Santoral
Semana del PADRE KENTENICH:
LIBERTAD INTERIOR
“Nadie debiera quitarnos la alegría, porque Dios es la causa de mi sonrisa y mi alegría”. P.J.K
Para la reflexión
La vida en el Orfanato fue muy dura para José. También tuvo momentos en los que lo pasó bien. Había otros niños y jugaban al escondite, al pilla pilla, pero también tenía momentos tristes en los que se acordaba de su mamá y sus abuelos. Por la mañana, se levantaba temprano y rezaban todos juntos, bendecían los alimentos y rezaban antes de acostarse.
José era muy obediente, no se peleaba con otros niños y siempre decía la verdad porque eso era lo que le había enseñado su mamá.
A los 12 años José hace su Primera Comunión. Fue un día muy esperado por él. Ese día se levantó muy temprano para recibir a Jesús por primera vez en su corazón ¡Qué feliz estaba!
La ceremonia fue muy bonita junto con su mamá, que le acompañó. ¡Qué regalo tan grande estaba recibiendo! El Señor venía a su casita del corazón.
Ese día también pasó algo muy importante: le dijo a su mamá que quería ser sacerdote.
Me pregunto...
¿Vosotros sois obedientes como lo era José?
Oración
La Alianza de Amor con María fue la que le dio fuerzas al P. Kentenich para dar su sí e ir al campo de concentración. María, a través de su amor de Madre, fue llevando siempre al P. Kentenich a arraigarse profundamente en el corazón de Dios. Esa seguridad de saberse y sentirse amado por Dios fue lo que le hacía vivir alegre en cada situación, fuera la que fuera. “Nadie debiera quitarnos la alegría, porque Dios es la causa de mi sonrisa y mi alegría”. P. Kentenich.
Capital de Gracias
Pidamos hoy al P. Kentenich que, por su intercesión, podamos sabernos y sentirnos hijos amados de Dios para ser libres frente a nuestras reacciones de malhumor, rabia…
Consagración a la virgen
Oh Señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.
En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilizame como instrumento y posesión tuya.
Amén.
Lector: REINA DE LA FAMILIA Y MAESTRA DEL HOMBRE NUEVO
Todos: ¡Ayúdanos en la misión!