fuente está contando
Lo que el ruiseñor se calla
Abierta еstaba...