SER AUTÉNTICOS

Estáis entrando, o casi, en una etapa emocionante y de muchos cambios en vuestras vidas. Descubriréis quiénes sois, formando opiniones y forjando relaciones. Pero en medio de toda esta tarea, es fundamental ser siempre uno mismo.

Ser uno mismo es la clave para la felicidad. Cuando tratamos de ser alguien que no somos, nos alejamos de nuestra verdadera identidad.

Si pretendemos ser diferentes frente a nuestros amigos o familiares, construiremos relaciones basadas en la falsedad. En lugar de esto, es importante ser honesto y abierto. Las personas valorarán más a alguien que es auténtico y se muestra tal como es.

Muchas veces nos enfrentamos a la presión de pertenecer y encajar. Sin embargo, al tratar de encajar, a veces caemos en la trampa de actuar como otros quieren que lo hagamos. Si somos auténticos y fieles a nuestros valores, podemos inspirar a otros a hacer lo mismo. La verdadera madurez y el crecimiento personal ocurren cuando enfrentamos nuestras propias debilidades y trabajamos en mejorarlas. Si nos ocultamos detrás de una máscara, nunca tendremos la oportunidad de crecer.

Seamos originales, como Dios nos ha creado. Cultivar esta originalidad es una de las esencias de nuestro Colegio. Recordémoslo en esta semana de fiesta.

¿Alguna vez has tenido que mostrarte de manera diferente por miedo a no ser aceptado? 

¿Cómo te sientes cuando eres tú mismo en comparación con cuando tratas de ser lo que otros esperan que seas? 

Señor, te pido en esta mañana que me guíes en el camino de la autenticidad y la sinceridad. Ayúdame a ser fiel a mis valores y a ser yo mismo en todas las situaciones de mi vida.

Concédele a mi corazón la fortaleza para enfrentar mis debilidades y aprender de mis errores. Que tu amor y tu luz me lleven a construir amistades verdaderas, a aceptar a los demás tal cual son y a ser más comprensivo con todos, sabiendo que detrás de cada rostro hay una vida con sus luces y sombras, con sus alegrías y sufrimientos. 

Amén.

Esta semana ofrecemos el Capital de Gracias por todos los que pertenecemos de algún modo al movimiento apostólico de Schoenstatt, como los que formamos la familia Monte Tabor, para que el Señor siga bendiciendo cada proyecto y que con nuestra entrega y nuestra vida podamos dar fruto abundante.

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.