justicia social y la inclusión en el centro
NOS COMPROMETEMOS CON LA justicia social
La justicia social y la Inclusión son dos de los 5 ámbitos que los centros educativos de la Compañía de Jesús en España se han propuesto trabajar en estos próximos años para construir un mundo más justo y humano.
La Justicia Social se refiere al derecho de todas las personas a vivir con dignidad. La educación jesuita se fundamenta en la defensa de los derechos de la persona y su dignidad por encima de los intereses económicos y políticos. Del mismo modo, ubica a las personas y a la vida en su sentido más amplio como valor central y prioritario de cualquier acción y decisión.
El ámbito de la justicia social se fundamenta, por tanto, en un enfoque de derechos . Para ello, hemos de apropiarnos de los derechos humanos, lo que supone: conocerlos, valorarlos, analizarlos, respetarlos y protegerlos desde la preocupación y el compromiso por su cumplimiento a nivel local y global, porque todo está conectado. Los derechos humanos nos instan a “no dejar a nadie atrás”, poniendo énfasis en la mirada a los derechos de los más débiles y, concretamente, del alumnado más desfavorecido por causas económicas o de cualquier otro tipo.
La inclusión, es un elemento fundamental del Derecho a la Educación. Un centro inclusivo apuesta por una dinámica de relaciones justas y equitativas. En él, toda persona es reconocida en su singularidad y valor. Se promueve la participación de cada persona, facilitando que esta pueda ofrecer sus fortalezas y aprendizajes como forma de enriquecer y optimizar las posibilidades colectivas.
Reconoce la diversidad como una característica intrínseca a cualquier grupo humano. La diversidad se entiende como parte de la realidad en sus múltiples niveles y facetas: cultural, étnica, lingüística, de origen geográfico, de género, religiosa, social, funcional, familiar, identitaria, de modos de aprender, de capacidades e inteligencias, etc. En este sentido, para que nuestros centros sean realmente inclusivos, han de sentirse profundamente comprometidos en la lucha contra cualquier forma de discriminación y, en particular, con aquellas que presentan mayores retos en nuestro contexto actual.
¿CÓMO POTENCIAR LA justicia social EN NUESTRO CENTRO?
Generar condiciones para acoger a alumnado procedente de colectivos vulnerables, así como a sus familias, en condiciones de equidad (política de admisiones, becas, etc.).
Trabajar por la universalización del derecho a la educación de calidad específicamente orientada a la reducción de las desigualdades, por la mejora del sistema educativo de nuestras ciudades y comunidades, participando en redes más amplias que fortalezcan nuestra capacidad de incidencia.
Crear un clima y estructura de centro que eduque en el enfoque de derechos y deberes, involucrando al alumnado, las familias y la comunidad educativa más amplia (normas de convivencia, gestión de la autoridad, gestión de los conflictos, movilizaciones…).
Trabajar por la mejora de las condiciones laborales de las personas que trabajan en el centro educativo (profesorado, PAS, etc.) y estar atentos a sus demandas y necesidades específicas (horarios, conciliación familiar...).
Participar como institución educativa posicionándose y contribuyendo activamente al trabajo por una cultura de paz y hospitalidad, a la lucha contra el racismo, etc., promoviendo la práctica de la solidaridad a través de iniciativas ciudadanas del entorno. o Revisar y poner en práctica los Modos de Proceder de los centros de la Compañía.
Promover la compra ética en la relación con los proveedores.
Buscar la excelencia humana (lo mejor de cada persona) como fuente de riqueza de la sociedad y de solidaridad hacia los demás.
Realizar un estudio sistemático y curricular de las diferentes generaciones de Derechos Humanos, de las desigualdades generadas por el modelo económico actual y sus posibles alternativas.
Incorporar a nivel curricular el conocimiento y reflexión acerca de los DDHH, conectándolo con acciones de aula que impliquen la investigación y búsqueda de soluciones a realidades de injusticia en el entorno cercano del alumnado.
Acercar las realidades de injusticia, pobreza y desigualdad que existen, tanto en nuestra sociedad cercana como en el resto del mundo.
