Fiestas

El nacimiento y la juventud de Horus

Horus nació durante el mes de Mechir. La celebración de su nacimiento divino se perpetuó hasta la Época Baja a través de las construcciones particulares de Mammessi, las casas de partos. Según la tradición, es el delta quien acogió al recién nacido envolviéndolo en sus pantanos para esconderle a los ojos del peligroso Seth; la Dama-Serpiente Outo vigilaba constantemente.

Esta fiesta tenía lugar el 25 de diciembre,

En el mes de Phametoth de la estación Peret se celebraba la primavera de Horus, su juventud y su victoria sobre las tinieblas. En Edfú se desarrollaban demostraciones navales sobre el Nilo y se decía que la estatua del dios dejaba esta ciudad para ir a Denderah a buscar a la diosa Hathor, que él volvía a traer a su castillo


El más allá, la fiesta del valle

En el mes de Payni se celebraba en Tebas la fiesta del valle. Durante doce días, el dios Amón dejaba su santuario para visitar a los dioses y reyes difuntos de las necrópolis tebanas. Una gran procesión, que partía del templo, reunía músicos, cantantes, danzarines, acróbatas. Llevado por los sacerdotes, el dios estaba situado sobre el “ouserhat”, navío suntuosamente decorado, enteramente cubierto de oro, cuya cabina o castillo donde reposaba la estatua era de electrum, aleación de oro y plata. El navío del dios era precedido y remolcado por el del rey, propulsado por sesenta remeros. Atravesando el río, el dios era conducido dentro de cada uno de los templos reales construidos en el límite de las tierras cultivadas.


La fiesta de Opet

La fiesta de Opet, una de las más importantes del año, tenía lugar en el mes de Phaophi de la estación Akhet. En el Imperio Nuevo duraba once días. En esta ocasión el dios Amón dejaba su templo de Karnak para dirigirse con gran pompa al templo de Luxor, donde volvía a encontrar a su esposa. Después, en su barca, el rey conducía al dios hacia su lugar de origen. La columnata del templo de Luxor, decorada por el rey Tutankhamon, muestra el desenvolvimiento de la fiesta, que comienza por una ofrenda delante de la barca de Amón, su capilla portátil.

El cortejo sale entonces del templo: treinta sacerdotes sostienen la pesada barca de Amón, que sigue el rey. Cantos y tambores acompañan la procesión. Los barcos esperan el cortejo y el rey y la reina toman su lugar en la espléndida embarcación del dios.