Os voy a contar algo de San Juan Bosco, algo que me encanta: 

Los muchachos de la calle lo llamaban: ‘Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos’. Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida. El Señor le concedió también el don de consejo: Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias. 

Cantemos juntos esta canción. ¡Con alegría!

¿Qué cosas te hacen sentirte alegre? ¿Sabes qué cosas hacen felices a tus amigos, a tu familia? 

Amado Dios, en este nuevo día te pido que me bendigas con sabiduría, paciencia y amor. Ayúdame a ser amable y respetuoso/a con los demás, a ser generoso/a con quienes necesitan mi ayuda y a ser perseverante en todo lo que hago.

Te pido también que me protejas de cualquier peligro y me guíes por el camino correcto. Que tu luz ilumine mi mente y mi corazón, para que pueda tomar decisiones acertadas y actuar de acuerdo a tu voluntad. Ayúdame a ser un buen ejemplo para los demás y a mostrar tu amor a través de mis acciones.
Amén.

Hoy quiero proponerme sembrar alegría a mi alrededor.

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.