Desarrollar prácticas concretas de solidaridad y hospitalidad que tengan relevancia en la vida real del alumnado.
Presentar al alumnado las distintas posibilidades de participación social en iniciativas relacionadas con la justicia social: movimientos eclesiales, asociaciones, ONGDs, partidos políticos, sindicatos… en función de la edad y el contexto.
¿CÓMO POTENCIAR LA Inclusión EN NUESTRO CENTRO?
Posicionarse abiertamente contra toda forma de discriminación, explícita o implícita.
Declararse de manera explícita como centro inclusivo.
Revisar las políticas institucionales de centro para cuestionar y deconstruir los marcos hegemónicos de poder sobre los que se asientan con frecuencia las dinámicas institucionales, invisibilizando las minorías y los colectivos más desfavorecidos o exacerbando las diferencias.
Revisar las prácticas educativas, incluyendo discursos y actitudes, relacionadas con la diversidad y el modo de trabajar con el alumnado procedente de diferentes marcos sociales, económicos, culturales o religiosos.
Promover (reflexionar, sensibilizar e incidir) políticas educativas a nivel local que garanticen la posibilidad real de que todos los centros educativos de nuestros entornos acojan la diversidad que constituye nuestra sociedad, eliminando las diversas barreras de acceso a los mismos (culturales, religiosas, económicas, etc.).
Formar al profesorado y al alumnado en interculturalidad, inclusión y resolución de conflictos.
Fomentar, de manera especial, que las familias se sientan parte de la comunidad educativa y aporten sus saberes, tradiciones y riquezas en los diversos niveles de la vida de los centros, tanto dentro como fuera del aula.
Priorizar prácticas educativas que fomenten el diálogo y el intercambio entre el alumnado con diferentes marcos sociales, económicos, culturales o religiosos.
Usar y promover un lenguaje respetuoso con la diversidad, así como la lucha contra cualquier tipo de lenguaje discriminatorio.
Reconducir los incidentes que se generen en el centro como oportunidades para aprender a dialogar y resolver conflictos.
Promover dinámicas inclusivas que favorezcan la participación activa de personas, familias y colectivos particularmente vulnerables o vulnerabilizados en la vida del centro.
Promover acciones con el alumnado que le permitan movilizarse en favor de los derechos de las minorías que sufren un especial nivel de discriminación en los contextos más cercanos.
Generar reflexión que sensibilice y promueva actitudes de solidaridad hacia colectivos que sufren discriminación o, incluso, persecución en su condición de diversidad en este o en otros contextos.
¿ Por qué es importante trabajar POR UNA EDUCACIÓN INCLUSIVA?
Desde Entreculturas alertamos sobre los condicionantes y contextos que harán especialmente difícil el derecho a la educación para millones de niños y niñas en el mundo con especial foco en aquellos y aquellas que tienen discapacidad:
Globalmente 1 de cada 3 niños y niñas con discapacidad en edad de cursar primaria no está escolarizado. Las personas con discapacidad representan el 15% de la población mundial y, sin embargo, se encuentran entre las más marginadas en cualquier comunidad.
Los niños y niñas con discapacidad tienen 4 veces más probabilidades de ser víctimas de cualquier tipo de violencia en todos los entornos -en el hogar, en la comunidad y en la escuela-, incluyendo el ciberacoso, y son casi 3 veces más propensos a ser víctimas de violencia sexual, con las niñas en mayor riesgo.
Se estima que la pandemia por COVID 19 ha retrasado dos décadas los avances que se habían conseguido a la hora de ampliar el acceso a la educación y se prevé que habrá 80 millones de niños y niñas fuera de las escuelas en 2030.
En los contextos de migración, desplazamiento y refugio, la situación de las personas con discapacidad invariablemente se agrava, dado que carecen de la atención y de los recursos necesarios para mantener condiciones de vida aceptables. Tras las guerras de Siria y Ucrania y los conflictos en Yemen, Afganistán y Haití, por ejemplo, muchas personas con discapacidad han huido de sus países en busca de protección y asilo.
En el caso de las niñas y mujeres jóvenes con discapacidades enfrentan hasta 10 veces más violencia de género que aquellas sin discapacidades.