Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,12-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor.

EL CAMINO PARA SEGUIR A DIOS

Jesús nos muestra cómo el ser discípulos suyos, no es un camino fácil ni agradable. No nos equivoquemos, nuestra recompensa no es en la tierra sino en el cielo.  

Sólo necesitamos mirar a tantos y tantos hermanos que ya han pasado por lo que Cristo nos anunció: encarcelamientos, persecuciones e incluso la muerte. "Seréis odiados por todos a causa de mi nombre" dice el Señor.

Sólo el Señor puede darnos la gracia de mantenernos firmes en la fe ante las contrariedades de la vida, por eso nosotros debemos estar preparados para recibirlas y verlas como una escalera hacia el cielo. 

Por tanto, debemos esperar todo de Dios y saber que la fuerza viene de Él.

¿Muestras tu fe con valentía?
¿Crees que es importante que una persona sea fiel a sus creencias y convicciones?

Te doy gracias, Señor por este día y por este momento de oración, por la oportunidad que me das para crecer en gracia y santidad. Ayúdame a ponerte en el centro de mi vida y de mi actividad, de mis pensamientos y deseos. Dame la gracia para afrontar las dificultades derivadas de vivir auténticamente mi fe.

Señor, seguir tu Evangelio, y ser cristiano en este tiempo, es oponerse a lo que el mundo ofrece y que la mayoría considera como auténtica felicidad. Concédeme adquirir aquellas virtudes que me permitan vivir auténticamente mi fe: la pureza, la fidelidad, la humildad, la sinceridad y la autenticidad. Te pido, por intercesión de María, la sabiduría y la fuerza que necesito para serte fiel.

Amén.

Hoy quiero poder hablar abiertamente de aquello que creo, y participar, sin ningún temor ni vergüenza, en las actividades que me gustan. También voy a estar especialmente atento en la clase que más me cueste.

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.